Marcelo Macaluso sacó un préstamo a 30 años en el Banco Nación por el que inicialmente pagaba $9.000 por mes en 2017. Dos años después, la cuota subió a $21.000 y actualmente es de $45.000. “Ni vendiendo la casa podía pagar lo que debía”
Hace tres días Marcelo conversaba después de cenar con su mujer Mariela en su casa de San Rafael, Mendoza. El tono sereno no condecía con el tenor de la charla. «Tenemos que hablar con los chicos y decirles», coincidieron. Al ratito, los cuatro hijos de entre 8 y 18 años escuchaban con calma. «Es muy posible que nos tengamos que ir de esta casa. La abuela Élida o la abuela Mirtha nos darán un lugar». Los chicos se miraron y la más grande, Ariadna, le respondió: «Papá, con ustedes vamos abajo de un puente si es necesario».
El 30 de marzo había llegado al hogar de los Macaluso una notificación de ejecución entregada en mano desde el juzgado local por un oficial de justicia. «Tienen un plazo de cinco días para responder si es que tienen algo que decir», termina la intimación, que antes detalla sobre una inminente «ejecución hipotecaria que se tramita en el Juzgado Federal de Primera Instancia de San Rafael, en caso de no proceder al pago de 4.990.607 pesos, equivalente a 99.295 UVAS al día de la liquidación, 17 de enero de 2020».
Sí, enero de 2020 cuando fue escrita la notificación, que demoró unos meses hasta ser enviada. Estaba a punto de realizarse el procedimiento hasta que la pandemia del coronavirus dejó todo en stand by y esa notificación que debía iba a llegar en marzo del año pasado, arribó a casa de los Malacuso la semana pasada. «Esos casi cinco millones de pesos que tengo de deuda, hoy, un poco más de un año después, son 9 millones de pesos».
Con una mezcla de sensaciones, que le cuesta describir, Marcelo Macaluso (45), sanrafaelino, recuerda cuando en septiembre de 2017 le dieron el crédito hipotecario UVA que había pedido al Banco Nación. «Estábamos con mi mujer y la empleada que nos atendió nos dijo exultante: ‘Qué buena decisión tomaron, no tendrán problema en pagarlo, será como un alquiler barato durante treinta años’. En aquel momento 1 UVA estaba $14, hoy $74».
Macaluso trabaja desde hace trece años en el banco ICBC. «Estoy solo, pensando qué hacer pero sin perder los estribos. Quiero trata de proteger a mi mujer Mariela y a mis hijos lo más que pueda. Mariela está muy angustiada y la situación la sobrepasó y le disparó la presión arterial al punto que la cardióloga le recetó medicación de por vida. Eso me preocupa más que la casa, por suerte la familia hermosa que tengo está más unida que nunca», dice Marcelo, casado hace 20 años y quien tomó en solitario el toro por las astas.
Realista, sabe Macaluso que la embarazosa situación judicial con su casa avanzó demasiado como para que vuelva atrás «por obra de un milagro». El miércoles, un día antes del plazo exigido, «mi abogada respondió ante el Juzgado Federal, la notificación explicando los motivos de la deuda, que son los mismos que padecen las más de cien mil familias que se plegaron a los créditos UVA. Ahora el juez determinará si avala mi defensa o la rechaza. Si la acepta, tengo un poco más de tiempo, dos o tres meses para ver qué hago; en cambio, si la rechaza, en una semana o diez días se procederá a la ejecución, luego el desalojo y el remate de la propiedad».
Repasa su historia crediticia y cuenta que pagó durante veinte meses la cuota, hasta que se le empezó a ser insostenible. «Yo arranqué con $9.000 por mes en septiembre de 2017 y ganaba unos $45.000 de sueldo. En abril de 2019 mi sueldo era de unos $55.000 y la cuota, que fue la última vez que pagué subió a $21.000. Yo tengo cuatro hijos y mi mujer es ama de casa. Pero yo estaba en perfectas condiciones de tomar el crédito; de hecho ser funcionario bancario del ICBC me exige un comportamiento crediticio intachable».
Paralelamente al préstamo hipotecario, Marcelo pidió otro de 200 mil pesos para gastos de escritura, que junto con la cuota UVA se tornó asfixiante. «Agobiado en un momento tuve que elegir y opté por seguir pagando el préstamo hipotecario. Pero no pagar el préstamo personal me generó que estemos inhabilitados para cualquier tipo de operación con tarjeta de crédito, además de tener el 30 por ciento de mi sueldo embargado, algo que tendré que soportar por un largo tiempo», explica con templanza.
Los Macaluso son tan unidos como creyentes en Dios. Mientras dialoga con Clarín, mira y acaricia su virgencita del Rosario de San Nicolás, «que nos apoya y guía. La virgencita está una semana en casa de distintos familiares y amigos, pero una prima me la alcanzó hace unos días: ‘la vas a necesitar mucho’, me dijo, y acá estamos, rezando el rosario y hablando con Dios, que no se ensaña con nosotros, al contrario, nos pone a prueba para sortear este obstáculo para luego saber que algo mejor estará por venir. Hay cosas inexplicables en la vida que hay que aceptarlas».
Hábil para los números, Marcelo comparte el cálculo que, por curiosidad, hizo de cara a una eventual deuda a futuro. «Lo que va aumentando en casos como el mío es el arrastre, no el monto por pagar. Entonces hice una proyección de lo que estaré debiendo dentro de quince años, tomando el valor de los UVA y el promedio de inflación. ¿Sabés a cuánto ascenderá mi deuda en el año 2036? A 46 millones de pesos. ¡A vos te parece!», comenta sin perder la compostura».
No se arrepiente de haber pedido el préstamo, tampoco está enojado con nadie ni culpa a tal o cual gobierno; sin embargo está convencido que «esto sólo lo arregla la política, hay que barajar y dar de nuevo, es necesario estudiar cada caso de los 105 mil y hacer un plan de pago sensato. Pero yo no puedo pelearme con mi mujer, con mis hijos o en mi trabajo; tampoco culpar Macri o a Alberto Fernández, en absoluto, a mí no me representa ninguno de ellos… Dios decidió que cargue con esta cruz para llegar al cielo y eso haré».
¿Qué sucederá si se procede a la ejecución y posterior desalojo? «Nos tendremos que ir y el Banco Nación rematará la propiedad que, en estos casos, se suele vender al 50 por ciento de su valor. En el caso de que se venda a unos 5 millones de pesos, yo tendré que pagar la diferencia entre la venta y la deuda que tengo; es decir que deberé abonar los 4 millones, que son los que le debo al banco. ¿Cómo los pagaría? Como si fuera un crédito de 15 años pero sin tener la casa. Es realmente penoso, pero será así, hay que estar fuerte para lo que se viene».