Opinión: Inflación, energía y la guerra: el nuevo escenario mundial

El contexto global no nos acompaña, si bien hay materias primas que exportamos en valores record, internamente el precio de los combustibles, gas y energía eléctrica tendrá que aumentar fuertemente. El gobierno compra tiempo con el acuerdo con el FMI, se viene un shock inflacionario y una fuerte suba de tasas.

POR SALVADOR DI STÉFANO  (*)

El contexto global no nos acompaña, si bien hay materias primas que exportamos en valores récord, internamente el precio de los combustibles, gas y energía eléctrica tendrá que aumentar fuertemente. El gobierno compra tiempo con el acuerdo con el FMI, se viene un shock inflacionario y una fuerte suba de tasas.

El escenario bélico genera un nuevo cambio en la economía mundial, más estructural y persistente en el tiempo. Rusia inició una escalada bélica contra su vecino Ucrania. Como consecuencias, el mundo le aplicó sanciones económicas a Rusia, escalando el conflicto a nivel global. El resultado es un país como Rusia, que representa el 3% del PBI global, versus la OTAN, que representa el 50% del PBI mundial. Evidentemente los rusos no midieron el conflicto desde el lado económico.

Como nadie descarta la posibilidad de que el conflicto pueda llegar a expandirse, los países han iniciado un incremento en los gastos de defensa. Hay que destacar que esto traerá como consecuencia un aumento en los déficits fiscales, que seguramente serán financiados con emisión o deuda, en ambos casos las consecuencias serán nocivas para las economías, habrá inflación o suba de la tasa de interés, esto implica que el mundo crecerá menos de lo pensado.

Rusia es exportador de materias primas, el mundo les dará la espalda a los productos rusos, será difícil en lo inmediato encontrar proveedores alternativos, estas materias primas no se podrán transformar en productos terminados al mismo ritmo que en el pasado, los costos unitarios de las empresas aumentarán y esto traerá consigo una inflación generalizada.

En resumen, más emisión de moneda a escala global y escasez de materias primas nos dejarán como resultado una mayor inflación internacional. A esto hay que sumarle el corte de la cadena de suministros, fletes que serán más caros y seguros que aumentarán ante un escenario de mayor riesgo, todo esto nos lleva invariablemente a una situación muy compleja.

Argentina, Alberto y el FMI

El discurso del presidente en la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso no apuntó a cuestiones estructurales, Argentina tiene varios desafíos que solo se resolverán con el consenso de la clase política.

Argentina necesita tener equilibrio fiscal, el déficit fiscal es la suma del resultado primario más el pago de intereses, Argentina tiene un déficit del 4,6% del PBI. Para revertir este resultado se necesita un trabajo mancomunado y objetivos comunes de toda la clase política, de esto nunca se habló en el Congreso.

La inflación en Argentina debería ubicarse en torno de un dígito, en la actualidad tenemos una inflación del 50,7% en pesos y del 30,4% en dólares, no escuché cómo bajaremos estos niveles de inflación que nos hacen menos productivos.

Necesitamos urgentemente recrear el ingreso de dólares al país, según el informe del Banco Central en el mercado cambiario del mes de enero tuvimos un déficit de U$S 486 millones, y no fue más elevado porque hubo adelanto de exportaciones. A esto hay que sumarle pagos en tarjetas por U$S 197 millones. Si no tenemos un plan para que ingresen más dólares, el Banco Central se quedará sin reservas (ya son muy pocas) y el mercado empujará una devaluación del dólar oficial.

No se explicitó un plan económico para poder crecer en los próximos años, no tenemos un incentivo para que lleguen nuevas inversiones, seguimos en una economía con fuertes restricciones para comprar dólares y remesar utilidades al exterior. Los inversores del mundo nunca van a traer dólares, si no hay una legislación adecuada que les permita recuperarlos y remesarlos a sus casas matrices.

No hay reforma laboral, tampoco incentivo a inversiones para que puedan crear más empleos. Seguir pensando que el empleo lo va a generar el Estado es una ilusión, el sector privado solo crece cuando hay inversión.

No hay reforma previsional, ese también es un gran problema, sin dicha reforma las jubilaciones seguirán siendo pagadas con los ingresos fiscales del Estado, eso resta dinero para infraestructura y no genera empleo. Habría que repensar medidas para poder pagar las jubilaciones con ingreso genuino del Anses, generar espacio para que más personas trabajen y hagan aportes a la caja jubilatoria lo que reduciría el esfuerzo fiscal del Estado.

CONCLUSIÓN

Vamos a un escenario mundial de más inflación, suba de las materias primas, aumento de la tasa de interés y problemas para conseguir financiamiento a escala mundial. Si todos los países salen a buscar financiamiento, los grandes volúmenes se abroquelarán en aquellos países que tienen una mejor reputación crediticia, los países que no pagamos en tiempo y forma tendremos poco financiamiento y caro.

No hay que ponerse contento porque sube el precio de la soja, trigo y maíz, hay que mirar que también sube el precio del petróleo, gas y electricidad, Argentina no se autoabastece de estos productos, y lo peor es que los precios en el mercado interno están desanclados de los internacionales. Esto implica que tenemos una inflación reprimida muy importante, para 2022 la inflación será superior al 70% anual.

El flujo de pesos de la Tesorería es negativo, y poco se hace para dejar de tener déficit presupuestario, nos sobran pesos en este escenario, esa es la principal y única causa de la inflación.

El flujo de dólares es negativo, con lo cual nos faltan dólares para producir y crecer. Es imposible que tengamos más empleo de calidad, si no hay dólares para la producción. Tampoco hay un plan para incentivar inversiones.

El acuerdo con el FMI es muy bueno ya que posterga pagos de deuda de gran magnitud del corto al largo plazo, sin embargo, es una condición necesaria pero no suficiente para crecer.

La externalidad positiva del acuerdo será una mejora sustancial en el riesgo país, suba en el precio de los bonos y acciones. La externalidad negativa es que el Estado tendrá que financiar el déficit con crédito interno y esto traerá como consecuencia una suba de la tasa de interés. La iliquidez no es amiga del crecimiento.

El país viene golpeado por una sucesión de malos gobiernos que no nos hacen crecer desde el año 2011 a la fecha, a esto hay que sumarle una pandemia global y ahora una guerra. La solución en un plan económico consensuado de las fuerzas políticas, parecería que no tenemos suerte en este punto, los que hablan buscan las palabras justas para la discordia y los que escuchan se van, así es imposible que crezcamos en el año 2022 y vamos de cabeza a un escenario de alta inflación, rezando para que no llegue a los tres dígitos.

(*)Analista económico, financiero y en negocios, conferencista, investigador y consultor privado.

FUENTE: Ámbito



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