Monzó: «El kirchnerismo está haciendo todo el esfuerzo para que nosotros seamos gobierno en el 2023»

El expresidente de la Cámara de Diputados habló sobre sus expectativas para las elecciones de este año y las Generales de 2023.

Emilio Monzó encara su primera elección fuera del gobierno con una ambición -encabezar la boleta de Juntos por el Cambio en la provincia de Buenos Aires- que toma como un primer paso para un objetivo a mediano plazo: ser el sucesor de Axel Kicillof en 2023.Aunque también es consciente que viene con un desafío: volver a la arena política desde un lugar preponderante luego de haber sido presidente de la Cámara de Diputados durante cuatro años. Mirando el camino que siguieron sus antecesores, entiende la importancia de tener visibilidad en esta contienda electoral, aunque sabe que cuenta con el peso de ser reconocido como el principal armador de Cambiemos en 2015 y como uno de los hombres que intentó cambiar el rumbo de la aventura macrista en la Casa Rosada antes de que fuera eyectado en primera vuelta por el Frente de Todos.

Luego de más de un año de introspección y de varios llamados para recomponer vínculos -a excepción de Mauricio Macri, con quien no habla desde noviembre de 2019-, el ex intendente de Carlos Tejedor ya anunció que quiere competir en una PASO sin importar si se presentan María Eugenia Vidal o Diego Santilli en territorio bonaerense y es consciente de que el armado de la oposición deberá ser distinto al de 2015 pero, considera, corre con ventaja: “Los actores que hoy tenemos tienen la popularidad, el conocimiento de la gente. Estos actores estaban en el 2015 pero no tenían ese activo. Los únicos dos que los tenían eran Mauricio Macri y Daniel Scioli”.

“El kirchnerismo hace testimonio de un pasado, que es Néstor Kirchner, pero no es superador de esa circunstancia”, sostuvo Monzó para describir el nivel de confrontación que protagoniza la política y en el que lamentó que cayera Alberto Fernández: “Tuvo una gran oportunidad en el transcurso del año pasado para llevar las posiciones extremas hacia el centro y consolidar su propia legitimidad política”.

Instalado en Pilar desde que comenzó la pandemia pero realizando viajes cotidianos a la ciudad de Buenos Aires, el dirigente bonaerense recibió a Infobae en su departamento de Recoleta para una extensa charla en la que puso en la carrera presidencial a varios integrantes de Juntos por el Cambio pero marcando su posición: “Aspiro a que quien gobierne el país tenga perfil más de estadista que de tirabomba para poder conseguir atención”.

-¿Con los carteles que vimos por la calle con la frase “el camino es el diálogo” podemos decir que la candidatura ya está lanzada?

-Podemos decir que el proceso está iniciado. Las candidaturas dependemos de muchas circunstancias pero sí tengo como objetivo ser candidato a gobernador en 2023 en la provincia de Buenos Aires.

-¿Y este año?

-Este año es una elección de medio término. La provincia de Buenos Aires es la elección más importante por densidad poblacional y por lo que significa el impacto de un buen resultado y por supuesto voy a ser precandidato, porque seguramente tendremos unas PASO previamente, a diputado nacional por una parte de este espacio político tan amplio que es Juntos por el Cambio.

-No imagina su candidatura en un escenario por fuera de Juntos por el Cambio.

-No se me pasó nunca por la cabeza. Nosotros fuimos parte fundadores de este espacio allá por el 2010. Hay mucho compromiso con mucha gente en la provincia de Buenos Aires que tiene ya varios años y por supuesto a ninguno se nos ocurre hoy ir por afuera.

-¿Qué pasa si se presenta María Eugenia Vidal?

-Creo que hoy es la figura más relevante teniendo en cuenta que ha sido gobernadora hasta hace dos años. Nosotros por ahora vamos a seguir en nuestro espacio, con nuestro objetivo y si se presenta Vidal tendremos alguna conversación pero la idea nuestra es ir a las PASO, con Vidal, con quien se presente.

-¿Con Diego Santilli pasa lo mismo?

-Lo mismo. No es un tema de nombres propios. Nosotros queremos competir en la provincia de Buenos Aires.

-¿Por qué algunos intendentes insisten con dejarlo afuera de Juntos por el Cambio?

-¿Algunos o un intendente? Para hablar con propiedad. La verdad que cuando manifiestan esas expresiones a mí me tiene sin cuidado pero tampoco le doy ninguna importancia. Nosotros tenemos que construir una alternativa política amplia. Si somos mezquinos con quienes estamos adentro mucho menos podemos pensar que venga gente a este espacio. Así que me parece que fue, y lo he visto en otras entrevistas, me parece que se ha llamado a la reflexión con respecto a esa opinión.

-Estamos hablando de Jorge Macri

-Si, a quien respeto y creo que es un buen intendente en su distrito y ha mostrado una buena gestión. Pero en esa expresión me parece que no tiene sentido.

-¿Cómo evalúa la gestión de Axel Kicillof?

-Difícil evaluar la gestión de manera integral porque el COVID ha llevado casi toda la atención de todos los gobiernos en el mundo entero y Kicillof no está ajeno a eso. Pero si noto la misma dificultad que han tenido otros gobernadores que es el desconocimiento por no vivir en nuestra provincia. Y eso le saca un tiempo muy rico. La gente habla de los 100 días pero el primer año de gobierno genera la impronta de lo que va a ser una gestión y creo que esa dificultad que estamos teniendo últimamente lleva a que no realicemos ninguna transformación en serio en una provincia que está muy mal hace mucho tiempo.

-¿Por qué cree que Vidal perdió por 14 puntos en 2019?

-Varios factores. Pero el primero es el sistema que hay que cambiar. Argentina es un país que desde la Constitución Nacional es un país federal. Pero tiene una excepción: la provincia de Buenos Aires. Allí es un país unitario. La provincia de Buenos Aires es conducida políticamente, económicamente y socialmente por el gobierno nacional. Y este es un sistema que está de manera errónea desde 1860 por diferentes intereses políticos. Por eso no es casualidad que ningún gobernador pudo llegar a ser presidente. Porque todos los presidentes de turno se encargan y se preocupan de que el gobernador sea sometido a la conducción nacional. No fue la excepción el caos de Vidal. acá debemos cambiar el sistema. Nosotros tenemos 70 diputados nacionales que se referencian con conducciones de Nación, que no se referencian con nuestro distrito. Los diputados nacionales del resto de las provincias, las necesidades de las provincias, por la necesidad de legitimar las tienen que defender siempre. Los 70 diputados nacionales de la provincia de Buenos Aires los perdemos el día que votamos. Si yo hago una encuesta en la provincia de Buenos Aires sobre quiénes son los 70 diputados nacionales me asombraría que alguien me nombrara cuatro o cinco. Hay que cambiar la elección del gobernador, debe ser separada de la del Presidente de la Nación. Nosotros no votamos al gobernador, votamos al presidente y votamos al intendente. Nos enteramos en el ejercicio de la función quién es el gobernador de Buenos Aires. Hay que reformar el sistema electoral, la boleta sábana. Hay que incorporar la tecnología. Ahora que la circunstancia obliga al chico a estudiar mediante la tecnología, también tenemos que incorporarla y tiene que ser Boleta Única Electrónica en la provincia de Buenos Aires. Eso va a acercar esa representación a los vecinos. Vidal como también se benefició y como nos beneficiamos cuando tracciona el contexto nacional, también nos perjudica cuando ese contexto no está bien. En parte el resultado electoral tuvo que ver porque la gente juzgó al gobierno nacional y no al de la provincia de Buenos Aires. A veces eso te beneficia y a veces te perjudica. Y esto arrastra hasta el intendente municipal. Por eso ahí está tergiversado en algunos resultados el deseo del propio elector confundido por esta circunstancia, agravado con la concentración de los medios de comunicación, también que tienen alto impacto a nivel nacional. El conurbano bonaerense no tiene relación identitaria con los medios de comunicación local. Votan por lo que sale en los medios nacionales. Y eso también perjudica. En este caso fue una de las damnificadas la gobernadora. Es contrafáctico. No sé si se hubiera separado la elección y el resultado hubiera sido muy distinto. Hago un análisis de cuestiones que el sistema debe cambiar para que la provincia de Buenos Aires maneje con autonomía sus recursos y comience a solucionar problemas como la pobreza y como la inseguridad.

-Para no incluir la parte contrafáctica, ¿si se hubiera desdoblado la elección Vidal habría tenido más chances de ganar?

-Sin duda. Como fue beneficiada en el 2015. A mí me ocurrió como candidato a intendente que las circunstancias me arrastraron a una victoria o derrota. Con todo el esfuerzo que aporta uno. Pero los contextos nacionales por este sistema electoral arrastran los resultados hasta el nivel municipal.

-¿Fue una posibilidad real que Vidal fuera candidata a presidente en 2019?

-Fue real porque la sociedad en la opinión pública lo demandaba, en parte. La veía como una figura potencial para ese lugar. Fue real desde ese lugar.

-A raíz de la caída de la imagen de Macri…

-Si, está bien, a raíz de la caída de la imagen de Mauricio Macri la opinión pública comenzó a ver en Vidal la figura para reemplazar en esa contienda electoral pero la realidad estaba evidenciada por las encuestas, yo no puedo percibir eso con tanta amplitud. Pero sí, las encuestas decían que Vidal era la persona que mejor perfilada estaba para reemplazar, si se tomaba la decisión, a Mauricio Macri como candidato a presidente.

-¿Para usted hubiera sido una decisión correcta?

-Si porque, lo dije en su momento, a mi criterio la figura de Mauricio Macri es una figura importante para hacer una transición generacional. Y creo que María Eugenia en aquel momento, por la popularidad y el consenso que tenía a nivel nacional, hubiera sido el primer eslabón de una generación producto de la democracia en la Argentina.

-¿Por qué cree que Vidal sigue teniendo tan alta imagen positiva, al punto de que se especula con que sea candidata en la ciudad de Buenos Aires luego de haber perdido por 14 puntos su última elección?

-Primero, porque ha hecho una gestión con honestidad, con sinceridad frente a la sociedad, creo que la impotencia esta que acabo de describir ella la sufrió y también porque increíblemente los gobernadores de la provincia de Buenos Aires, por los mismos motivos, no sufren tanto desgaste político. Es como que esta misma circunstancia que acabamos de describir le pasa factura al intendente y al presidente pero no al gobernador. Pasó con Daniel Scioli y con María Eugenia. Hay una cosa de la sociedad ahí que los protege en esta circunstancia. El caso de María Eugenia es un caso evidente de eso.

-En lo personal, ¿usted recompuso su vínculo con ella?

-En lo personal no rompo vínculos con nadie. Por supuesto que vivimos momentos de tensión durante los cuatro años de gestión pero en el transcurso de la pandemia sirvió mucho para hacer introspección y sanar un poco muchas relaciones que tienen que ver producto del lugar en el que uno se encuentra que no son lugares fáciles. Y a veces la prepotencia del trabajo hace que las formas no sean las correctas y comienzan algunos distanciamientos. Pero en lo personal sigo teniendo diálogo con María Eugenia.

-¿Con Mauricio Macri ocurrió lo mismo?

-No, con Mauricio no tengo diálogo desde noviembre de 2019. Pero yo no pongo límites para dialogar con nadie.

-¿Usted cree que él debería seguir teniendo un rol en Juntos por el Cambio?

-Creo que tendría que tener un rol más importante, un rol en el país. Yo imagino a los ex mandatarios colaborando con el país desde ese activo, desde esa experiencia, como ocurre en casi todos los países desarrollados del mundo. Uno lo ve a Obama, a Felipe González, a Aznar, figuras que recorren el mundo. Me gustaría verlo en ese lugar.

-Pensando en esta construcción que usted está haciendo dentro de Juntos por el Cambio, con el objetivo máximo de ser gobernador en 2023, ¿le molesta que dirigentes como Macri o Patricia Bullrich tengan mayor visibilidad o que pareciera que sacan más rédito por fomentar los extremos?

-No me molesta y respeto quien tome esa posición. Yo no la comparto. Pero es un fenómeno global, no local. Hoy la sociedad contemporánea está muy fragmentada. Mucho tiene que ver con las plataformas digitales. Nosotros vamos buscando una comunidad virtual homogeneizada en el pensamiento y terminamos sin pensamiento crítico. Esto no le hace bien al mundo. Prueba de ello es el Brexit en Inglaterra donde un voto que se apeló a lo emocional. Porque cuando vos extremas lo que generas es alguna certeza justamente por el extremo, alguna atención producto del temor que tienen las posiciones extremas. El otro día leía que pasamos de la época de la superstición a la época de la razón con la revolución francesa y ahora entramos en una era de la emoción. En esta era de la emoción las posiciones extremas llaman mucho más la atención pero también las posiciones extremas impiden los acuerdos políticos para transformar la realidad. Esto está pasando en la Argentina y en el mundo entero. Los Donald Trump, los Brexit, los Bolsonaro y la política argentina que lleva más de diez años con una polarización improductiva. Porque mientras escuchamos estos discursos que llaman la atención, la pobreza está en un 40%. Cuando me inicié en la política estaba en un 10%. Hoy estamos en un 40%. Una inflación crónica, eterna. Una falta de inversión. Este año el crecimiento va a ser cero interanual. Ante la impotencia frente a estos problemas, lo más fácil en política hoy es extremar posiciones, radicalizar posiciones. Pero nos aleja de los acuerdos políticos. Las transformaciones en la sociedad solo se realizan cuando una de las partes cede para lograr ese objetivo, sino es imposible. Pero esto no es una comprobación que tiene que ver con nuestro país. La experiencia indica que ese es el camino para transformar la sociedad.

-¿Hoy es imposible una construcción como la que usted llevó a cabo entre 2014 y 2015 que lo llevó a Mauricio Macri a la presidencia?

-Tenemos que hacer una cosa distinta porque yo no construí eso, yo fui parte de esa construcción. Pero la sociedad construyó eso. Hay una demanda de gran parte de nuestra sociedad en ese momento de armar una oposición al kirchnerismo. Esto es simbiótico y no le hace bien porque un extremo vive del otro extremo. El problema es que los que vivimos mal somos los que estamos adentro. Pero el país consume también eso y vota y reacciona de acuerdo a eso. Ahí la sociedad tiene que llamarse a una reflexión. Nosotros ahora tenemos que construir una alternativa de gobierno, no una oposición. ¿Por qué se construyó? Hubo habilidades, hubo esfuerzos, hubo todo eso. Pero hubo una presión de la sociedad para que vayamos todos juntos en ese momento para ganarle al kirchnerismo. No había alternativas para no estar dentro de este espacio político. Eso ayudó mucho. Pero eso es forzado también porque no hay convencimiento sobre un objetivo. ¿Y dónde lo pagas eso? Cuando comenzás a gobernar. Entonces ante la impotencia que uno tiene a la hora de gobernar, inmediatamente recurre a defender principios y radicalizar posiciones. Esto está pasando con este Gobierno. Si escuchamos el discurso de Alberto Fernández del primero de marzo del año pasado, tenía la camiseta de la Selección Argentina. Si escuchamos el discurso del primer de marzo de este año, tenía la camiseta de Cristina. Esto es lo que cambia y lo que no puede seguir. Pero es producto de la impotencia para resolver los problemas de nuestra sociedad. Porque mira más su propia tribuna y los costos que puede tener en su propio sector que los beneficios que puede tener la sociedad en ceder en políticas públicas para transformar la realidad. Y así seguimos. 40% de inflación, 40% de pobres, inflación crónica. Único récord. Estamos entre los cinco países que tienen el récord a nivel mundial. La pobreza bajó en todo el mundo menos en la Argentina.

-Eso quiere decir que un escenario ideal de construcción política no fue lo que usted llevó a cabo en 2015. ¿Usted prefiere otra plataforma?

-Otro tipo de plataforma con una ventaja con respecto a 2015: los actores que hoy tenemos tienen la popularidad, el conocimiento de la gente. Estos actores estaban en el 2015 pero no tenían ese activo. Los únicos dos que los tenían eran Mauricio Macri y Daniel Scioli. Dos actores que no provienen de la militancia política. Por eso para mí eran dos actores que eran la transición entre esa generación política y la nueva que tiene que parir la Argentina. En esta circunstancia yo apuesto a que en el 2023 ya de los dos lados hayan actores políticos que sean producto de otra mirada sobre la política y no de miradas muy antagónicas como estamos viendo hoy.

-El nombre que automáticamente viene a la cabeza es Horacio Rodríguez Larreta.

-Uno de los nombres es Horacio Rodríguez Larreta. Creo que hay muchos. Martín Lousteau, la propia María Eugenia Vidal. Hay muchos actores de este espacio. Alfredo Cornejo. Muchos pueden tener como objetivo el próximo gobernante de la Argentina. Esta es la diferencia con respecto a 2015.

-¿A usted le entusiasma más trabajar con estas proyecciones y estos nombres?

-No sé si la palabra es entusiasmo porque la vez anterior era diferente el motivo pero el entusiasmo era grande de poder armar esa alternativa. Esto con el diario del lunes. En ese momento yo lo veía de esa manera y no podía tener esta perspectiva. Hoy sí me entusiasma porque estoy convencido de que lo que nosotros ofrecemos a la sociedad no es una oposición al kirchnerismo sino que tenemos que ofrecer una alternativa de gobierno.

-¿Cómo lo ve a Horacio Rodríguez Larreta, que pareciera que tiene que hacer equilibrio entre la confrontación con el Gobierno y los reclamos internos?

-Eso es un problema. Espero que le gane siempre en el equilibrio la gestión de gobierno. Hasta ahora lo viene haciendo y muy bien. Creo que la prueba está en el manejo que tuvo con la pandemia. Creo que ha acertado. Tiene un ministro de Salud que habla bajo evidencia y datos y esto le ha dado seriedad y un impacto en la opinión pública muy favorable. Yo aspiro que quien gobierne el país tenga justamente ese perfil, más de estadista que de tirabomba para poder conseguir una atención por parte de la sociedad.

-¿Cree que el Gobierno fue inteligente al confrontar directamente con él y subirlo al ring electoral antes de tiempo?

-Creo que no fue nada inteligente. No sé si el Gobierno. El estilo del kirchnerismo es ese. Vuelvo a lo de la impotencia. Si nosotros observamos el kirchnerismo del 2003 a la 125, al 2008, vemos un kirchnerismo conducido por Néstor Kirchner donde siempre apostó a la transversalidad pero fue un kirchnerismo que fue buscando hasta al radicalismo como alternativa. Si nosotros vemos a Alfonsín, a Menem, buscaron siempre el centro para transformar. Uno para consolidar la democracia, uno para transformar una realidad y no estoy poniendo opinión sobre si estaba bien o mal. Vemos a un Néstor Kirchner del 2003 al 2008 trabajando hacia al centro de manera permanente. Terminó haciendo un acuerdo con parte del radicalismo y terminó dentro del peronismo casi prohibiendo cantar la marcha. No nos olvidemos de ese Luna Park donde se hizo un acto en conjunto Cristina y Cobos y estaba prohibido a todos los militantes presentes cantar la marcha. Iba buscando la transversalidad para transformar la realidad. Podemos estar a favor o no de los tres pero buscaron transformar la realidad. Desde esa fecha hasta hoy vivimos en esa polarización improductiva. Es más negocio frente a la impotencia criticar y buscar al enemigo que ir hacia el centro, dialogar y transformar la realidad.

-Si le decimos a alguien que está comenzando en política ahora que Cobos fue candidato a vicepresidente con Cristina no lo podría creer.

-Por eso. Hoy los chicos de 16 años le decimos que Néstor Kirchner buscaba un acuerdo con el radicalismo, que Cobos era la referencia política más importante de ese partido y fueron juntos a una elección. Si yo cuento esto, que fue hace diez años en la Argentina, nadie lo puede creer.

-¿Le pareció bien lo que hizo Horacio Rodríguez Larreta de mantener las clases presenciales y acudir a la Corte Suprema para que se resuelva?

-Si, me pareció bien primero desde un punto de vista federal. Para actuar frente a un fenómeno como estos que nos generan tanta incertidumbre los elementos que un gobernante tiene en cuenta es la experiencia. Fijate que los países del sur de Asia fueron los que mejor reaccionaron porque tuvieron una pandemia parecida en el 2011. La capacidad instalada, que por supuesto el mundo entero no estaba preparado para esto. Y la confianza social. Creo que los gobernadores, incluido Larreta, los intendentes, en el caso de la provincia de Buenos Aires, tengo decisiones que puedo decir a un año vistas que fueron equivocadas, pero no fueron producto de una intención sino que fue producto que todos ignorábamos cómo era esto. El año pasado era prohibición y sanción. Era binaria. Todos adentro y nadie afuera. Este año es con matices. Es cómo volvemos a la vida normal teniendo en cuenta protocolos y algunas excepciones. La Unesco, Unicef, dicen que con protocolos la educación no es tan determinante en los contagios. Pero sí que el frenazo de aprendizaje aumenta la brecha, desiguala a la sociedad entre los que tienen posibilidades dentro de su hogar de seguir la escolaridad porque tienen tecnología, porque tienen computadores, porque los padres pueden darle un ambiente propicio para hacerlo. En la provincia de Buenos Aires más del 50% no tiene conectividad fija en su hogar. Entonces lo que hicimos con esta decisión de anular las clases es aumentar la desigualdad en la Argentina. ¿Cómo no voy a estar a favor de Horacio Rodríguez Larreta desde el punto de vista federal y desde el punto de vista de lo que significa que el alumno concurra al colegio? Por esos dos motivos yo estoy totalmente de acuerdo que haya ido a la Corte. Yo hubiera dado la pelea en todos lados. En la provincia de Buenos Aires el año pasado, en mi pueblo, en Carlos Tejedor, a 500 kilómetros del epicentro, que los chicos no hayan concurrido al colegio durante todo el año pasado no tiene ninguna lógica. Desde ahí, que es más exagerado el ejemplo, yo siempre estoy, en este tema o en cualquier, a favor del intendente municipal porque él es el que está más cerca de los problemas, él es el que va a dar la solución más atinada y va a tener el control por parte de la sociedad.

-¿Le parece que el tema debió resolverse entre Larreta, Fernández y Kicillof o nunca estuvo la ventana para evitar la judicialización de la política?

-Sin dudas. Ahí es donde a mí me desilusiona en parte que el Presidente no haya acudido a ese diálogo. Él conoce, porque son del mismo distrito de toda la vida, y Larreta es una persona de diálogo, mesurada, no es una persona de confrontación. Y digo lo de la judicialización. No defiendo la judicialización de Larreta, hubiera defendido la judicialización de cualquier gobernador si hubiera defendido el sistema federal. Pero a mí me extraña y me produce un impacto negativo no poder ver en este crecimiento que tenemos nuevamente de contagios la mesa que formaban Larreta, Kicillof y el presidente Fernández, que a los argentinos el año pasado en la incertidumbre nos generaba mucho alivio verlos a los tres juntos.

-¿Cree que fue el gobierno nacional el que dinamitó esta posibilidad de diálogo?

-No quiero poner la palabra dinamitar porque me parece que hay posibilidades de tender puentes todavía. Pero sí que el gobierno nacional nuevamente ha extremado sus posiciones es evidente.

-¿Cómo califica hasta ahora la gestión de Alberto Fernández?

-Primero tuve expectativa, optimismo, cuando tenía puesta la camiseta de la Selección Argentina. Y creo que pasan los días y nuevamente vuelve a cometer el mismo error. Y acudo a Néstor Kirchner, que desde ahí a la fecha no lo he visto, de ir a buscar transformar la realidad. Me parece que hay cierta impotencia del Gobierno para resolver los problemas reales de la Argentina. Cuando ocurre eso, inmediatamente, cuando el líder, el conductor o quien tiene a cargo la gestión, radicaliza posiciones y le gana el marketing político a la gestión política.

-Por cómo nació el Frente de Todos, ¿le sorprende la injerencia de Cristina Kirchner en el Gobierno?

-Obviamente que no porque es la persona que más legitimidad tiene en el gobierno. Alberto, creo, a mi criterio, tuvo una gran oportunidad en el transcurso del año pasado para llevar las posiciones extremas hacia el centro y consolidar su propia legitimidad política. Creo que ese año se perdió. Entiendo el contexto y el coronavirus, pero para mí desde el momento en que apareció lo de Vicentín y hasta la fecha se fue a un lugar que creo hasta sorprendió a muchos militantes de su propio partido. Y perdimos la esperanza los que creíamos que Alberto Fernández iba a cambiar la Argentina hacia el centro y hacia el diálogo.

-¿Le sorprendió lo que pasó con Basualdo?

-Si, me sorprendió. ¿Cómo no? Que haya una puja por un subsecretario y que el Presidente de la Nación…

-¿No es raro que un Presidente no pueda echar a un subsecretario?

-Me sorprende además porque hay cierta torpeza en el Gobierno en la transparencia, para decirlo de alguna manera, de toda la disputa. Porque eso se tiene que llevar en un lugar mucho más reservado. Lo único que logra esto es que todos observemos la falta de autoridad del Presidente de la Nación.

-¿Ve al gobierno nacional entrando en una etapa parecida al kirchnerismo en el 2015?

-Creo que vamos rumbo a ese camino. Insisto que tiene que ver con la impotencia. Creo que el kirchnerismo hace testimonio de un pasado, que es Néstor Kirchner, pero no es superador de esa circunstancia.

-Parece una obviedad esto, pero para que Juntos por el Cambio tenga una posibilidad de volver a gobernar tiene que fallar la gestión del Frente de Todos. ¿Usted cree que está ocurriendo esa falla a un nivel que permita olvidar lo que fue el paso de Cambiemos por el poder?

-Si. Lamento que vaya ocurriendo esto y no vayamos de este gobierno y del anterior a una estación superadora. No lo pudimos hacer nosotros pero creo que este gobierno está haciendo todo el esfuerzo para que nosotros seamos gobierno en el 2023.

-Dígame cosas puntuales que deberían mejorar si vuelven a tener una experiencia en el gobierno -El primer punto es que no nos domine la campaña política, que prioricemos la transformación de la sociedad, que vayamos por las reformas en serio, que vayamos por la reforma tributaria, por una reforma previsional, una reforma laboral, una reforma de elección del sistema político, que terminemos con la inflación y la pobreza, pero todo eso se hace con diálogo y con acuerdos. Nosotros no somos superiores porque somos votados. Podemos ser



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