Incendios en Corrientes: el fuego amenazaba, oraron a San Charbel y se extinguió

Un dicho expresa: “Creer o reventar”. Un incendio en el interior correntino se dirigía hacia la zona de la capilla San Charbel y a las viviendas de los pobladores, quienes aseguran que tras una oración al santo, el viento cambió de dirección.

La explosión de un fusible del tendido eléctrico generó chispas que cayeron en el pasto seco de la Ruta Provincial 25, en el paraje El Ceibo, del departamento correntino de Curuzú Cuatiá.

Ocurrió cerca de la capilla San Charbel. Las llamas comenzaron a extenderse rápido. En cuestión de segundos y empujados por el viento Norte, el fuego arremetió con todo a su paso.

El foco ígneo se dirigía a la capilla de San Charbel y hacia un bosque de eucaliptos y tacuaras, en dirección a las casas de pobladores.

Preocupados, los vecinos decidieron rezarle a San Charbel, el primer santo libanés beatificado por sus milagros en 1965 por el Papa Pablo VI y canonizado en 1977 por el mismo Pontífice.

Sus devotos se extienden por todo el mundo y son muchos sus fieles en Corrientes.

“Al ver el avance de las llamas, lo que hicimos es rezar a San Charbel para que el viento cambie de sur a norte y así las llamas no se acerquen a la capilla.

“Fue instantáneo, el viento cambió y junto a la acción de los lugareños se pudo controlar y apagar el incendio”, contaron a El Litoral los testigos del hecho.

Historia del santo

La historia de San Charbel y su devoción comienza en Beqakafra, región al norte del Líbano. Ahí nació, el 8 de mayo 1828, Youssef Antoun Makhlouf, quien años después, ya en el monasterio, adoptaría otro nombre.

A los tres años perdió a su padre, quien fue requerido por el ejército turco cuando se enfrentaban con las tropas egipcias. El padre murió justo cuando volvía a casa, por lo que su madre se encargó de Youssef. Con el tiempo, la mujer volvió a contraer matrimonio con un hombre también cercano a la religión.

Además de la influencia religiosa de su madre y padrastro, Youssef tenía dos tíos que pertenecían a la Orden Libanesa Maronita, de la que más adelante formaría parte, y con quienes convivía con frecuencia.

A los 23 años decidió tomar los hábitos; así fue como llegó a la puerta del convento de Nuestra Señora de Mayfouq, donde fue recibido como postulante y luego como novicio.

Cuando su madre lo fue a buscar, se dice que le advirtió: “Ve a ser un santo o regresa conmigo ahora”.

En el monasterio renunció a su nombre de pila y escogió el de Charbel. Dos años después profesó los votos perpetuos como monje en el monasterio de San Marón en Annaya, Líbano, y realizó sus estudios de filosofía y teología en el monasterio de San Cypriano de Kfifan.

Fue ordenado sacerdote el 23 de julio de 1859, y al poco tiempo regresó al monasterio de Annaya.

Su vida transcurrió en la comunidad, pero él anhelaba ser ermitaño. A los 47 años solicitó permiso para vivir en soledad y oración en la ermita de San Pedro y San Pablo. Comía una sola vez al día, y así vivió hasta los 70 años. Fuente: (El Litoral)



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