Los gobiernos populares son débiles ante el escándalo. El pequeño delito doméstico se agiganta para ocultar el delito nacional que las oligarquías preparan en la sombra, y el vende patria se horroriza ante las sisas de la cocinera”. Arturo Jauretche
Editorial: Entreriosplus
El denominado Olivos Gate sobreocupa urbi et orbi el espacio mediático hegemónico. Pero Alberto promete seguir hasta sus últimos días sin intentar cambiar esa posición dominante que atenta contra la democracia. Ver por televisión cómo dicen barbaridades e inoculan odio a la ciudadanía, y jactarse por no hacer nada, no es propio de un demócrata reformista. Tampoco lo es de un social demócrata, para ser más preciso con la auto denominada identidad política presidencial.
Fernández pidió disculpas por un hecho/error que no debió haber sucedido. La anti política se agiganta cuando suceden estas cosas. El presidente y su entorno no estarían entendiendo que el eje de la furia es el privilegio. No comprenden que cuando exigen a la ciudadanía deben responder como pares, no como elite. No vale después sorprenderse por la aparición exitosa de outsiders exóticos. El hartazgo tiene esa cara. La gaffe es la más grave de varias, todas auto infligidas. La mayoría de los argentinos caracterizan estos hechos de errores. Y eso en buena medida ocurre porque el presidente, en rol de candidato, prometía mostrar mayor estatura. La foto desanima, irrita y da bronca, mitad por la acción y mitad por la torpeza. El festejo, que sin ser multitudinario, se asemeja a clandestino, es la acción. La foto es torpeza pura.
Con todo lo que pueda enojar, estos hechos no alcanzan “a atarles los botines” a los errores y horrores que bien a propósito cometió el mejor equipo de los últimos 50 años, con Macri a la cabeza. Pretender que el código penal sea la lupa que los examine, un exceso propio de aquellos que denigraron la política y la justicia a niveles nunca antes conocidos, justamente por la judicialización de posturas políticas e ideológicas.
Sin embargo, esa superestructura mediática y cultural a la que reiteradamente aludimos desde esta columna, nada dijo, dice, ni dirá de ello. Pareciera que entre 2015 y 2019 en la Argentina no pasó nada. Más grave aún es que la propia comunicación gubernamental tampoco lo haga y le regale en bandeja pisos de resistencia a una oposición que podría estar cayendo hasta guarecerse apenas en su núcleo duro de anti peronismo.
Ese contexto da pábulo a los Milei & Cía. que prometen cosechar buena parte de esos votos provenientes de sectores donde cala hondo la prédica del escándalo de baja estofa. En la provincia no llegó a emerger un candidato en esa línea, quizás los candidatos celestes sean la opción local para un sector que mira con asquito a la política.
De todas maneras, pocas veces las mayorías comen vidrio. Por supuesto que estos temas que surgen desde situaciones evitables, son lesivos al gobierno. Si incluyen deterioro electoral, está por verse. Algún costo se pagará.
Desde esta columna sostenemos que estas cuestiones son emergentes de causas más profundas que permanecen irresueltas. La economía y la pandemia no muestran récords positivos para el gobierno. Por causas externas, internas, históricas y estructurales la gestión económica no logra resolver el fenómeno inflacionario. El salario de los trabajadores bien lo sabe y lo sufre. Ni hablar de aquellos que no lo tienen. Pero en el caso de la pandemia existe un déficit de calidad en la comunicación. Más de 45 millones de dosis, el 70% de las personas con riesgo que ya han recibido dos dosis. Sin embargo, cunde la sensación que la gestión sanitaria de la pandemia es mala.
Dentro de la multiplicidad de desafíos, la dirigencia oficialista debe entender que la amplitud que la coalición gobernante había sabido construir hasta que ganó las elecciones en 2019, ha derivado en un dañoso ombliguismo. La Unidad Nacional es condición sine qua non para imponer un proyecto de desarrollo nacional. Nadie piensa en la unidad del 100 x 100. Es la mayor unidad de lo posible. Esa tarea no admite distracciones como la que en la última semana mostró a Cristina ocupándose de una foto donde se habían olvidado de ella. Desde que el bicho humano pisa la tierra, la magia es construir Poder Político. La tensión amigo/enemigo es insuficiente. Quedarse en el “ellos o nosotros”, contradicción principal, es insuficiente para conducir al conjunto. Así lo propone el peronismo, a diferencia del materialismo dialéctico. La social democracia queda fuera de juego, es un instrumento para las democracias europeas y nórdicas que por ahora tienen algunos problemas menos que nosotros.
Alberto en Concordia y los datos de la recuperación
El escándalo provocado por la aparición de la foto de cumpleaños en Olivos cubrió todo y fueron pocos los entrerrianos que supieron que el presidente visitó Entre Ríos. Con centralidad en Concordia, una de las capitales alternativas con las que se distrae el gobierno, y cuna del candidato Enrique Cresto, Alberto Fernández presentó un plan para la promoción del trabajo registrado y la ampliación de la protección social para trabajadores rurales. El programa otorga reconocimientos y beneficios a 250 mil trabajadores “golondrinas” que realizan actividades temporales y estacionales. Esos trabajadores, que son tan argentinos como todos, han sido históricamente explotados hasta que Juan Perón los reconoció con el Estatuto del peón rural. Luego, el Momo Venegas los ató nuevamente a las necesidades de los patrones. Ahora, este plan compatibiliza la percepción de planes y programas sociales y de empleo con el trabajo registrado. Si se implementa rápido y bien debería impactar en el mejoramiento de las condiciones laborales, como también en la competitividad de varias economías regionales. En nuestra provincia la citricultura y el arándano lo deben festejar, y honrar.
El presidente saludó que se esté saliendo de la pandemia donde “sentíamos que la muerte caminaba entre nosotros”. El jefe de Estado sostuvo que “viene una etapa de recuperación con crecimiento de la producción”, y recordó que “la actividad industrial muestra varios meses de mejoramiento en todos sus índices”. En una ciudad donde la desigualdad se enseñorea, reconoció que “unos pocos formadores de precios se quedan con mucho y millones lo padecen” y envió un mensaje “a los que producen para exportar, porque Argentina necesita esos dólares, porque tenemos que cargar con una deuda increíble que ninguno de los que está acá ha firmado, pero que vamos a tener que pagar”. El mensaje presidencial dice verdades absolutas algunas, relativas otras y encierra contradicciones que vale señalar. Es difícil conciliar un discurso donde se habla de injusticia y a la par se reconoce una deuda floja de papeles y sin auditar. Sobran datos para afirmar que más de 30 mil millones de dólares se fugaron a paraísos fiscales y bolsillos particulares. Volcar la responsabilidad y el sacrificio de todos los argentinos en honrar esa deuda es imposible de compatibilizar con conceptos de justicia.
Juntos para la desconfianza. Lilita a fondo contra Frigerio
“Miren que hay uno que los va a traicionar”. La advertencia de Elisa Carrió sobre Rogelio Frigerio suena como un latiguillo que obsesiona a la star que desde Exaltación de la Cruz amenaza con continuar ejerciendo la fiscalía ética y moral de la política argentina. No es candidata, pero se muestra activa en campaña. Lilita anda de gira proselitista por el país y así como apoya a los candidatos propios, no tiene tapujos en acrecentar las rivalidades internas de Juntos por el Cambio y el ex ministro del Interior de Macri es de los preferidos de una larga lista de indeseables. La fundadora del armado opositor tiene una inquina especial con el precandidato a diputado que encabeza una de las listas en esta provincia. La líder de la Coalición Cívica rivalizó fuertemente con Frigerio desde que ella era diputada y él ministro del Interior de Mauricio Macri. No fueron pocas las veces que lo trató de traidor. Y al parecer, lo sigue sosteniendo.
Ahora apoya la lista 502-B que rivaliza con la de Frigerio y que encabeza Pedro Galimberti. «Yo soy Lilita, ustedes me conocen hace más de 25 años», arrancó en el video que posteó en su cuenta de Twitter para pedir el voto por una lista «donde hay mujeres de Concordia, de Ramírez, de Crespo» y que la componen «intendentes que tienen gestión y tienen causa». Siguió: «Acá hay radicales, hay gente del PRO, de la Coalición Cívica. Estamos todos juntos». Y allí, en los últimos instantes de su video de 42 segundos, advirtió: «Voten esa lista, eh. Miren que hay uno que los va a traicionar». No identificó al potencial traidor. No era necesario. Siempre lo miró con recelo y tuvo momentos de mayor furia cuando Frigerio, Monzó (en ese momento presidente de la Cámara de Diputados) y Nicolás Massot conformaban un trípode que se oponía a aumentar la tensión que inyectaba Carrió a la política. Lilita desconfiaba de ese tándem neoperonista y los acusó de traición por sus posturas moderadas y negociadoras durante el gobierno macrista.
Para ella, esa tibieza significaba contemplaciones con el armado de Sergio Massa y concesiones para los gobernadores del PJ. «Es el que mantuvo la relación con los gobernadores, entregó dinero excesivo, a tal punto que todos tenían dinero a plazo fijo y así se promovió a candidatos del PJ. Frigerio convalidó los regímenes provinciales”, le espetó en febrero de este año. No fue una frase al voleo. Días antes de la derrota electoral de Macri había dicho algo similar. «A mí qué me importa Frigerio. Entregó la República y nos entregó en todo el país, así que no me importa. Hizo a candidatos del PJ candidatos del gobierno», dijo, y acusó al ex ministro de «esconder cosas». También lo trató de indeseable. Tratándose de ella, el final aparece abierto.
El horno no está para bollos
Los encuestadores están para bienes. Contentos, facturan a lo pavote. Al cierre de esta edición el impacto de “la foto” está en laboratorio. Antes del desquicio había acuerdo general que Alberto, e incluso Cristina, crecían, y Mauricio Macri caía. Buenos augurios para el gobierno que puede mostrar que lentamente las persianas que había bajado el macrismo comienzan a levantarse. Sin embargo, hay indicios que también instalan temor y preocupación en los campamentos de campaña. Hay un fuerte interrogante respecto del porcentaje de asistencia a las urnas. Aunque la crisis tenga alguna rémora del 2001, hoy la sociedad no está militando en asambleas populares ni reclamando que se vayan todos. Hay más depresión que bronca, y la depresión inmoviliza. Igual, el horno no está para bollos. Esto significa que nadie puede dar un pronóstico sensato. Los electores ven pasar a los candidatos, a sus militantes y de reojo miran afiches y algún que otro spot que poco llaman su atención. La atención del ciudadano de a pie comienza lentamente a diversificarse. Pero lejos está de focalizar en la elección, que aparece a la vuelta de la esquina.