Las dos razones políticas que explican el duro cruce de Alberto Fernández y Lacalle Pou en la Cumbre del Mercosur

La fuerte discusión diplomática entre los presidentes de Argentina y Uruguay desnudó la crisis estructural del bloque regional frente al sistema mundial de comercio.

El enfrentamiento público entre Alberto Fernández y Luis Lacalle Pou no tiene antecedentes en los treinta años del Mercosur y reveló las diferencias políticas que separan a la Argentina de Brasil, Paraguay y Uruguay. No se trató sólo del uso de la palabra “lastre” en una ceremonia que aparecía protocolar y anodina: ambos mandatarios exhibieron dos estrategias diferentes para conectar a la región con el Mundo y el futuro, dos métodos de integración geopolítica que ponen al Mercosur en una crisis de identidad con final abierto.

Es un reduccionismo dialéctico asegurar que Alberto Fernández y Lacalle Pou se cruzaron en público por simples razones personales. El Presidente argentino y su par uruguayo difieren sobre la importancia de José Mujica en la historia de América Latina y cómo usar el poder frente a las asimetrías sociales, entre otros asuntos políticos y filosóficos.

Pero el cruce en la Cumbre del Mercosur no se debió a la mirada personalísima de dos presidentes con diferente formación partidaria y distinta pertenencia de clase: la puja entre Alberto Fernández y Lacalle Pou desnudó un enfrentamiento estructural y una mirada del tablero global que no es posible saldar con la diplomacia formal o un asado campestre frente al Río de la Plata.

Por eso, el Mercosur está en peligro de extinción.

Lacalle Pou, Jair Bolsonaro y Mario Abdo Benítez consideran que es necesario “flexibilizar” al Mercosur. Ello significa que Uruguay, Brasil y Paraguay abogan por la posibilidad de cerrar acuerdos de manera individual con terceros países sin la necesidad del aval unánime de los otros socios del bloque regional. Se trata de una ecuación económica -con efectos geopolíticos- que Alberto Fernández no acepta en esta coyuntura histórica.

La flexibilización del Mercosur significa eliminar el Arancel Externo Común (TEC), un disposición proteccionista que obliga a los cuatro miembros del foro regional a cobrar la misma tasa a las importaciones de productos que llegan por afuera del bloque. De esta manera, el Mercosur tiene un mercado asegurado para los bienes propios y alambrado para los productos ajenos.

Uruguay, más que Brasil y Paraguay, empuja la flexibilización del Mercosur. Lacalle Pou habló de este asunto con Alberto Fernández en la Estancia Anchorena, con Bolsonaro en Brasilia y con Benítez en Punta del Este, un martes de carnaval. El presidente uruguayo piensa en su comercio bilateral con China y en la posibilidad de incrementar su volumen de exportaciones locales si articula acuerdos estratégicos con Estados Unidos y ciertos países de Europa.

Lacalle Pou alega que las economías de Argentina y Brasil sufren un constante estancamiento y ofrece las cifras públicas de su intercambio bilateral con China. Hace diez años, Brasil adquiría el 24 por ciento de las exportaciones uruguayas y China apenas rozaba el 5 por ciento. En 2020, como promedio, Beijing compra el 28 por ciento de las exportaciones de Uruguay y Brasil apenas el 14 por ciento.

La ecuación estratégica del presidente uruguayo es fácil de explicar: el Arancel Externo Común no le garantiza más mercado y más apoyo geopolítico que la flexibilización del Mercosur para abrir las economías regionales y mejorar la eficacia de sus aparatos productivos.

Alberto Fernández tiene otra mirada de la lógica del comercio internacional y del mundo que surgirá después del COVID-19. El Presidente considera que la flexibilización del Mercosur destruirá -en estos tiempos- los aparatos productivos y que la ausencia de una estrategia común debilita al bloque económico cuando se aguarda una puja entre Washington y Beijing.

El jefe de Estado argentino no descarta habilitar la flexibilización de los cuatro socios del Mercosur, pero cree que no es el momento y que Lacalle Pou incurre en un intento de suicidio geopolítico cuando sugiere eliminar el Arancel Externo Común a cambio de un importante beneficio en las exportaciones que nadie asegura en el corto plazo.

En definitiva, dos miradas diferentes que ponen a prueba la vigencia del bloque regional. Brasil, Uruguay y Paraguay desean salir del proteccionismo, acordado en 1990 cuando aún existía la Guerra Fría, mientras que Argentina considera que es un decisión política apresurada que colocará en una situación de dependencia económica al foro regional.

En Uruguay evalúan que Alberto Fernández está cometiendo el mismo error de apreciación de Néstor Kirchner cuando castigó la instalación de las plantas papeleras de Botnia. La historia demostró que Kirchner estaba equivocado y que el sistema productivo uruguayo se benefició con las inversiones finlandesas.

Junto a la ofensiva de Lacalle Pou para flexibilizar el Mercosur, que es apoyada por Bolsonaro y Benítez, apareció un fenómeno geopolítico que complica el peso específico de Argentina en el bloque. La sintonía de Uruguay, Brasil y Paraguay dejan en soledad a Alberto Fernández, que no tiene aliados firmes.

Durante toda la historia del Mercosur se hizo referencia a dos sub-bloques con dos velocidades distintas: Argentina y Brasil que lideraban, y Paraguay y Uruguay que acompañan con escasas resistencias políticas y económicas. Ahora ese esquema de poder mutó por la crisis económica del país y por las decisiones diplomáticas de Alberto Fernández.

El presidente argentino cuestionó a la Organización de Estados Americanos (OEA), rompió con el Grupo de Lima y considera que Nicolás Maduro debe participar en la transición democrática en Venezuela. Brasil, Uruguay y Brasil están en las antípodas y aprovechan esta perspectiva diplomática para construir poder con la Casa Blanca.

Es decir: Alberto Fernández enfrenta a la troika Bolsonaro, Lacalle Pou y Benítez, que apuesta a la relación con Estados Unidos y pretende la flexibilización del Mercosur. Esta disidencia de fondo entre los cuatro socios fundadores del Mercosur determinó que Lacalle Pou mencionara la palabra “lastre” y que Alberto Fernández replicara fuera de guión y a la luz del día.

El estallido verbal entre los dos mandatarios por ahora quedó encapsulado en la Cumbre del Mercosur. No está prevista una nueva escalada política y Balcarce 50 aguarda que Lacalle Pou tome la iniciativa y protagonice un diálogo informal con Alberto Fernández.

Un gesto de salón para encontrar un desenlace elegante a un hecho inesperado que desnudó en público la crisis de fondo del Mercosur. Habrá minué diplomático y gestos de conciliación en ambas márgenes del Río de la Plata. Un ejercicio democrático con escaso alcance para resolver las actuales diferencias de fondo entre Brasil, Paraguay y Uruguay con la Argentina.

FUENTE: Infobae



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