Bajo el lema “Madre bendice a tu pueblo con pan, salud, trabajo y paz” se llevó a cabo en Paraná, este domingo 2 de junio, la tradicional Peregrinación de los Trabajadores por 35 año consecutivo. Los fieles se congregaron en la Catedral de la ciudad y desde allí caminaron hasta el Santuario La Loma, donde el arzobispo Monseñor Juan Alberto Puiggari ofició la misa y pidió por “la unidad de todos los argentinos”.
El cielo estaba amenazante a las 14, la hora fijada para la convocatoria, pero las familias se congregaron puntuales para peregrinar en comunidad, en un recorrido de aproximadamente dos horas y media durante el cual se realizaron paradas alusivas para agradecer y pedir por el trabajo y el alimento.
En su trayecto, la procesión realizó paradas en una escuela, en la estación de ferrocarril, en la capilla Divina Gracia, en un centro de salud y en un barrio Procrear, para finalmente llegar al Santuario. En cada estación, los fieles agradecieron por la salud, la vivienda, el trabajo y pidieron por los que no lo tienen o lo han perdido.
Con una emoción que se renueva cada año, el Santuario La Loma recibió a los peregrinos poco antes de las 17 bajo un viento sur que se hizo sentir en la tarde paranaense. Con presencia de integrantes de la Pastoral Social de la Arquidiócesis de Paraná -una de las entidades organizadoras de la procesión- y de la intendenta de la ciudad, trabajadores, familias y vecinos ocuparon el predio del Santuario, donde el arzobispo celebró la misa.
Monseñor Puiggari: “Una Argentina dividida no tiene futuro”
Desde el atrio ubicado en el corazón del Santuario, al aire libre, Monseñor Puiggari llamó a los fieles a “estar al servicio de los otros”. En su homilía, manifestó: “Todos tenemos que estar atentos a nuestros hermanos… No se puede ayudar a todos; ayudemos a uno, hagamos alegre a uno, acompañemos a uno… así se multiplicará. Jesús nos pide que apostemos a la unidad de todos los argentinos, porque una argentina dividida no tiene futuro. El fin más urgente es el bien de nuestros hermanos que más sufren porque no tienen trabajo, salud, pan”.
Con ese fin, el arzobispo expresó: “Tenemos que servir, ser creativos. Empecemos por nuestra familia, el vecino, con el que pasa pidiendo por nuestra casa. Las grandes batallas se ganan de rodillas ante la Eucaristía. Él está en el sagrario, ahí tenemos que pedir por nuestros hermanos”. Y agregó luego: “Ninguna oración cae al suelo, llega al corazón de Dios. Vamos con María, la mujer eucarística. Pidamos por medio de la Mater por todas las necesidades de nuestro pueblo argentino y de nuestra provincia. Que Dios los bendiga».