Para los economistas, el entendimiento con el Fondo, por ahora, no disipa plenamente las expectativas devaluatorias y las presiones alcistas sobre el costo de los bienes y servicios.
Luego del anuncio del principio de acuerdo con el FMI, el viernes el dólar informal tuvo una baja de casi $11 desde el récord de $223 al que había llegado el día anterior. Aunque no deja de ser una buena señal, los economistas aseguran que es muy pronto para estimar si el acuerdo -del que aun restan definiciones claves sobre los instrumentos para alcanzar los nuevos objetivos- provocará una baja en las expectativas de inflación y servirá para evitar un traslado de las subas en la cotización informal a los precios.
Desde el Gobierno descartaron una devaluación luego del acuerdo. ¿Cuál es el impacto que tiene la brecha cambiaria en los precios? Cualquier suba del tipo de cambio (del blue o de los dólares financieros) afecta negativamente las expectativas de aumentos, hasta en los productos que no están directamente relacionados con ser importados o exportables. Las empresas y comercios aumentan precios en forma precautoria para asegurar el costo de reposición.
Los lineamientos del entendimiento con el FMI alejan medianamente la incertidumbre del corto plazo, fundamentalmente por el lado financiero. Lo más relevante es que hay algo inédito para esta gestión de Gobierno y es que hay un plan (Besmedrisnik).
“Hay que ver cómo el Gobierno quiere bajar la brecha cambiaria si no devalúa de entrada o no genera una fuerte reducción de la carga fiscal del déficit que no está dispuesto a hacer. La opción sería contar con muchos más dólares, que eso no está, y subir la tasa. Prevemos hacia adelante que la brecha va a bajar pero no lo suficiente”, estimó Sebastián Menescaldi, director asociado de la consultora EcoGo.
“A grandes rasgos los lineamientos del entendimiento con el FMI, si es que se concretan, alejan medianamente la incertidumbre del corto plazo, fundamentalmente por el lado financiero. Lo más relevante, es que hay algo inédito para esta gestión de gobierno y es que hay un plan. Lamentablemente no es consecuencia de la inspiración y deliberación propia, sino que es fruto de la negociación con el acreedor. Pero es mejor tener un plan que no tenerlo. Solo por la mera existencia de un plan por delante, de una hoja de ruta, y en la medida de que se vayan cumpliendo hitos, la incertidumbre merma”, indicó Pablo Besmedrisnik, economista de la consultora VDC.
Infobae.