Un hecho que lleva el repudio de todos y que desnuda la falta de respuestas del Estado

El hallazgo del cuerpo de la joven de 25 años dentro de un aljibe despertó reclamos ante la carencia de medidas de protección y prevención.

La desaparición de Fátima Florencia Acevedo no era un misterio, sino un femicidio. La hipótesis que día a día más se fortalecía, y lo que ella misma había presagiado cuando no recibía respuestas el año pasado se confirmó ayer por la mañana. En el mismo pozo de agua que fue revisado el viernes, y a partir de lo que marcaban los perros de rastreo que insistían en ese lugar, encontraron el cuerpo. Estaba dentro del aljibe, a 16 metros de profundidad, tenía la ropa con la que había sido vista por última vez y documentación que confirmaba su identidad.

El femicidio de Fátima demostró que el sistema en su conjunto se encuentra muy por debajo de las necesidades de protección de las mujeres. Así lo entendió la sociedad, que explotó de bronca en cada espacio donde se pudo manifestar: desde las redes sociales hasta la puerta de los Tribunales de Paraná.

Una chica pidió ayuda y la mataron. Cada funcionario que ha intervenido en esta historia tiene su justificación: la Fiscalía afirma que se tomaron todas las medidas acorde a las denuncias y según lo establecido para un procedimiento penal; la Policía que notificó las denuncias y luego se abocó a la investigación; el gobierno lamenta el crimen y habla de redoblar esfuerzos; desde la Legislatura nunca dicen nada; la Municipalidad se defendió con que actuaron en tiempo y forma. Si cada uno hizo todo bien, lo que está mal es el sistema. Pero nadie lo va a reconocer, porque sería una confesión que debería ir acompañada de una nota de renuncia. Y esto jamás sucedió.

En 2017 se abrió un expediente en el Juzgado de Familia N° 1 por violencia familiar y de género. Martínez ya tenía denuncias de una pareja anterior. El año pasado, Fátima le contaba a una amiga el hartazgo de que ni la Policía ni la Justicia hiciera nada para encerrar a Martínez. Se separó, la siguió hostigando y el 4 de febrero de este año lo denunció, luego de que intentara arrojarle ácido muriático en la cara. Le impusieron una restricción por 90 días. Fátima se alojó en el refugio de la Casa de la Mujer y accedió a la aplicación del botón antipánico. El domingo 1° de marzo fue a la casa de Martínez porque necesitaba cosas que quedaron allí. Ante la agresión, no alcanzó a accionar el botón y la mató. Luego trasladó el cuerpo y lo arrojó al aljibe.

El hallazgo se produjo ayer a las 10.45, en Gobernador Tibiletti al final, pero se informó oficialmente minutos antes de las 14. Es decir, al mismo tiempo en que se retiraron todos de la escena del crimen: a las 13.55 una cámara de seguridad de un vecino del barrio Vicoer registró el paso de la camioneta con el cuerpo de Fátima hacia la morgue de Oro Verde. Por eso, cuando los medios llegaron al lugar, no quedaban más que dos policías custodiando el ingreso al sendero que conduce al pozo.

Luego de una semana de hermetismo por parte de las autoridades y de ni siquiera atender el celular, convocaron a una conferencia de prensa para las 17. Ese mismo silencio causó la circulación de informaciones erróneas o imprecisas, ante el requerimiento de la sociedad acerca de lo que sucedía con la búsqueda ante la desesperante ausencia de Fátima.

Simultáneamente, se convocaba a través de las redes sociales a una manifestación frente a los Tribunales, no sólo para pedir justicia, sino para expresar el repudio al abandono del Estado a una mujer joven, madre y pobre, acechada hace años por la violencia de su expareja, Jorge Nicolás Martínez.

La autopsia será practicada hoy, y estará a cargo del Cuerpo Médico Forense. Según se informó a UNO, en la inspección inicial al cuerpo de la víctima se habrían detectado indicios de una muerte por asfixia por estrangulación.

Lo que seguirá desde ahora en adelante será el camino en el proceso penal que indefectiblemente conducirá a Martínez a una condena de prisión perpetua. Se tomarán más declaraciones testimoniales, se pedirán infinidad de pericias científicas, se analizarán numerosos elementos secuestrados, se escuchará la estrategia defensiva del imputado, se enviará la causa a juicio y se dictará la condena que dejará al femicida tras las rejas de por vida.

Lo que no se sabe si ocurrirá, desde ahora en adelante, son los cambios de fondo que la situación merece. En memoria de Fátima y de todas las entrerrianas asesinadas deberían desempolvar el Proyecto de Ley de Declaración de Emergencia en Violencia de Género para la provincia, que estipula una serie medidas necesarias para prevenir femicidios.

FUENTE: Diario Uno (José Amado)



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