La postergación de eventos masivos: cómo subsiste la industria del ocio nocturno

El Covid-19 generó una crisis económica a nivel mundial y muchos rubros aún siguen sin poder asomar la cabeza en busca de salir a flote. Independientemente de las decisiones restrictivas, la economía sufrió el impacto que generó un virus desconocido, de fácil propagación y letal en los grupos de riesgo. Análisis Digital a través del programa de TV Cuestión de Fondo, realizó un informe sobre la situación en la provincia.

A la hora de analizar la economía sector por sector se encuentran diversas realidades. Hay sectores que se vieron beneficiados por la nueva normalidad, hay otros que están haciendo equilibrio y hay rubros que son los más perjudicados.

Los eventos masivos estuvieron prohibidos antes de que se disponga el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) limitándose en un primer momento a un límite de 40 personas en la provincia. A los pocos días, el gobierno nacional dispuso el ASPO y todo quedó suspendido.

Estamos hablando de la crisis de la industria del ocio masivo, que a diferencia de otros sectores, tiene un panorama más complicado en el futuro inmediato sin vacuna.

El programa Cuestión de Fondo (Canal 9 Litoral) realizó un relevamiento sobre los diversos rubros que componen dicha industria en la provincia y mostró indicadores que dimensionan la magnitud del problema.

Se trata en la gran mayoría de emprendimientos familiares que dan trabajo a mucha gente. La industria se compone con una diversa variedad de sectores que van desde la elaboración gastronómica hasta la seguridad.

En la provincia hay alrededor de 110 servicios de catering y unos 200 salones de fiestas. Según el relevamiento, los encargados de la música y el sonido alcanzan a 266 emprendimientos. Además, la suma de todos los departamentos y ciudades principales acumulan un total de 58 boliches bailables. El resto de los rubros acumulan unos 280 profesionales y trabajadores que se dedican a la fotografía, alquiler de vajilla, decoración, etc.).

Por ejemplo la ciudad de Paraná cuenta con 15 servicios de catering, 30 salones de fiestas, 40 DJ’s/sonidistas y 5 boliches en funcionamiento hasta la pandemia. Si analizamos los números de Concordia, observamos que hay 10 servicios de catering, 50 salones de fiestas, 70 dj’s/sonidistas y 4 boliches. Concepción del Uruguay tiene 15 servicios de catering, 8 salones, 40 dj’s/sonidistas y 2 boliches.

Gualeguay y Gualeguaychú tienen una fuerte actividad turística vinculada a este tipo de entretenimientos, que implican un agregado económico a la actividad normal de dichas ciudades. Gualeguaychú cuenta con 10 servicios de catering, 20 salones de fiestas, 70 DJ’s/sonidistas y 10 boliches; mientras que Colón tiene 8 servicios de catering, 16 salones, 17 DJ’s/sonidistas y 3 boliches.

El relevamiento permitió analizar datos que permiten observar la difícil situación. Entre el último fin de semana de noviembre y todo el mes de diciembre se proyectaban 11 noches con eventos masivos: recepciones, casamientos, cumpleaños de 15, entre otras. Es lo que compone la temporada alta de la industria.

Estamos hablando de 200 fiestas por cada una de esas noches disponibles, lo que en total son 2.200 eventos masivos que no podrán realizarse. Por cada una de esas noches trabajan en simultáneo unas 6.500 personas en toda la provincia.

En cuanto a las recepciones, en la provincia se calculan unas 700 fiestas de egresados por año. Algunas más grandes y otras más domésticas, pero todas generando que se mueva la rueda de estos sectores. El costo de una tarjeta antes de la pandemia rondaba los $2.000 y se estima que los organizadores del evento calculan un 20% de ganancia.

La pandemia obligó a todos a reunirse y se formaron grupos de Whatsapp en todos los departamentos. Desde ahí se busca trabajar en protocolos para lograr una habilitación durante la pandemia, pero muchos son pesimistas respecto a que pueda reactivarse la industria sin la vacuna.

A pesar de esto, ya hay problemas que se avizoran de cara a dicha reactivación: la diferencia entre lo presupuestado previo a la pandemia y los costos del momento de programar la realización; la cuestión emocional de los organizadores y la coordinación de todas las fechas entre los diversos emprendimientos.

Por último, las fiestas populares también debieron ser suspendidas y todas las evidencias son negativas a la hora de proyectar el futuro. Estamos hablando de 42 fiestas que ocurren a lo largo y ancho de la provincia, siendo la más significativa la Fiesta de Disfraces habitualmente programada para octubre/noviembre. También hay que incluir la incertidumbre respecto a los carnavales que hay en todos los departamentos de Entre Ríos.

FUENTE: Análisis Digital



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