El saque que le cambió el rumbo para llevarlo a la Selección y a Europa

Abrazó fuerte la pelota. Como si fuera un juguete. Su juguete más preciado. Lo hizo con las dos manos, porque era demasiado grande y pesada para un nene de solo 8 años. En sus manos estaba la posibilidad de lograr algo histórico. Un hecho que podría marcar para siempre su futuro. Estaban solos, él y la pelota. Sabía que todas las miradas se posarían en esa acción.

Especial: Por Luciano Cornago

Luciano Vicentin, actual jugador del seleccionado argentino de vóley y el Bielsko-Biała Polonia, tenía la posibilidad de lograr su primer título, algo que no habían conseguido sus hermanos Sebastián y Silvana, que en ese momento ya integraban los seleccionados entrerrianos de vóley. Ocurrió de casualidad, como muchos creen que nacen y se escriben las mejores historias.

El mayor déficit de Luciano, que con escasos 8 años jugaba en categoría sub 13 de Argentinos Juniors en Paraná, era el saque. No por falta de talento, sino porque era muy chico y se jugaba con la pelota que usaban los jugadores de Primera. Con constancia, sin dejarse vencer ante la adversidad, Luciano se quedaba siempre después de los entrenamientos a practicar saques e intentar pasar esa pelota que tanto pesaba, hasta el otro lado de la red. No era en un gimnasio con techo, ni mucho menos.

La definición estaba en sus manos y enfrente tenía a un “gigante” del vóley entrerriano como Rowing. Obtener su primer título como jugador, dependía de si su saque pasaba o no la red. A pesar de la responsabilidad que tenía, lo resolvió de la mejor manera y en el momento más “caliente” del partido mostró su personalidad. El saque, que tanto lo había mortificado, terminó convirtiéndose en la llave para obtener el título. Luciano empezaba a entender que la constancia y el sacrificio daban sus frutos. Comenzaba a escribir su propia historia. La que él quería contar. La que soñaba y acuñaba profundamente.

“Nosotros vivíamos enfrente al club, mis padres me cruzaban la calle y me pasaba todo el día en Argentinos Juniors. Siempre soñé con esto, pero no lo tomaba como un trabajo. Es más, pasaba más tiempo jugando al fútbol que al vóley y a los 16 años tuve que elegir y me decidí por el vóley porque ya había formado parte de los seleccionados y eso hizo que inclinara la balanza para ese lado”, cuenta Luciano.

Fanático hincha de Boca y futbolero, prefiere ver un partido de fútbol antes que uno de vóley. Proveniente de una familia muy apegada al deporte, donde su papá Rubén y su madre Graciela, siempre acompañaron y apoyaron para que sus hijos practicaran deportes. Colaboradores incansables en las instituciones y acérrimos defensores de los clubes de barrios como Argentinos Juniors, donde Luciano se pasaba tardes enteras despuntando el vicio. Uno contra uno, o dos contra dos. Partidos a todo o nada cuya única recompensa era la gaseosa para el ganador del encuentro.

Con tan solo 21 años, Vicentin finalizó su primer temporada en Europa, donde con el Bielsko-Biała obtuvo dos copas de la Liga y jugó una gran cantidad de partidos, que le dieron el roce internacional que buscaba cuando dejó River y se sumó a esta aventura. Un balance más que positivo, donde vivir solo y alejado de la familia fue un aprendizaje constante.

“Fue bravo estar lejos de los seres queridos, es una parte dura que uno tiene que ir asimilando. Por ejemplo, pasé las Fiestas solo en el departamento y esas cosas se sienten. A pesar de que antes de venir traté de ir preparando mi cabeza, fue difícil. Pero todo fue pasando y de golpe se volaron los diez meses que duró la temporada y ya estoy para volver. De todas maneras hubo momentos bravos en los que bajé un poco la guardia. Ver el casamiento de mi hermano por un live de Facebook fue durísimo. En ese momento es como que me terminó de caer la ficha y fue el período más complejo que me tocó pasar. Todo eso me afectó, pero me sirvió mucho para crecer y hablar conmigo mismo», detalla. Hace una pausa y continúa: «Me vino bien. Los domingos eran los días más jodidos, porque acá por la religión está todo cerrado. En Polonia son ultracatólicos, los domingos no hay nada, pero me sirvió para fortalecer la cabeza”.

Bielsko-Biala está situada al sur de Polonia, con una población de más de 180.000 habitantes. Se encuentra al pie de los montes Cárpatos, muy cerca de la frontera con la República Checa y con Eslovaquia. Situada entre Cracovia y Katowice, Bielsko-Biala está compuesta de dos ciudades situadas en las orillas del Río Biała.

Bielsko y Biała. Dos ciudades que se unieron en 1951. Sus actividades turísticas se centran en la práctica del esquí, el senderismo y son muy conocidas sus rutas por las Montañas Tatra.

“El idioma fue una de las cosas que más me costó. El polaco es muy difícil. Antes de venir fui mejorando mi inglés porque todos lo manejan de la mejor manera acá y sabía que me iba a ser muy útil. Cuando llegué, el club me pagaba las clases de polaco donde aprendí lo básico», cuenta. Luciano iba todos los lunes con un profesor y al estar rodeado de gente que habla el idioma, lo fue entendiendo. «No lo manejo a la perfección, pero me hago entender y siempre que puedo, cuando voy al super o con algunos compañeros lo pongo en práctica”, admite.

Nacido en Paraná, comenzó a jugar voleibol en Argentinos Juniors, pasó por Estudiantes de Paraná antes de mudarse a Paracao y River. Jugó su primera Liga Argentina en la edición 2018-2019. Con la Selección disputó el Mundial U19 2017 y el Mundial U21 2019, para llegar finalmente al seleccionado mayor, su máximo objetivo y prioridad absoluta.

“Desde menores que estoy en la Selección y es donde más he aprendido. Me dio mucho. Una gran parte de lo que fue mi crecimiento es gracias a la Selección. Por la Selección llegué a donde estoy. Es sin duda mi principal objetivo. A la Selección no la cambio por nada», dice. Apenas llegue a Argentina, Luciano se va a sumar a los entrenamientos. «Tengo muchas ganas de estar con la familia y los amigos, hace diez meses que no los veo, pero la Selección está por encima de todo”, reconoce.

La convicción de Luciano Vicentin es total. Que nadie se atreva a ponerle un escollo por delante, porque el hará todo lo posible y más para superarlo. Como aquella vez cuando, con tan solo 8 años, el anhelado título de su equipo dependía de un saque. El suyo. Y no falló.

Fuente: entreriosplus.com



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