A 21 años de no saber absolutamente nada de la Familia Gill

No hay pistas. Ni rastros. Nada. Nadie sabe qué pasó con ellos. No se sabe si están vivos o muertos. Si viajaron a otra ciudad y buscaron el anonimato y la distancia. O si están más cerca de lo que nadie cree, y sepultados bajo tierra sin tumba ni cruz.

Rubén “Mencho” Gill, en 2002 de 55 años; su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26, y sus hijos María Ofelia de 12, Osvaldo José de 9, Sofía Margarita de 6 y Carlos Daniel de 2, fueron vistos por última vez  en el velorio de un amigo de la familia, el 13 de enero de 2002, en Viale, a treinta kilómetros de La Candelaria, el campo en el que vivían y donde el hombre trabajaba como peón, en Crucesitas Séptima, departamento Nogoyá. Fue la última vez que se los vio con vida. Después, su destino es un misterio.

Este viernes 13 se cumplen 21 años de la desaparición de la familia Gill.

La Justicia nunca pudo dar con nada que condujera a correr el velo a ese misterio. La causa, dos décadas después, tiene la misma carátula que al inicio: “Averiguación de paradero”.

Una de las hipótesis es que estén muertos, enterrados en el campo La Candelaria. El dueño del campo, Alfonso Goette, fue demonizado y sobre él cayeron todas las sospechas pero nunca hubo una pista cierta. El propietario de la estancia La Candelaria y patrón de los Gill, Alfonso Francisco Goette, murió en un accidente de tránsito. Fue la noche del jueves 16 de junio de 2016. Una mala maniobra provocó la salida de la ruta, el despiste y el vuelco de la camioneta Nissan Frontera que conducía el hombre, entonces de 70 años. Las heridas producidas en aquel vuelco, ocurrido en la intersección de las rutas 32 y 35, lo llevaron a la muerte.

La muerte de Goette produjo un giro inesperado en la causa. Armando Nanni, un contratista rural de Tabossi, que supo realizar trabajos de siembra en el campo de Goette, y que conocía a “Mencho” Gill, se animó entonces a hablar.

Nanni no había querido hablar antes por “miedo” a Goette. Pero con Goette muerto, acudió a los Tribunales de Nogoyá, y habló con el magistrado a cargo de la causa, el titular del Juzgado de Transición, Gustavo Acosta.

Y dio un dato: que los Gill no se fueron de viaje ni están en otra provincia sino que podrían estar en el mismo lugar donde siempre, la estancia La Candelaria. Muertos. Y enterrados.

Y aportó una pista que ahora sigue la Justicia: que veinte días antes de que desapareciera la familia, en el verano de 2012, “Mencho” Gill cavó dos pozos, uno en el lecho de un arroyo que entonces estaba seco.

El lunes 23 de octubre de 2017 hubo un allanamiento en el campo La Candelaria, cuyo casco principal está desocupado. Fue una primera inspección ocular de la Justicia.

La Candelaria se dio vuelta, se recorrió de palmo a palmo, se excavó en los sitios donde Nanni creyó haber visto a Gill cavar, y nada. El trabajo se hizo con maquinarias de la Dirección Provincial de Vialidad. Despúés, quedó bajo la dirección del Equipo Argentina de Antropología Forense, que se sumó en 2019. Tampoco nada.

El juez de la causa, Gustavo Acosta, titular del Juzgado de Garantías y Transición de Nogoyá, que tiene a su cargo la investigación desde 2015, acudió a un vidente de Gualeguaychú, intentó una entrevista con el cura sanador de Rosario Ignacio Peries, siguió pistas, encontró testigos, acudió al Gobierno Nacional para que, en 2022, pusieran una recompensa a quien pudiera dar datos.

Ahora, el Consejo de la Magistratura de Entre Ríos llamó a concurso para cubrir el cargo de juez de Garantías y Transición de Nogoyá. Acosta no se inscribió para poder participar. Se va de Nogoyá, y deja la causa.

María Delia Gallegos, mamá de Margarita Gallegos, impulsora por años de la pesquisa para dar con su hija, sus nietos y su yerno, está ahora complicada de salud. Su otra hija hizo una presentación para constituirse también como querellante y continuar la tarea de la madre. Rosa Mabel Chavez, tía de los niños desaparecidos, pide constituirse en querellante. La representa el abogado José Daniel Casas Gerber.

No es la única. Andrea Goette y Maria Goette son las hijas de Alfonso Goette, heredas del campo La Candelaria, y también piden participación y acceso al expediente. Están representadas por los abogados Pedro Fontanetto y Germán Palomeque.

Cuando concluya la feria de enero, y antes de dejar el Juzgado de Nogoyá, el juez Acosta tiene que resolver esas peticiones.

Pero nada de todo eso echará luz sobre el destino final de los Gill, que sigue siendo un misterio más de dos décadas después, destacó Entre Ríos Ahora.



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