Opinión: En estas elecciones las únicas perdedoras fueron las PyMES

El temor y la desconfianza de los gobiernos de los últimos 10 años, hizo caer a las Pymes en un sarcófago de deudas y ejecuciones que derivaron en incontables cierres de empresas.

POR JUAN PABLO CHIESA (*)

La pandemia impactó en un mercado de trabajo ya golpeado por la crisis de las decisiones de una clase política que fracasó continuamente. Tras el derrumbe del empleo en el 2020 la recuperación es débil y se profundiza la precarización.

Ante este complicado escenario, la Argentina, debate cómo se promueve la creación de empleo genuino, se combate el desempleo y se impulsa el desarrollo productivo de la Pymes.

Una de las bases que puede lograr poner en marcha los factores de la producción, es el afán de proteger el Derecho al Trabajo y el Derecho a Trabajar como facultad inalienable de los seres humanos por su condición de tales y como única política de inclusión social.

La esencia del Derecho del Trabajo es velar por el equilibrio en la relación entre el binomio trabajador-empleador, un vínculo naturalmente dispar, que la normativa laboral intenta equiparar para lograr establecer una igualdad jurídica entre dos sujetos que se encuentran en posiciones jurídicas disímiles.

Existe una tendencia a dividir todo, pensando que excluyentemente debe estarse de un lado o del otro. En general vemos una fuerte tendencia en la política actual a dividir, a separar los intereses de un sector determinado y hacer propia la lucha de una parte de la sociedad dejando afuera a la otra.

Así hasta ahora han gobernado categorizando a los ciudadanos según el interés propio. Nadie parece percatarse de que en realidad trabajador y empleador son dos caras de la misma moneda y que sólo alineando los intereses de ambos podemos llegar a ese anhelado equilibrio que conduzca hacia la prosperidad individual y colectiva.

El Derecho del Trabajo no sólo protege a los trabajadores, sino también a los empleadores, y asigna a ambos responsabilidades y obligaciones que convierten al vínculo laboral en una relación recíproca, que requiere diligencia y buena fe de ambas partes.

Es por ello que, quienes hacemos política, más aún aquellos que nos dedicamos al ejercicio del Derecho Laboral y profundizamos nuestros conocimientos en la materia, debemos velar por la prosecución del equilibrio entre trabajadores y empleadores, requisito ineludible para conquistar el verdadero progreso social y productivo.

Es imperioso para cuidar el empleo, generar políticas de empleo, perseguir la creación de empleo genuino, promover la formalidad laboral; terminar con el conflicto, con la industria de los juicios, y empezar a plantear al trabajo y la producción como la agenda eje y principal política de inclusión social.

En estas elecciones, las únicas perdedoras fueron las Pymes porque como motor de la economía y generadoras del 90% del empleo en nuestro país están paralizadas, al no encontrar políticas que importen un verdadero desarrollo e industrialización.

Ya sea por falta de voluntad política o por circunstancias de fuerza mayor, tanto el gobierno de Mauricio Macri como el de Alberto Fernández no pudieron encontrar la respuesta a una necesidad insatisfecha durante años, provocando el cierre de más de 50 mil Pymes, más del 10% de las Pymes argentinas.

La perversa tendencia de un lado o el otro, el extremismo intenso y el conflicto laboral logran que los índices de desempleo crezcan y se destruyan puestos de trabajo. Lo que se tiene que hacer es evitar la polarización entre una extrema derecha protectora del empleador, promotora de intereses de los grandes y poderosos, que se olvida de los trabajadores; y el extremo de la izquierda que enarbola los derechos de los trabajadores, convirtiendo al empleador en un enemigo, cuando no lo es.

En cambio, el camino es lograr un equilibrio en las relaciones laborales, invitando a todos los que quieran sumarse -tengan la ideología que tengan- a formar parte de esta transformación, a debatir y compartir ideas, para que, sobre la base del consenso, logremos construir una nueva realidad en la que no se señale al otro como responsable de los problemas comunes, forjando de una vez y para siempre un nosotros amplio.

(*) Esp. En Derecho del Trabajo y Seg. Social. Magister en Empleo.



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