Agustín Rossi: “Tenemos que dejar de mirarnos entre nosotros para mirar más a la sociedad”

Agustín Rossi es un dirigente respetado en todos los espacios del peronismo. En el kirchnerismo le valoran su lealtad en los años donde Cristina Kirchner gobernaba. En el albertismo lo ven como un ministro sin cargo. Alguien que debería volver para cambiar el perfil de los años de gobierno que le quedan a Alberto Fernández.

El “Chivo”, como se lo conoce en la política, está harto de los rumores sobre su posible regreso al Gabinete. En diálogo con Infobae, dijo que aporta “desde el llano” y le pidió a los integrantes de la coalición “poner en una cápsula” los cruces y tensiones que se generaron durante el último mes y profundizaron la crisis del gobierno.

“La lapicera la tiene el Presidente. Hay que fortalecer la gestión y es él el que debe tomar las decisiones que tenga que tomar para llevar adelante ese proceso”, sostuvo durante en un extenso reportaje.

—La coalición de gobierno atraviesa un momento difícil. Alberto Fernández y Cristina Kirchner no se hablan. Faltan dos años de gestión. ¿Cómo se puede seguir adelante?

—Hay que tratar de recrear el espíritu del 2019. Cuando se constituyó el Frente de Todos nadie le preguntó al otro qué había dicho hace un mes o un año atrás. Se constituyó detrás de un objetivo, que era terminar con los cuatro años de experiencia neoliberal en Argentina. Lo que tiene que hacer la coalición ahora es mirar hacia adelante.

—¿Qué implica?

—Trazar un plan de gestión, con las medidas que sean las más consensuadas por todos los sectores y, al mismo tiempo, dejar de mirarnos tanto entre nosotros para mirar más al conjunto de la sociedad. La totalidad de la coalición tiene una deuda pendiente, que es cumplir con el compromiso electoral que generamos en el 2019, cuando le dijimos a los argentinos que le íbamos a ofrecer una mejor calidad de vida. Es un error creer que la contradicción principal es el FMI, cuando en verdad es el neoliberalismo en la Argentina.

—Es decir, menos diferencias propias y más con la oposición.

—El Fondo viene porque tuvimos un gobierno neoliberal, pero vino el 50% de inflación, el 40% de pobreza, la indigencia alta y un plan de desindustrialización. Todo eso vino. No teníamos las condiciones como para decirle al Fondo que prescindíamos de sus servicios. Hubo que negociar y refinanciar una deuda que nos permite tener cuatro años y medio de ventana de tiempo como para recomponer y profundizar el crecimiento de la economía argentina. Hay que resolver y atacar cada uno de estos problemas.

—El problema más grave es la inflación

—Sabemos que la inflación es un problema multicausal, que no hay una medida que resuelva la alta inflación de un día para el otro, y menos de una economía indexada. Pero hay que tomar medidas y el Gobierno las está tomando para ir acotando y aminorando esa inflación. Y mientras tanto lo que tenemos que garantizar es que las jubilaciones, los salarios y las pensiones estén siempre por encima de la inflación. Así como tenemos una economía con inflación alta, tenemos una economía con alto nivel de crecimiento. Hay que diseñar políticas públicas para que impacten en las mejoras de esos indicadores sociales.

—¿Cuáles?

—Así como Cristina diseñó la AUH en el año 2009 y eso generó que desapareciese la indigencia en la Argentina, hay que discutir una medida como el ingreso básico universal, que puede permitirnos trabajar en ese sentido hasta que los niveles de crecimiento económico generen los niveles de empleo que nosotros aspiramos o que la condiciones de la económica argentina saquen la mayor cantidad de argentinos de la pobreza. Me parece que estas son las cosas que tiene que discutir la coalición. El acuerdo con el Fondo ya está.

—¿Ahí debería estar el foco de la gestión?

—Con una buena gestión la coalición va a llegar con potencial electoral para el 2023, para evitar que vuelva el neoliberalismo en la Argentina. Ese tiene que ser uno de los objetivos. Con la unidad a secas no alcanza, pero sin la unidad no se puede. Parafraseando aquella frase que Alberto decía sobre Cristina. Ese es el camino que tenemos que buscar. Hay que dedicarse a resolver los problemas de los argentinos.

—El acuerdo con el FMI generó una división interna, pero las diferencias entre los sectores van más allá de esa negociación y tienen que ver con cómo encarar la política macroeconómica. Es más gruesa la diferencia.

—En donde se ha expresado más claramente la disidencia es el acuerdo con el Fondo. Después está claro que hubo miradas si había ajuste o si no había. El Gobierno diciendo, con (Martín) Guzmán a la cabeza, que no hay ajuste porque lo que hay es un aumento de la recaudación y un aumento del gasto. Los otros dicen “podrías haber gastado más”. Esa es una discusión política y técnica. Entiendo que eso pueda existir en el marco de una coalición en donde hay diferentes miradas. Pero lo que yo digo es que esto ya pasó. Veamos que hacemos de acá para adelante.

—Entonces, usted entiende que hay que dejar atrás los conflictos internos y avanzar en la gestión sin tantos cruces.

—Yo creo que en el espíritu que nos encontramos en el 2019, era un espíritu donde vos no te cruzabas con un compañero del Frente Renovador y le decías: ¿Por qué votaste a favor de tal cosa y yo voté en contra? No. Trazamos una raya y nos pusimos de acuerdo en que era lo que teníamos que ir a buscar en las próximas elecciones. Ahora hay que recuperar ese espíritu. ¿Cómo se recupera? ¿Con reuniones? Ya hicieron reuniones. No en este momento de crisis, pero Alberto y Cristina se reunieron a solas una cantidad de veces en estos dos años de gestión. También hubo reuniones de mesas más amplias. No se resolvió nada porque llegamos a esta situación.

—¿Entonces?

—Explicitemos que es lo que vamos a hacer de acá al 2023. Si eso es un denominador común, que todo el mundo tiene un consenso o un grado de acuerdo, fortalezcamos la gestión ahí. ¿Esto significa obviar las diferencias políticas? No. Con esto se fortalece la gestión y quizás el año que viene lo que haya dentro del Frente de Todos sea una gran PASO para elegir al Presidente.

—¿Esa decisión quién la tiene que tomar?

—Soy un convencido que, tal como dijo Cristina, la lapicera la tiene el Presidente. El que toma las decisiones en última instancia es el Presidente. Ahora, si se explicita hacia donde vamos, si entendemos que con la unidad sola no alcanza, si aparecen políticas públicas para mejorar la calidad de vida de los argentinos podemos encontrar un camino de consenso. Propongo un acuerdo para fortalecer la gestión.

—¿Eso implica dejar las cartas de lado, bajar el tono de las declaraciones, hacer un esfuerzo en toda la coalición para no seguir cruzándose?

—No le escapo al debate. Me parece bien una carta, me parece bien otra carta, me parecía muy mal que haya una tercera carta. Lo que hay que pensar es de aquí para adelante. Me parece que cada uno desde su lugar tiene que hacer un aporte para tratar de regenerar ese clima de concordia que existía previamente a la constitución del Frente de Todos en el 2019. No digo que sea igual, digo que se aproxime a una circunstancia de esas características. Todos tendríamos que bajar un tono y mirar que es lo que hay que llevar adelante.

—Pasaron muchas cosas en estos dos años de gestión. La crisis post PASO, las cartas de Cristina Kirchner, la renuncia de Máximo Kirchner a la presidencia del bloque. ¿Con la decisión de La Cámpora de votar en contra del acuerdo con el FMI se cruzó un límite y por eso están todos en estado de ebullición?

—Todo lo que describís quedaba circunscripto a una crítica, a una carta, a una reflexión, a una mirada específica sobre algunas cuestiones. Pero no se había expresado en una disidencia como esta última. En un tema importante como fue el acuerdo con el FMI, hacia el interior de nuestro espacio político, se generó una disidencia que se expresó en el voto negativo de una cantidad de compañeros. Cuando fue la carta de Máximo para explicar la renuncia a la presidencia del bloque, yo me imaginaba que en esa carta había un límite a la disidencia. Limitar el lugar, que era la presidencia del bloque, y a un tema que era el acuerdo con el FMI.

—Pero no fue así. Votaron en contra y profundizaron la crisis interna de la alianza política.

—Hay que poner lo que pasó en este mes y medio alrededor del acuerdo con el FMI en una cápsula. Poner un paréntesis. Tenemos una responsabilidad superior que es cumplir con ese contrato electoral que fijamos con los argentinos. Lo firmamos todos: Alberto, Cristina, Máximo, Massa, los gobernadores. Todos les dijimos a los argentinos que peleamos durante cuatro años de neoliberalismo y que construimos esta unidad en la diversidad porque de esta manera le vamos a dar una mejor calidad de vida. Eso está pendiente. En eso hay que poner todas las energías y los esfuerzos. Hay una cantidad de complejidades. Eso también es real.

—¿Cuáles?

—El peronismo está gobernando por primera vez con una arquitectura de coalición. Es una arquitectura glamorosa al momento de presentarse y ganar elecciones, pero después muestras sus limitaciones al momento de gestionar. Hay que tratar de fortalecer una dirección en la gestión y que el Presidente tome las decisiones que tenga que tomar para llevar adelante todo esto.

—¿La coalición, como metodología para gobernar, fracasó?

—Digo que tiene sus complejidades. Es un acto complejo. No es un acto unidireccional. El Presidente siempre ha tratado de preservar que en el Gobierno se vea reflejada la coalición. Para eso tiene que haber hombres y mujeres que provengan de los distintos actores que integran la coalición. Y, al mismo tiempo, tiene que preservar una buena gestión y evaluar a sus funcionarios. Tiene que encontrar permanentemente el equilibrio.

—Hay funcionarios, ministros y dirigentes que dicen que la coalición ya se rompió. Que no hay vuelta atrás. ¿A ellos qué mensaje les diría?

—A mí me parece que hay que encuadrar bien el problema. ¿Cuál es la disputa política en Argentina? Para los militantes del campo nacional y popular es que no gobierne el neoliberalismo en Argentina nuevamente. No solo nos dejó el FMI, nos dejó una deuda irresponsable. Se puso mucha energía en el debate del acuerdo con el FMI. Demasiada energía se puso, cuando hoy otra cantidad de debates pendientes. La discusión de la inflación, cómo bajamos la pobreza, que son temas importantes. Tenemos una economía que tiene desafíos como la inflación, pero que también tiene méritos como el del crecimiento económico.

—¿Cree entonces que se va a cumplir el acuerdo con el FMI?

-Sí, lo vamos a cumplir. Salvo cuestiones externas. Que el desequilibrio macroeconómico que genera en el mundo esta alza de los precios de los commodities, producto de la invasión de Rusia a Ucrania. ¿En dónde fracasaría el Frente de Todos? No sería en acordar o no con el Fondo. Sería que en el 2023 no tengamos una opción electoral para generarle a los argentinos una expectativa que no sea otra que volver a Macri. Esa es la mirada que cualquier dirigente con responsabilidad institucional y política tiene que tener. No es FMI o campo nacional y popular. Es el neoliberalismo o el campo nacional y popular. Esto hay que sostener. A todos mi compañeros les aconsejaría que dejemos de mirarnos entre nosotros y que pensemos en el conjunto de argentinos que nos votó en el 2019.

—¿Hay una tendencia en el peronismo de caer en un espiral de discusión interna permanente, que deja a la gestión en un segundo plano?

-Si eso fuese así, no debería suceder. No es el peronismo así. El peronismo es tomar el gobierno o el pedazo de poder que te genera administrar el Estado y resolver los problemas que se generan. Como dije antes. Una carta si, otra carta también, una tercera carta, no. Sino es como me dijo un amigo: parecen radicales universitarios. El peronismo es otra cosa. Hay que salir de esta cuestión.

—No es el primer dirigente que plantea que hay que volver a las bases de lo que fue la fundación del Frente de Todos. Esa coalición que se forjó en el 2019 ya no existe, después de tantos tropiezos y discusiones, además del desgaste normal de la gestión.

—Comparto eso que decís. Por eso hablo de recrear el espíritu, no digo que sea igual. No digo que estos dos años hayan pasado inocuamente. Hay que recrear el espíritu para mirar hacia adelante. O recrear un nuevo espíritu y que el que aparezca sea un nuevo ordenamiento de la coalición. Si nos seguimos mirando entre nosotros y viendo qué declaración hizo el otro, estamos empantanados, corriendo en el barro. Lo único que hace es desgastarte. Y cuando uno se desgasta, tiene menos energía para hacer las cosas que tiene que hacer. Ese es el camino. Tuvimos una disidencia, es cierto. También hay que darle tiempo al tiempo para que las cosas se vayan regenerando. Mientras tanto el Gobierno tiene la responsabilidad de gestionar.

—¿Es un matrimonio en el que hay que darse una nueva oportunidad?

—No. No lo hablo en términos personales. Para mi es en términos políticos. Es el término de la responsabilidad política. La gestión tiene que resolver todo lo que tengamos de acá para adelante. Claramente cada uno tendrá su relato de lo que pasó en estos dos años y medio. Desconocer la pandemia, la guerra, la magnitud de la crisis económica, las políticas de contención social, el arreglo con los fondos privados… Cada uno pondrá su acento donde haya que ponerlo. Esto no pasó inocuo para ninguno.

—Alberto Fernández deslizó que quiere ser reelecto. ¿Cuánto le perjudica el desgaste que hay sobre su figura por la crisis del Gobierno y que tan viables es proyectar esa construcción política con el crecimiento de la inflación que la Casa Rosada ya estima?

—Lo ilógico sería que el Presidente no pretenda su reelección. Cualquier argentino que llega a ser presidente no se imagina gobernando cuatro años, sino ocho. Lo que le permite el límite constitucional. Lo mismo pasa con los intendentes, con los gobernadores. Es lógico que el Presidente imagine esa posibilidad de reelección. Lo deseable hubiese sido que el Frente de Todos vote monolíticamente unido, que no se genere este debate que tiene repercusión sobre el Gobierno. Lo único que uno no puede hacer en política es voluntarismo, la única verdad es la realidad, tenemos este problema y tenemos que resolverlo como hemos resuelto tantos problemas.

—¿Y respecto al condicionamiento de la inflación?

—Hay un camino que el gobierno no tiene que volver para atrás. Los salarios, jubilaciones y pensiones tienen que estar siempre por encima de la inflación. No podemos ir a un escenario donde pierdan poder adquisitivo. Hay una serie de medidas que van a ir aminorando la inflación, pero que no se va a resolver de un día para el otro, porque no hay una sola medida que lo resuelva. ¿Y el trabajador informal? Para ellos se necesitan políticas activas para bajar los niveles de pobreza e indigencia en el país. El Gobierno debe analizar la posibilidad de un ingreso básico universal, en un año donde creo que va a tener buenos indicadores fiscales.

—¿Hay que profundizar el trabajo del consejo económico y social, y de la mesa con sindicalistas y empresarios?

—Es una tarea que se viene llevando adelante y se viene haciendo bien. Nosotros somos defensores de un capitalismo productivo. En donde defendemos al trabajador y defendemos a quien invierte para producir. Perón habla de 50% para el capital y 50% para el trabajo. Es lo que planteaba como modelo de distribución del ingreso. Del 73′ a la fecha apareció el capitalismo financiero que, en gran parte, se termina quedando con la mayor tajada de la rentabilidad y lo que se produce. Lo que tenemos que regenerar en Argentina es un modelo capitalista que fortalezca las inversiones de capital productivo y defienda a los trabajadores que generan el movimiento de ese capital.

—¿Y el funcionamiento del Consejo Económico y Social?

—Es un organismo que tiene miradas mucho más estratégicas de hacia dónde tiene que ir la Argentina. Después de muchos años, Alberto lo llevó adelante. Es una buena ingeniería. Ese es el camino que ha elegido el Presidente. Él dice que es un hombre de diálogo, que busca el consenso, la persuasión y que no busca la imposición. Tiene ese método. En esa mirada, el consejo es un lugar de encuentro. Hay que tener políticas activas que le permitan tener a cualquier argentino un ingreso básico asegurado.

—Sonó muchas veces como candidato a volver al Gabinete. ¿Va a volver? ¿Habló con el Presidente? ¿Se cansó de los rumores?

—Sí, me tienen totalmente cansado los rumores. No es mi estilo estar operando para un potencial regreso al Gabinete. No hablé con el Presidente de eso, ni con otro ministro, ni con un periodista. Tengo absolutamente claro que en esta etapa me toca aportar desde el llano y lo hago con gusto. No tengo ansiedad para volver al Gabinete y me ubico donde te ubica el sistema político al cuál perteneces.

—¿Y qué lo desgasta de los rumores?

—Cuando los rumores son tan persistentes en el tiempo, terminan cansándote. Sobre todo porque vos no lo generas. Además, porque involucran a otros compañeros que están ejerciendo sus funciones. Y a esos compañeros yo les tengo aprecio y respeto. Me siento más cercano a unos que a otros, pero con todos compartí algún momento de gestión o la militancia en el Frente de Todos. No me gusta estar en una situación donde yo no busco estar.

—¿Se sanaron las heridas después de su salida del Gabinete por la decisión de jugar electoralmente en la provincia de Santa Fe?

—Heridas no tengo ninguna. Si tengo una valoración política. Creo que fue una decisión política acertada la que tomamos en Santa Fe. Creo que el Frente de Todos se equivocó al plantear la cuestión de listas únicas o muerte. Eso me hizo poner en un lugar donde yo nunca estuve, que casi que estaba traicionando o desobedeciendo una decisión de la máxima dirigencia del Frente de Todos. Se tomaron una cantidad de decisiones que parecía que adentro del Frente de Todos no se permitían las diferencias. Y la verdad es que yo estaba disputando una senaduría por mi provincia, cosa que completamente lógica para un dirigente que tiene 40 años de vida política en Santa Fe.

—¿Qué le generó?

—Lo más natural hubiese sido competir. Desdramatizar la situación. Se hizo todo lo posible para que yo no exprese esa disidencia en la provincia. No tengo heridas ni con Alberto ni con Cristina. Sigo teniendo el mismo afecto y respecto. Charlo con Alberto y con Cristina. Más con Alberto que con Cristina. Se equivocaron cuando plantearon las cosas como las platearon. Tendrían que haber dejado que yo pudiese expresar mi idea y la de un grupo de compañeros, y que eso no significase ninguna represaría. De los 24 distritos de la Argentina, en 17 ganaron los frentes que tuvieron PASO. Y el 17 de noviembre, tres meses después de que había planteado la PASO en Santa Fe, el Presidente dijo que en las próximas elecciones iba a haber PASO desde el último concejal hasta el presidente de la Nación.

—¿En su proyecto político en Santa Fe todavía está la posibilidad de competir para ser gobernador?

—César Luis Menotti y Marcelo Bielsa decían que si vos tenés un cuadrado y querés ir a vértices contrapuestos y en el medio hay un jardín, el camino más corto es la diagonal. Pero que si recorrés ese camino, lo que hacés es pisar las flores. Lo lógico, aunque sea el camino más largo, es recorrer el perímetro del cuadrado y no utilizar ninguna de las diagonales. Yo me equivoqué en el 2019 en hacer una diagonal y acordar con (Omar) Perotti. Porque entendí que era la forma que tenía el peronismo de ganar las elecciones en la provincia. Y lo que tendría que haber hecho es hacer lo que estoy haciendo ahora. Que es potenciar a un dirigente joven, como Leandro Busatto, para candidato a gobernador.

—¿En qué siente que se equivocó?

—Tendría que haber reafirmado el camino que había hecho en el 2017, que era presentarme a unas elecciones, expresando lo que soy. En el 2019 cometí un error y pisé las flores. Por suerte las flores han vuelto a crecer y voy a intentar ese camino, el de apoyar a un dirigente joven, que tiene 41 años, que es el tercer periodo como diputado provincial que lleva adelante. Creo que tiene la capacidad y el conocimiento para ser gobernador de Santa Fe. Es además el dirigente mejor posicionado del peronismo para ser candidato.

—¿Por qué?

—En Santa Fe nos vamos a encontrar con un frente de frentes en el que se va a unir lo que es Cambiemos con el Frente Progresista. Es muy probable que ese sea el escenario. Y ese Frente va a estar hegemonizado por la derecha, por Cambiemos. No va a tener la pátina socialista como fueron los gobiernos de (Hermes) Binner, (Antonio) Bonfatti y (Miguel) Lifstchitz. Va a tener la pata de Cambiemos. Un candidato del PRO y un radical de derecha. El conservadurismo en la provincia va a tener ahí su candidato. Al peronismo le queda el peronismo como base electoral y todo lo que es la gran familia progresista. Leandro puede ser ese candidato que represente cabalmente al peronismo y que interpele al progresismo. Ese es el camino que debe buscar el peronismo en las próximas elecciones.

Especialinfobae.com.



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