En busca de evitar el ballottage, el jefe de gobierno apuesta a una campaña municipalizada y sin presencia del Presidente. En el entorno de Larreta ya lo imaginan conduciendo el PRO. Y avisan que en la Ciudad no habrá lugar para los macristas que se queden sin cargos en la Nación y la Provincia de Buenos Aires.
Horacio Rodríguez Larreta tiene en la cabeza un único objetivo por estos días: sobrevivir al final de Mauricio Macri. El jefe de gobierno porteño tiene prevista una campaña municipalizada (no tan distinta a la que ya hizo antes de las PASO) y sin demasiada presencia del Presidente (de nuevo, como ocurrió antes de la caída del 11 de agosto), con el objetivo de ganar en primera vuelta. La diferencia que obtuvo con el candidato del Frente de Todos, Matías Lammens, y el impulso que puede obtener para pasar el 50 por ciento le juegan a favor. La oleada nacional le juega en contra. También que, hasta ahora, ningún jefe de gobierno logró evitar el ballottage, excepto Fernando de la Rúa, que ganó con otras reglas electorales. Si Larreta consigue preservar el bastión macrista que es la Ciudad de Buenos Aires, imagina que tiene buenas posibilidades de pasar a conducir el PRO, en el ocaso de su líder. Y advierte que no habrá lugar para todos en el gobierno porteño.
En aquel triste bunker de Costa Salguero del 11 de agosto, el único momento de festejo fue la salida de Larreta a ratificar que había vencido en la Ciudad y por una distancia importante. Luego, todo fue velorio. No obstante, al día siguiente ya estaba frente a una reunión de gabinete. Allí Larreta dejó en claro que si conserva el Gobierno de la Ciudad y caen Nación y Provincia, él va a «cuidar a su propia gente». Traducido: no habrá lugar para todos los que quieran retornar a la Ciudad. Hay que recordar que en 2015, con el efecto contrario, Larreta debió armar su gabinete con las terceras y cuartas líneas. «Hoy esos jóvenes tienen cuatro años de gestión. ¿Qué hacemos? ¿Los descartamos?», se preguntan en la sede de Parque Patricios. La respuesta, obviamente, es no.
Pero antes de preocuparse por las tensiones que tendrá el intento de regresar de muchos dirigentes macristas sin cargos, Larreta deberá encarar una campaña cuyo objetivo es evitar el ballottage, al que –si los número se repiten en octubre a nivel nacional– terminaría enfrentando contra Lammens. En el entorno de Larreta hacen cuentas e indican que, quitando los votos en blanco, ya estaría en el 50 por ciento necesario para evitar ese escenario. «Igual, no hay que confiarse», dicen.
También intentan alejar lo más posible la imagen de Lammens de la de Martín Lousteau, quien en 2015 estuvo a 3 puntos de dejar a Larreta y al PRO sin la Ciudad. «Lo más peligroso era Lammens como candidato de Roberto Lavagna, no del kirchnerismo. No aparece como un moderado, sino como un K. Y más peligroso era Lousteau con Lavagna», advierten cerca de Larreta. E indican que por algo el jefe de gobierno inició un diálogo con el ex ministro de Economía cuando perdió en la Ciudad en 2017. «En esa época, todos nos decían que para qué nos calentábamos», recuerdan.
Y advierten contrastes entre Larreta y Macri: mientras este último no amplió el espacio nacional, más allá de la tardía incorporación de Miguel Angel Pichetto, Larreta enfrentó el 2019 con una alianza considerablemente más grande, que incluyó no solo a Lousteau sino a todo Evolución y Unen: están Elisa Carrió, Graciela Ocaña, los radicales y hasta el socialista Roy Cortina. Un espacio entero de la oposición que hoy no le compite. «Mauricio no amplió. Se cerraron», se escucha como crítica al resultado nacional.
¿Cómo será la campaña de Larreta? «Parecida a la de las PASO», dicen cerca de él. En rigor, la campaña porteña tuvo poca presencia de Macri y así seguirá. Tendrá menos o, a lo sumo, igual. «Sería raro que no esté Macri en el cierre», dicen, si bien Larreta hizo su propio cierre antes de las PASO, caminando por Belgrano. Ahora reforzará las comunas 4 y 8, las únicas dos en las que perdió contra Lammens. Hará encuentros en clubes, café y en livings de vecinos, como ya hizo. Y a nivel discursivo habrá más promesas que referencias a lo que se hizo. Las promesas, aclaran, no serán tan festivas como las de 2015. No habrá esta vez «subtrenmetrocleta», el proyecto de RER –unir los ferrocarriles bajo el Obelisco– que duerme a cuatro años de haber sido prometido. El subte, de paso, no será uno de los caballitos de batalla: a lo sumo, Larreta prevé mejorar la cantidad de formaciones en su segundo mandato. Sí lo puede ser la eliminación de barreras en el ferrocarril Sarmiento, para lo que está en discusión si seguir con el soterramiento o buscar una vía aérea.
¿Cómo se imaginan la era pos Macri? Larreta supone que sobrevivirá. Y presume que María Eugenia Vidal, aunque pierda, tendrá energías para continuar en el partido y ser una figura de peso. Lo mismo supone de otros dirigentes provinciales como Jorge Macri. Habrá que ver si otros intendentes macristas sobreviven a la oleada de octubre. ¿Y luego de la caída de Macri? El jefe de gobierno porteño nunca ocultó que su intención es llegar a la Presidencia en 2023, pero puede que ahora tenga que buscar ese sueño en lo que en sus filas llaman «una refundación del partido», de la que Larreta, por supuesto, no dirá nada en estos meses. Pero imaginan que el PRO con Larreta como líder será muy distinto al que manejó Macri en estos últimos catorce años. «Vamos rumbo a eso. Se va a reconfigurar con los nuevos liderazgos de Horacio y María Eugenia», imaginan. Claro que primero Larreta tiene que sobrevivir a octubre.
FUENTE: Página 12