Cuanto peor, peor – Columna de opinión de Fabián Rogel

En este artículo, el dirigente radical y exdiputado nacional y provincial, exconvencional Constituyente y político de raza Radical,  Fabián Rogel,  cuestiona la “forzada mirada” de la vicepresidenta de la Nación, Cristina Fernández, cuando compara la realidad actual con el mandato del ex presidente Raúl Alfonsín.

Existió un viejo apotegma de la izquierda argentina: “cuanto peor, mejor”.

Por mi parte, siempre he sido de la idea que cuanto peor, más sufren las mayorías populares.

La ex presidenta de la Nación, Cristina Fernández, pareciera coincidir con el primero de los apotegmas. Y por estos días, además, ha utilizado una de las cuestiones que generalmente, en términos políticos, económicos y sociales, terminan siempre siendo odiosas, como lo es toda comparación.

Por estos días, ha elegido, para que su relato coincida con sus deseos, forzar una coincidencia de la realidad actual con el mandato del ex presidente Raúl Alfonsín.

Lamento desilusionarla señora, pero su forzada mirada no le permitió distinguir aquella realidad de la actual.

El precio de los commodities de aquel momento con los actuales no merecen comparación. Además, la fragilidad política en las que nos tocó gobernar, con dos asonadas militares y donde la CGT de Saúl Ubaldini nos realizó 11 paros, más los problemas económicos estructurales heredados del gobierno militar, donde el endeudamiento de todas las empresas públicas producía un condicionamiento incomparable, nos muestran que los escenarios no son para nada idénticos o siquiera parecidos.

Por lo descripto, la pregunta es ¿qué buscan la ex presidenta y los jóvenes de la militancia peronista autotitulados progresistas?

Debo darles una mala noticia; esta vez tienen la obligación de afrontar una realidad que siempre les ha costado asumir: no es fácil gobernar sin plata.

En lo personal, he seguido durante 40 años el derrotero del endeudamiento en la República Argentina, desde el último proceso militar en adelante, y no he escuchado, por estos días, ninguna propuesta económicamente racional acerca de cómo deberíamos haber afrontado la actual negociación con el FMI. Mucho menos por parte de la señora vicepresidenta.

Los problemas del peronismo o del Frente de Todos corresponde a ellos solucionarlos; claro está que hay un solo detalle que pareciera que la ex presidenta no tiene en cuenta: son gobierno.

Me siento cansado de que las diferencias en el peronismo se intenten saldar desde el propio ejercicio del gobierno.

En el juego democrático, para que se dé en su plenitud, deben respetarse máximas esenciales y así garantizar que el estado de derecho no se enrarezca y no comencemos a andar caminos que al país les costaron muchos sacrificios y, sobre todo, a los sectores más vulnerables.

Tampoco comparto la idea en la que se encuentran algunos dirigentes de mi partido, y de la oposición en general, de creer -como si se tratara de un partido de fútbol- que los desaciertos del actual gobierno, sumados a las operaciones de la vicepresidenta, nos colocarán de manera automática en el gobierno de las cosas: ¿Y el pueblo?

Estas miradas muy pequeñas de ambos lados, mediocres, olvidan que hay un pueblo que está solo y espera.



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