Los quinchos de Puerto Sánchez, un balcón a la costa ribereña

En calle El Pescador hay 15 quinchos. Vecinos de Puerto Sánchez apuestan a que el lugar se convierta en un paseo gastronómico obligado de turistas y paranaenses.

Al llegar a Puerto Sánchez uno siente que llega a otro mundo, lejos queda el bullicio, el cemento, la rutina, el ajetreo y también los lujos mundanos. Comienza la callecita de tierra prácticamente pegada al río Paraná, los primeros puestos de venta de pescado y el paisaje se engrandece con canoas, camalotes, plantas acuáticas, sauces llorones, casas y ranchos humildes a lo alto, ahí mismo en la barranca.

Quien de niño aprendió la Canción de luna costera hasta puede imaginarse a una joven Dominga Ayala de Almada caminando por la orilla, aquella mujer que junto a su hijo fueron la inspiración de Linares Cardozo para la creación de Canción de cuna costera, que forma parte del cancionero popular y llevó las claves genéticas de la cultura del barrio costero al mundo, traducida en 14 idiomas.

Doña Dominga vive en la actualidad en Crespo, junto a uno de sus hijos, el Gurisito Costero y la familia, y aunque se fue de Paraná tiene junto a ella los recuerdos de su embarcación Natividad, los días junto a su compañero Domingo Almada y su relación con la cerámica artesanal de inspiración aborigen.

La Falda del Morro

Puerto Sánchez marcha a ritmo propio, en un mundo sideralmente alejado del ajetreo de la ciudad que se mueve a muy pocas cuadras de ahí.

En sus inicios el lugar se utilizaba como puerto natural donde se cargaban palos, frutos y vacas. Fue conocido primero como La Falda del Morro y con el tiempo el nombre cambió, en honor a sus primeros habitantes. UNO visitó la barriada en uno de los días más fríos en lo que va de este invierno.

En medio de una llovizna persistente, al mirar al río era difícil distinguir la línea que dividía las aguas del cielo gris. La isla Curupí era sólo una marcha verdosa y allí mismo parecía que todo terminaba. Del otro lado, en la costa la visión era más clara y podía verse a perros juguetones en montañas de arena, las canoas alineadas entre los camalotes que arrastró la corriente y se fueron colando entre las embarcaciones, los comedores de pescado que los vecinos instalaron a la vera del Paraná como una alternativa económica ante la mala situación que viven a diario, la callecita cada vez mas estrecha, las casas humildes con carteles en los frentes en los que aparecen estampados los apellidos de sus dueños y algún que otro gurí de la costa, a pesar del clima, rebotando piedritas en el agua o haciendo los mandados.

El Paraná tiene historias de pescadores en todo su cauce, pero Puerto Sánchez es especial, con gente que se arraigó como juncal a la orilla. Y desde hace unos años, el paseo gastronómico que formaron los pescadores de la zona y sus familias en medio del entorno natural no sólo es una opción para degustar comidas típicas elaboradas en base a pescado, también es un balcón al río, una posibilidad de adentrarse a las historias que el mismo guarda y conocer por sus propios protagonistas la vida y hazañas de los baqueanos del río.

Jesica Escouboue es integrante de la comisión vecinal de Puerto Sánchez y en diálogo con UNO contó el origen de los quinchos de comida que se fueron instalando en calle El Pescador al final y hoy representan una alternativa económica importante.

Con sólo caminar unos metros, podés encontrar El Viejo Villalba, La Peña del Dardy, el comedor de pescado Sabor Bien Nuestro, Quincho don Pacú, El Quincho de Puerto Sánchez, entre otros.

La variedad es amplia, se puede degustar empanadas, albóndigas, postas fritas y a la parrilla, pescados enteros a la parrilla, pescado a la pizza y bocaditos. La variedad en pescados depende de la temporada, pero se pueden probar menúes en base a amarillitos, sábalos, dorados, moncholos, surubí, pacú y boga.

“Mariana Ríos fue quien creó el proyecto y entre todos comenzamos a trabajar para que las familias puedan comercializar sus productos. Entonces la idea fue que los pescadores traigan el producto del río y sus familias puedan darle valor agregado. No sólo es una posibilidad económica para nosotros, también está pensado para poder mostrar a los turistas y los mismos vecinos de la ciudad nuestra cultura e idiosincracia, que puedan sentarse en un quincho rústico impregnado con el espíritu del río, con el Paraná como paisaje natural y con la calidez de nuestra gente. Quienes llegan hasta acá muchas veces, si están dispuestos, de sobremesa escuchan las historias de nuestros pescadores, las experiencias en el agua, la vida del baqueano”, dijo Escouboue.

“Tenemos muchos quinchos de comida que hoy están trabajando a pleno. Llegando a calle Pescador al final son 15 comedores, entre ellos el llamado Sabores costeros donde funciona el centro de economía social de Puerto Sánchez. Está conformado por mujeres solteras y familias de pescadores que cocinan y venden, parte de lo recaudado es para las familias y la otra es para la olla comunitaria Melenita Despeinada, a la que acuden 70 familias de la zona”, especificó la vecinalista.

Aportó que en la actualidad se brinda la cena los días martes y jueves y los beneficiarios son gente de la zona. “Procuramos que sobre todo abuelos y niños puedan llevarse una comida calentita, sobre todo en estos días tan fríos”.

La olla comunitaria se sostiene con lo recaudado de Sabores costeros, y también gracias al aporte solidario de muchos comerciantes y vecinos comprometidos con la realidad y la situación económica, que realizan donaciones de alimentos y dinero.

“A todos los que colaboran con nosotros, a quienes cocinan y están pendientes de lo que se necesita, les estamos muy agradecidos porque es una obra de solidaridad que está sostenida por diferentes lazos y sin uno de ellos no sería posible”, indicó la paranaense.

Una mejora integral

La comisión vecinal de Puerto Sánchez gestiona desde hace tiempo el ensanchamiento de calle El Pescador. Con cada crecida y bajante del río, el vaivén del agua corroe un poco más la callecita estrecha y para poder brindar comodidad a quienes los visitan necesitan que la arteria de tierra sea más ancha y que se le coloque algún material, como el fresado que permita circular cómodamente aún en días lluviosos.

También solicitan la colocación de muros de gaviones (los muros de gavión son una técnica de la construcción que consiste en integrar cajas o jaulas de mallas metálicas de triple torsión hechas con alambre recubierto, y rellenarlas con piedras en diversos tamaños a fin de dar estabilidad a una estructura), mejoras en iluminación y en la infraestructura en general.

“Necesitamos la colaboración por parte de la Municipalidad de Paraná para que este paisaje costero, hermoso por naturaleza, adquiera un mejor aspecto aún, con farolas, cartelería indicatoria, canastos para los residuos, todo lo que colabore con el embellecimiento del espacio”, especificó la entrevistada.

Escouboue habló del paseo gastronómico y expresó que son algo más que emprendimientos privados. “Es el lugar más simbólico de Paraná y acá la gente puede venir a disfrutar del pescado de río, además colaboran con trabajo para las familias para que puedan darle calidad de vida a sus hijos”, dijo.

Agregó: “Los fines de semana viene muchísima gente a visitarnos y nosotros queremos mostrarle lo mejor que tenemos, por eso incluso otro de nuestros objetivos es ayudar a algunos vecinos que tienen quinchos de comida para que puedan acondicionarlo y de esa manera lograr una uniformidad”.

Explicó en este sentido que están trabajando en un proyecto para mejorar las condiciones de los quinchos que necesitan mantenimiento. “La comida de los propietarios es excelente y todo se realiza en un espacio de completa limpieza, por eso queremos que el lugar luzca atractivo y sea agradable para venir cuantas veces quieran”.

Jésica creció muy cerquita de allí, en El Morro. Su abuela era de Puerto Sánchez y también su prima, Mariana Ríos, así que su vida transcurrió entre los dos barrios.

A los 16 años se mudó definitivamente a Puerto Sánchez junto a su compañero de vida y de allí no piensa separarse, por el río, el paisaje y su gente.

“Es el lugar más hermoso para vivir, para que nuestros hijos crezcan. Acá todos los vecinos están siempre dispuestos a ayudar, a cuidarse unos a los otros. Los chicos crecen jugando en la calle, tranquilos, haciendo mandados y compartiendo entre ellos, porque todos tienen la mirada atenta para proteger o ayudar. Puerto Sánchez es mi lugar en el mundo, mi todo”, concluyó.

Buen pescador

César Giménez pasa sus días entre mallas, cuchillos y su canoa, herramientas de una raza de estirpe espinelera que pasa sus horas y sus días en un rincón costero acurrucado a los pies de la barranca, en medio de fogones barranqueros y coletazos rabiosos de algún sábalo en su último estertor. Acompañó a UNO en su recorrido por el barrio costero y contó de sus vivencias en el río, también se prestó para las fotos que ilustran la nota.

Coincidió con Jésica sobre la necesidad de darle no sólo más difusión a las actividades que se llevan adelante en Puerto Sánchez, como lo es La Fiesta de la Empanada, la carrera de canoas, espectáculos artísticos, fogones y concurso de repulgue de empanadas para gurises, que suscitan mucho interés en los visitantes, también en la necesidad de que se realicen ciertas obras por parte del Estado que revaloricen el sector y lo potencien.

El recuerdo de Juanjo

Con una misa en la gruta que instalaron frente a su casa, el viernes 14 los vecinos de Puerto Sánchez recordaron a Juanjo Páez.

“Juanjo Paez, un año… Un año ha pasado de aquel fatídico día, en el que Puerto Sánchez se despertaba en una mañana fría de un invierno crudo en el que la bajante y el poco recurso eran temas que preocupaban a los pescadores y familiares. Donde la esperanza estaba puesta en una poca pesca que les de el sustento”, publicó en sus redes sociales Mariana Ríos una de las referentes del barrio, cuando realizó la convocatoria a los vecinos.

“Nadie se podría imaginar que unas horas más tarde, la tragedia nos atravesaría a todos. El dolor nos congelaría más que la escarcha. Puerto Sánchez, perdía uno de los nuestros. Un hijo de pescador, un hijo de todos, ya no había regresado. El dolor tremendo, la tristeza, la angustia, la desolación nos rompía el alma día a día. Pero ni el frío, ni la lluvia, ni el viento nos detuvieron hasta encontrarte. Desde aquel día ya nada ha sido igual. Sólo el amor y la solidaridad nos han sostenido hasta ahora. Juanjo Paez vivirá por siempre en nuestros corazones”.

Juanjo tenía 18 años y desapareció el 14 de julio de 2022 mientras pescaba en la zona del Túnel Subfluvial. Prefectura, policía y todos sus vecinos colaboraron en la búsqueda. Lamentablemente tiempo más tarde su cuerpo sin vida fue hallado en la zona de puerto Alvear (departamento Diamante). Su gente no lo olvida. Una vez más un barrio que se une en la lucha, el trabajo y la solidaridad, se unió en la tristeza para acompañar y contener a quienes perdieron un ser querido, a un hijo de todos.

Invitación

En nombre de los propietarios de los quinchos, de las familias, de los pescadores y de toda la barriada, la integrante de la comisión vecinal invitó a recorrer Puerto Sánchez e impregnarse del espíritu de la gente costera y su río.

Una vida de pruebas, trabajo, empatía y solidaridad

Jésica elabora empanadas de pescado. Primero realiza los pedidos y acuerda un día de entrega. “Empecé con este emprendimiento hace muchos años para solventar los gastos médicos de mi hija Maia, que padece síndrome de Lennox”, explicó.

El síndrome de Lennox-Gastaut es un tipo de epilepsia intratable muy poco común. Los niños con esta afección tienen varios tipos diferentes de convulsiones. Pueden tener algún grado de discapacidad intelectual y retraso del desarrollo. “Con ella viajábamos al hospital Garrahan en Buenos Aires, después a una clínica de Rosario. Hoy tiene un tratamiento con cannabis medicinal, además tiene un botón gástrico y depende de mí, porque está en cama”, explicó la mamá de Maia. Por eso es que el sistema de venta de empanadas por encargue es el más conveniente para ella, porque puede cuidar de su familia y a la vez tener una fuente de ingreso. “Maia llegó cuando yo tenía 19 años. Con su papá emprendimos la lucha para darle una calidad de vida, y ella a cambio nos devolvió muchísimas enseñanzas. Hoy formo parte del Centro de Referencia Epidemiológica de Malformaciones Congénitas y de Enfermedades Poco Frecuentes de Entre Ríos (Cremcer, dependiente de la Dirección de Epidemiología del Ministerio de Salud) que funciona en el hospital San Roque. Acompaño a las familias, las contengo y aliento, porque entrar al mundo de la discapacidad o de estas enfermedades poco frecuentes es difícil. Uno espera con ansias que su hijo llegue saludable, y el panorama es distinto. Nuestros hijos son seres de luz, y de a poco hay que entender que las patologías no implican que es el fin del mundo. Es enorme el amor que sentimos por ellos”.

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