Miguel Guarumba en Mandisoví

El padre Max Wendler aseguraba que “la figura de Guarumba es un símbolo y una reliquia de un pasado heroico. Indio misionero de alma simple y llana, que vive en los labios de los viejos pobladores que nos narran sus anécdotas, diluidas en las brumas de la leyenda”. – Especial de Roberto Romani.

Hijo de Domingo Guarumba y Francisca Acampipé, el bravo entrerriano de sangre guaraní nació con la Revolución de Mayo, y poco antes que Manuel Belgrano llegara a Mandisoví, de regreso de su Campaña al Paraguay.

César Manuel Varini cuenta que Miguel Guarumba “creció entre los fragores de las luchas de mediados de siglo, intervino en las principales acciones de la guerra en la etapa de la organización, demostrando un coraje a toda prueba.”

“Una lanza brava. Modesto, honrado, sin ambiciones políticas, que nunca manchó con la crueldad ni enlodó su espíritu en el odio o la traición; títulos suficientes para su grandeza”.

Combatió en Vences (1847) y en Caseros (1852). Se casó con María Salomé Tiraparé, el 21 de julio de 1859. Intervino en la Batalla de Cepeda (1859) y finalmente en Pavón (1861). Fue ascendido a coronel de la Nación el 17 de abril de 1875.

Es importante señalar que colaboró desde su Estancia San Gabriel con los inmigrantes que llegaron al norte entrerriano, guiados por Pablo Stampa, para formalizar la creación de Villa Libertad.

VALENTÍA. Como Pablo de la Cruz y Gaspar Tacuabé no supo de temores para enfrentar a las huestes enemigas.

Martiniano Leguizamón señala que la lanza de Guarumba era de “pesada y fuerte moharra de acero, con doble media luna y el ástil de palo de guayacán cubierto de hachazos, para testimoniar que no anduvo ociosa en los sangrientos entreveros”.

Falleció el 5 de marzo de 1890. Sus restos descansan en la Nueva Federación.

Linares Cardozo rescató su figura y cantó su leyenda con los gurises: “Indio coronel Guarumba, aguerrido y valiente caudillo federacionero, lanza tremenda en la gesta entrerriana. En la paz, era un hombre generoso, de nobles sentimientos con su gente. Amaba su tierra, las avecillas y especialmente sentía gran ternura por los niños”.

“Se cuenta que, ya anciano, solía sentarse a la sombra de un frondoso guaraniná a recibir la demostración de afecto de su pueblo, al que solícito atendía, interesándose por sus problemas. A los indiecitos, les hacía regalos y mientras saboreaba un mate le contaban algún juego en el que él participaba”.

“Después de su partida, los pequeñuelos tuvieron por costumbre traer yerba y arrojándola al pie del árbol amigo, cantaban como si Guarumba estuviera presente: El indio Guarumba viejo / se fue pero no volvió / buscando los entreveros / y el pumpororó y el pumpororó / Cunumicitos lo esperan / quieren volver a jugar / donde Guarumba mateaba / debajo del guaraniná”.

El autor

Nacido en Larroque, afincado en Gualeguay, viajero por parajes y ciudades de toda laya, Roberto Romani es poeta, escritor y periodista, compositor e intérprete, gestor y animador cultural, además de un enamorado de historias entrerrianas, tanto de escucharlas como de contarlas.

Estudioso de las costumbres y tradiciones, Romani es licenciado en Comunicación Social pero sobre todo un divulgador memorioso que disfruta de esta forma de intercambio.

Lleva publicado 23 libros, tiene en su hacer 13 grabaciones con música y poesía de la región y ha realizado dos documentales con rescates históricos y vivencias del litoral.

Recibió el Premio Santa Clara de Asís, la Faja Nacional de Honor de la Asociación de Escritores de la República Argentina, la declaración Prócer de la Cultura y la Mención de Honor Senador Domingo Faustino Sarmiento.

EL Diario



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