«Va a ser necesario un contrato social de todos los argentinos», dijo la ex presidente en la Feria del Libro.
A las 19.50 Cristina Kirchner llegó a La Rural. A las 19.51 la pantalla dentro de la Sala Borges mostró imágenes de los militantes que esperaban en el patio del predio y sobre la Avenida Sarmiento, muchos debajo de sus paraguas o con improvisados pilotos. Todavía llovía y hasta en el interior del salón se escuchaban los truenos. A las 19.53 la pantalla mostró imágenes del libro ‘Sinceramente’ en la imprenta y a las 19.57 entró al escenario la ex presidenta de la Nación. La puntualidad no solía ser un atributo de su gestión ni de sus funcionarios pero tal vez por el contexto o tal vez por el mensaje que quiso dar, Cristina Fernández de Kirchner esta vez se mostró extremadamente correcta, amable, comprensiva, relajada y por momentos seductora. No hubo retos, pidió comprensión para los que piensan distinto al kirchnerismo y acalló incipientes silbidos contra los empresarios argentinos. Sonó natural y hasta más suave de lo habitual en sus reproches a los empresarios argentinos.
En la primera fila asentía Alberto Fernández sentado junto a tres Abuelas de Plaza de Mayo (Estela Carlotto, Rosa Roisinblit y Buscarita Roa) y el actor Pablo Echarri (uno de los que más selfies se sacó). Al ex jefe de gabinete se lo vio sonriendo todo el tiempo, relajado y satisfecho con lo que escuchó, arquitecto del regreso al kirchnerismo de otros y del suyo propio después de haber roto y compartido el Frente Renovador con Sergio Massa y de haber sido jefe de la campaña de Florencio Randazzo dos años atrás, cuando el ex ministro del Interior enfrentó a su ex jefa política.
De los pocos elegidos para ser mencionados en el discurso Alberto Fernández fue el primero. Él, dijo ella, fue quien le dio la idea de escribir el libro que presentó, «angustiado por las cosas que decían de mí, de Néstor y de nuestros hijos». El agradecimiento público a Fernández fue un gesto mayúsculo: porque él estuvo en la vereda contraria y por la generosidad con la que habló sobre alguien a quien ella misma alejó del lado de Néstor Kirchner que lo sentía un gran amigo. Es el artífice hoy de una nueva construcción política y de los cambios de humor de la ex presidenta.
A diferencia de tantos otros discursos, el timbre de Cristina no irritó y aunque evitó referencias electorales se paró en el centro de la escena al responderle, sin nombrarlo, al presidente Mauricio Macri y su propuesta de diez puntos de consenso. Como ex jefa de Estado y líder de su espacio redobló la apuesta y pidió un contrato social. Citó (¿y se comparó?) a Juan Domingo Perón.
Durante las más de dos horas de espera (apenas pasadas las 17 empezaron a llegar los primeros de los mil invitados al evento) hubo charlas informales y saludos entre los que siempre estuvieron, los expulsados, los que se fueron y los que están de regreso otra vez. «¡La pucha, ahora todos son hiperkirchneristas!» ironizaba un dirigente que esperó a los suyos en uno de los ingresos de la avenida Sarmiento y bajo la lluvia sacaba de un sobre de papel madera la pulseras celestes para que pudieran entrar. «Resulta que ahora todos quieren estar adentro y nosotros parecemos menos kirchneristas», bromeó con un dejo de rencor.
«Es que algo está pasando en la sociedad», le dijo Leopoldo Moreau, ex radical, a Infobae al explicar el nuevo frente electoral que se está conformando y algunos de cuyos protagonistas veía sentados en la sala más grande del predio ferial. Difícil de imaginar hace un par de años: detrás de Aníbal Fernández, el ex candidato a gobernador que eligió CFK para el 2015, entró Julián Domínguez, aquel adversario derrotado en las PASO por poco. Domínguez volvió a hablar con Cristina Kirchner cuando advirtió que la división Cristina-Randazzo llevaría a una segura derrota del peronismo en 2017. Llegó entre los últimos y escuchó el discurso de pie a un costado.
Varios se reían antes de que el acto comenzara o repetían la misma pregunta: «¿Hoy se va a lanzar?». Pero quien conoce y conversa bastante seguido con la ex Jefa de Estado descartó cualquier referencia al respecto. «No por especulación, realmente ella va viendo cómo está la sociedad, este país es muy cambiante, pasan muchas cosas», analizó.
De todos modos, aunque era casi imposible pensar en la previa que daría alguna pista sobre su futuro electoral, su discurso y el libro pueden interpretarse como un paso para su candidatura. De hecho hubo demasiada dirigencia presente esperanzada con la postulación de la ex presidenta. Ninguno de ellos es gobernador. Y la mayoría son porteños o bonaerenses, excepto por los diputados nacionales y senadores de diversas provincias: fueron invitados todos los del FpV-Unidad Ciudadana por eso fue llamativa la ausencia de Daniel Scioli, ex candidato a presidente que ya volvió a lanzarse más allá de lo que decida hacer Cristina.
«Habló, fue contundente y generó más expectativa», exclamó muy contento un referente de La Cámpora del Conurbano bastante escuchado en el Instituto Patria.
Aunque no tienen pistas, a ninguno se lo vio ansioso por los tiempos cristinitas ni tampoco preocupado por su decisión final.
Por eso cabe especular. Si Cristina no quisiera ser candidata… ¿escribiría un libro? ¿se mostraría distinta como se mostró? ¿Intentaría saltar la grieta como intentó? ¿Regalaría todo el caudal político que mantiene? ¿para qué hacer volver a todos los que volvieron?
En el inicio del discurso Cristina Kirchner pareció reflexionar a título personal y hasta familiar. Minutos después ella misma admitió que «era mediocre escribir una cosa de uno nada más» y que por eso escribió «cosas que nos sirvieran a todos» y decidió «interpelar a la dirigencia política, intelectuales y dirigentes sociales». Esta vez hasta las críticas al macrismo sonaron más suave: «La economía no puede ser improvisación» cuestionó a la actual gestión y habló de «una base social que es compleja» antes de pedir «entender» a los que piensan distinto.
Dio un ejemplo citado por sus peores críticos: «¿Qué puede pensar una mujer que viene del Conurbano a la Capital a trabajar? Dice por qué ella tiene que trabajar y otro cobra un plan». Por eso a los propios les recomendó: «Es una discusión que hay que dar, sin enojarnos los unos con los otros, entender para después resolver, es imposible resolver si no se entiende». «Sin enojarnos» propuso ella que enfrentó a la Justicia, a los medios, a los empresarios y a la oposición.
Insistió con la propuesta de un contrato social, de ciudadanía responsable y recordó el enojo de Perón cuando no se cumplía el pacto. Con todas las palabras señaló que no alcanzaba ni siquiera con el liderazgo de Perón y el de José Ber Gelbard juntos. ¿Por qué entonces quien más mide en las encuestas dejaría a otro referente la candidatura para enfrentar el modelo que cuestiona?
Habló como si fuera candidata sobre la necesidad de generar crecimiento económico con un «mercado interno fuerte» y hasta bromeó críticamente con lo que sucede en Estados Unidos: «Sería bueno que vean los que viajan» propuso en referencia a que en ese país «algunos se dieron cuenta que tenían que generar trabajo industrial adentro del país y generar riqueza».
Como cuando llegó, varias veces la interrumpieron con cantos alentando su candidatura: «Cristina Presidenta» se oyó adentro y afuera y también «a volver a volver, vamos a volver» además de la adaptación de la Marcha Peronista que promueve su vuelta a la contienda electoral. «Ya lo dijo Borges, son incorregibles», esbozó con un aire seductor.
Mientras tanto hacían su trabajo el cineasta Tristán Bauer y el productor de la película Néstor Kirchner, Jorge ‘Topo’ Devoto con cámaras para la transmisión y para videos de difusión.
Treinta y siete puntos de rating tuvo la virtual cadena nacional a la que algunos hacían mención tras chequear que todos los canales y portales transmitían en vivo los 39 minutos que duró el discurso de CFK. ¿Ese poder lo delegará en otra persona?
Dio señales en su discurso: defendió su «populismo» al recordar que en el 2003 había 2.300.000 planes jefas y jefes de hogar, que en 2015 habían bajado a 207.000 planes Ellas hacen y Argentina trabaja. Acalló los silbidos pero luego aseguró otra vez con ironía que «hoy hay casi medio millón de planes, muchos más de los que tenía el gobierno de los planeros y choriplaneros». «Es necesario aportar en este tipo de debate, creo sinceramente que es el aporte que puedo dar par que podamos construir algo diferente a todo», concluyó al respecto.
Estuvieron gran parte de los intendentes del Conurbano, entre ellos todos los posibles candidatos a gobernadores (excepto el diputado Axel Kicillof que se encuentra de gira en Washington): desde Martín Insaurralde a Verónica Magario y Fernando Espinoza, además de aquellos que habían desertado hacia el Frente Renovador y el randazzismo como Julio Zamora, Gabriel Katopodis, Juan Zabaleta, y obviamente el presidente del PJ provincial Fernando Gray y su antecesor Gustavo Mendéndez, Walter Festa, Mariano Cascallares, Leo Nardini, entro otros.
Los invitados más aplaudidos: Estela de Carlotto y el ex juez de la Corte Eugenio Zaffaroni. Los sindicalistas fueron pocos: Roberto Baradel de los docentes bonarenses y Víctor Santa María del Suterh porteño. Y en el camino de la unidad opositora compartieron ubicación la senadora Magdalena Odarda (ex Coalición Cívica); Fernando ‘Pino’ Solanas y Victoria Donda tres figuras que estuvieron en la vereda opuesta.