Tambos familiares de Entre Ríos a la deriva: Las razones del declive y cierres en el sector

Juan Balbi, un hombre referente de la producción lechera, analizó la situación y lamentó haberle puesto fin a uno de sus tambos, tras 38 años de producción lechera. Informes estadísticos reportan 49 tambos cerrados en el último año, denotando que el desplome del ejercicio de la actividad continúa, en la espera de políticas públicas contundentes para el sector.

El esplendor de los tambos familiares entrerrianos se ha ido desvaneciendo e incluso, se acelera el proceso de decaimiento, por múltiples factores, que requieren respuestas urgentes de parte de las autoridades. Entre Ríos es una provincia que no deja de perder tambos. Así lo revela un informe de la Federación de Asociaciones Rurales de Entre Ríos (Farer), que da cuenta del cierre de 49 puntos de producción lechera en el último año. Sólo quedan en la provincia 624 establecimientos lecheros y se pasó de 84.187 vacas en producción a 60.405 cabezas, una caída del orden del 18% o una pérdida de 14.782 vacas. 

En declaraciones a FM Estación Plus Crespo, Juan Balbi, presidente de Cooperativas Agropecuarias Federadas de Entre Ríos Coop. Ltda. (CAFER) y reconocido dirigente del sector lechero, brindó un minucioso análisis de las circunstancias que atraviesa el sector y que desembocan en el cierre de los tambos.

Millones de litros de leche que ya no se producen en pequeños tambos

¿Cierran unos para crecimiento de otros?, ¿Cómo se mantiene la respuesta a la demanda?, ¿De dónde sale la leche que se consume?, son interrogantes que surgen ante los datos estadísticos y que Balbi explicó: «Se concentra en menos manos. Desde hace 25 años a esta parte, la Argentina está en un nivel de producción de 11.000 millones de litros anuales y medianamente se mantiene en ese rango, más allá de que bajó un 14% interanual (del 2023 al 2024). Como en muchas actividades, la concentración hace que empresas o grupos económicos, se impongan en el mercado. Por ejemplo, existen tambos de 30.000 vacas en ordeñe -que son empresas internacionales o multinacionales-, que se dedican a la alta escala, y el perjudicado -como siempre- sigue siendo el pequeño y mediano productor. El cierre de tambos se debió principalmente a la sequía que tuvimos -prácticamente dos o tres años-, lo cual hizo que se resintiera, los costos se elevaran y sumado a otras cuestiones, han ido cerrando. Para quien lo hace con su familia, es sacrificado. La juventud del campo por allí busca nuevos horizontes, la gente pionera se va poniendo mayor, a veces con problemas de salud, ya no están en condiciones de poder todos los días levantarse a las 4 de la mañana -con estos fríos y heladas-. Y cuando se trabaja con personal -como mi caso-, es muy difícil conseguir personal idóneo. De hecho, para otorgar francos, dar vacaciones o cuando surgen necesidad de reemplazos, no se consigue. La gente por ahí prefiere otras actividades y no la ruralidad, mucho menos el tambo. En ambos casos, es un escenario complicado».

«La diferencia con las grandes concentraciones a la hora de hacer frente a los costos, es difícil de revertir. He estado visitando muchos tambos a ese nivel de ‘una fábrica de leche’ como dicen ellos. Manejan 25.000 vacas, al personal lo traen desde los lugares más cercanos que consiguen, permanentemente están llegando trabajadores para hacer turnos rotativos y tener presencia las 24 horas. Hacen 3 ordeñes. Financieramente también hay grandes empresas atrás de esos hiper-tambos, multinacionales habitualmente, con otro acceso al crédito, con otro tipo de escala de inversión, que un pequeño productor no puede competir. No solamente ocurre en la lechería. Esa misma empresa a la que visité, maneja el 80% del arroz en la provincia de Corrientes. O sea, son grandes extensiones, a todos los campos los siembra la misma empresa. Tiene rubro lácteo, arrocero, y demás. Miles y miles de hectáreas en producción. La rentabilidad y los costos son otros, lejos de un pequeño a mediano productor», aseveró el presidente de CAFER.

Arriendos en quintales dolarizados para una magra producción en pesos

Se trata de otro de los escollos por los que atraviesan los tamberos y que el dirigente entrerriano explicó: «Casi el 50% de la lechería a nivel país, se produce en tambos que funcionan en espacios que no son propios. Un alquiler de campo cotiza -por decir-, en 14 quintales de soja. Torna imposible e inviable la subsistencia. En Entre Ríos mayormente son familiares y a veces, se alquila algún lote para hacer reservas forrajeras, para la recría, pero en general, en provincias como Santa Fe y Córdoba se manejan con arrendos. A ese alquiler hay que pagarlo en soja, es decir, cotizada en una moneda agrícola que está dolarizada, cuando nosotros cobramos en pesos y trabajamos en otra escala. Es sumamente complicado. Si bien hay muchos factores, esta cuestión deriva en la decisión de cerrar o achicarse en términos de producción».

Promesas que no se convierten en acciones

Una vez más, Balbi manifestó: «Necesitamos de medidas, no sé si tendientes a que nos protejan, pero por lo menos que ayuden al pequeño productor» y en esa línea de pensamientos, continuó: «Se suceden los gobiernos, todos pregonan sobre la ayuda o la posible ayuda que podrían dar a los tamberos, pero en definitiva esto queda ahí. En meras intenciones y nunca se logran avances. Los pequeños productores tamberos hace años que vienen padeciendo».

Cooperativas de producciones integradas, la puerta que esperanza

A modo de alternativa, han surgido modelos que de a poco, la crítica situación lleva a que se repliquen también en la ruralidad entrerriana: «En los países con problemáticas, han logrado medianamente contener algunos tipos de producción, a través del sistema cooperativo, como el caso de Brasil. A través de grandes cooperativas unifican leche, pollo y cerdos integrados. Por su cuenta y con su caudal propio económico-financiero, es muy difícil. Hoy prácticamente en el sistema de pollo, está todo integrado y en el sistema agrícola, han sobrevivido los que han llegado a una escala mayor. Sino, directamente no han podido continuar y así ocurre en todos los sectores», afirmó Balbi y continuó: «En Cooperativa Aranguren (COOPAR) tenemos un sistema integrado porcino, con los productores. Casualmente visitando Brasil un par de veces, miramos un poco ese sistema. Nos vinimos muy entusiasmados, porque ellos con todas las adversidades que estamos hablando -generalmente en la zona de Río Grande del Sur-, que ni siquiera granos tenían, producían pollo y cerdo, y cadena láctea, y exportaban al mundo. Nosotros teniendo todo a nuestro alrededor, y la cantidad de granos a disposición, no hacíamos nada. Hoy estamos en ese sistema. Lamentablemente el sistema cooperativo lácteo, por distintas razones, ha perdido fuerza en nuestra provincia. Las dos cooperativas emblemáticas de Entre Ríos, que eran Cotapa y Cotagú -en la zona de Gualeguaychú-, contenían a muchos pequeños y medianos productores. El cooperativismo entre otras cosas es un referente del producto, de cualquier producto, y eso es muy importante».

La inexistencia de una «pizarra lechera»

«La leche no tiene un mercado y sus valores de referencia, como lo tiene el grano, que uno mira las pizarras de Rosario, la Bolsa de Cereales; una bolsa a nivel mundial como es Chicago, y uno puede proyectar el futuro», estableció como claro comparativo, al analizar la influencia que ello tiene en la fijación del precio: «Con mirar las pizarras, uno ya tiene una referencia de lo que puede valer un producto» y continuando con ese concepto, también referenció: «Los mercados ganaderos tienen a nivel nacional a Liniers».

«La leche no tiene su referencia. Sin el referente cooperativo, pagan lo que quieren, esa es la triste realidad. Hoy tenemos desde $300 el litro de leche a poco más de $400. Eso le pagan al productor, que se entera en cuánto anda el precio preguntando a productores colegas cuánto cobró. No tenemos un mercado que nos pueda guiar en ese sentido. Una referencia clara», aseveró quien dirige los destinos de CAFER.

Secuelas de la sequía

Acerca de la disminución de vacas que refleja la estadística, el crespense explicó: «La crisis de la sequía hizo que nos desprendiéramos de hacienda que no era lo suficientemente productiva. Una manera de atenuar el impacto es esa, dejando sólo los animales más productivos. Toda aquella vaca que tenía algún problema, se descartaba y se priorizaba el alimento -como bien escaso-, para las más productivas. No hubo, no se conseguía, tanto el heno como el rollo. Lo poco disponible salía muy caro».

El estado del camino, el empujón que puso fin a un tambo de 38 años de actividad

Juan Balbi es un productor que integra la triste estadística de cierres. La experiencia en primera persona: «Yo tenía dos tambos funcionando. El 24 de abril cerré uno y dejé el otro, con vista a que si no mejora la situación, también lo cierro. Fue un tambo que funcionó durante 38 años. Uno de los temas principales es el camino, para la sacada de la leche. Estaba a 10 kilómetros del asfalto y no me acuerdo cuándo fue la última vez que pasó una motoniveladora por ese trayecto. No lo recuerdo, o sea que estamos hablando de años. Me las tenía que arreglar como podía, con mi niveladora de arrastre y poniendo alcantarillas, que las compré de mi bolsillo. El camino ya no daba más. Las lluvias que hubo en marzo profundizaron más el estado, era una cascada. Cuando fui a cargar la hacienda, tuvimos que tener cuidado, porque era tal el pozo, que prácticamente corría peligro el camión de que se pudiera dar vuelta».

La carencia de calidad vial ha llevado a que buena cantidad de productores lecheros incursionen en la elaboración de quesos. «Se convierten en tambo-queserías, porque hay muchas industrias que no pasan por esos lugares donde los caminos no están en condiciones. Hay departamentos donde la localidad más cercana del tambo está a 50 kilómetros y por ahí no pasa una línea de leche. Es más, por poca leche ni siquiera va el transporte, porque económicamente a esa empresa no le conviene ir a buscar pocos litros. Les sale más caro el flete, que la leche que va a traer. Entonces ese pequeño productor no tiene otra opción que elaborar sus productos, como quesos. Así ha podido subsistir a través de todos estos años, con el famoso tambo-quesería. Hice queso más de 10 años y me favorecía el elaborar todo en el mismo establecimiento, porque no tengo que salir los de lluvia con la leche hacia la ruta. Eso significa romper tractores y un gran desgaste del personal. Industrializar es otra cosa. Elaborarlo, hacer un buen producto, venderlo, cobrarlo, se necesita de otra logística. A veces no se puede hacer todo. Hay familias organizadas, donde alguien se encarga de la producción, uno se encarga de industrializar y otro de la venta y el cobro, otro controla la distribución. Armando un equipo de gente, se puede manejar la situación, pero sino es muy complicado».

«No son sólo los caminos rurales, sino también las rutas. Una empresa avícola de la zona, leo en los medios periodísticos que exportan a más de 30 países del mundo, y tiene el acceso prácticamente imposible, donde llegan los camiones con container. A mí me preocupa terriblemente esa situación, y más donde hoy el gobierno nacional habla de que cada provincia va a tener que hacerse cargo de sus caminos y sus rutas», comentó el referente lechero, y comprometido con su sector, con el impulso económico que generan las producciones, sostuvo: «Necesitamos producir. El país necesita producir y para ello, deben estar las condiciones dadas en todos los aspectos. Los dólares que necesita Argentina salen entre un 60% y 65% del agro y la agroindustria. Entonces, lo mínimo que cualquier empresario del sector puede pretender, es tener camino y logística, para poder seguir avanzando, dando fuentes de trabajo. Siempre tenemos que pensar en más, no en menos. Pero el pensamiento y los esfuerzos deben ser colectivos, de todas las partes».

La icónica Entre Ríos de tambos familiares, se esfuma en el recuerdo

El esplendor que supo tener la provincia en cuanto a la particularidad de tambos familiares, lo pierde a pasos agigantados. «Es la triste realidad», afirmó el dirigente entrerriano y analizó: «Entre Ríos representa entre el 4% y 5% de la producción lechera nacional. Santa Fe y Córdoba se pelean el ranking -en conjunto con la provincia de Buenos Aires- entre un 27% a 30% cada una de ellas. O sea que, comparativamente somos pequeños. Pero con una particularidad: acá todavía el tambo familiar tiene una presencia muy importante. Hablar de tambo familiar es sinónimo de arraigo, de gente que se queda en el campo y la sigue peleando, lo cual no es menor».

Fuente: estacionpluscrespo



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