A partir de 30 vacas en ordeñe, en Lucas Sud montaron una industria quesera que se proyecta al país

La Antonieta se llama el tambo quesería de Carolina Morrinson y Alejandro Hoet Avalle, un matrimonio que empezó a producir leche en Paraná hace 17 años, pero ya llevan 14 haciéndolo en un campito de Villaguay.

Su opción por la sustentabilidad y la ambición de crecer en un paisaje algo extraño para la lechería los llevó a evolucionar en todos los sentidos posibles: el rodeo inicial fue Holando y ahora es dominado por el Pardo Suizo; la sequía los impulsó a cultivar forrajes hidropónicos; y en materia de industria pasaron de los tradicionales quesos bola a una amplia variedad de especialidades. En resumen, durante la recorrida de Campo en Acción quedó claro que hacen de todo menos quedarse quietos.

El nombre de la firma viene de una de sus vacas preferidas, y Carolina así lo explicó: “Teníamos una vaca que dimos por muerta un montón de veces, se las bancó a todas. La teníamos en Paraná y cuando nos mudamos a Villaguay la trajimos, la largamos en el monte para que termine sus días y siguió apareciendo. Le pusimos La Antonieta porque las pasó a todas”.

El camino hacia a la elaboración de quesos se fue dando a partir de las complicaciones que aparecían para entregar producción primaria. “En Villaguay no es fácil que alguien venga y se lleve la leche” fundamentó Alejandro y siguió con que “nos pusimos a evaluar alternativas y la industria surgió como una salida interesante”. Así las cosas, desde 2015 elaboran en su propia planta.

“Los quesos son un valor agregado, nos llevó tiempo, paciencia y mucho trabajo” describió la productora antes de enumerar que, tras la consolidación con el queso bola, variaron hacia el barra, sardo, holanda, gouda, pategrás. Y el plan es avanzar, una palabra repetida por la pareja durante la conversación con Campo en Acción. “El aprendizaje es constante” coincidieron.

Es más, cuentan con una receta propia para sumar identidad a la firma. Se trata de un queso que llamaron Villaguay. “La idea es mejorar en presentaciones, tener un perfil propio, con personalidad; mantener una línea y sentir orgullo de nuestros quesos es central”, aportó la experta, al dar cuenta de la misión de la empresa familiar.

Por el andarivel de la producción primaria hay que decir que industrializamos todo el ordeñe propio y comprar algo extra. La sequía les pegó duro y andan por los 300 litros diarios, cuando lo habitual es el doble.

La base del establecimiento, además del pasto, son unas 30 vacas en producción. “Veníamos de un rodeo 100% Holando, pero nos largamos a experimentar y ahora tenemos cruza con Pardo Suizo” determinó Alejandro. Primero inseminaron y la actualidad muestra que cuentan con sus propios toros y vaquillas. Las razones del cambio en la palabra del tambero: “Villaguay es una zona muy ganadera y vender acá terneros Holando se difícil; cuando probamos que el Pardo es tan lechero como carnicero avanzamos y logramos facilitar las cosas ya que comercializamos bien los terneros y las hembras nos sirven muy bien en el tambo”.

Como a la mayoría, la seca los golpeó pero no tanto como para tumbarlos. Cuentan que el evento climático “nos hipotecó el año productivo”. Su salida del trance es a través de la implantación de forraje hidropónico. “Es muy factible de hacer” aseguraron y Alejandro contó el derrotero: “Lo teníamos en mente, así que hablamos con otros productores que lo hacen en Misiones y Chaco y acá hicimos pruebas chicas que resultaron bien. La técnica nos permite tener pasto en poco tiempo, todos los días y con una inversión mucho menor en comparación a un silo o la implantación de maíz”.

Por si fuera poco, Carolina puso en valor que se encuentran en transición hacia la agroecología. “Es una decisión que tomamos a conciencia, no tenemos certificación pero vamos por ella”, precisó.

Fuente: campoenaccion.com



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