El obispo local, Mons. Héctor Zordán, ordenó al seminarista Nicolás Rodríguez camino al sacerdocio, y le pidió: «Que el servicio se haga carne en vos, en tu vida, al estilo de Jesús y de María».
El seminarista Nicolás Rodríguez recibió la ordenación diaconal camino al sacerdocio, de manos del obispo local, monseñor Héctor Zordán M.Ss.Cc, durante la misa celebrada el viernes 11 en la parroquia Sagrada Familia y Santa Teresita del Niño Jesús.
Concelebró la Eucaristía el obispo emérito de Goya, monseñor Ricardo Faifer, y participaron también gran cantidad de sacerdotes, diáconos y fieles de la comunidad diocesana.
Nicolás, oriundo de Gualeguaychú, nació el 30 de abril de 1990 e ingresó, hace unos años, al seminario mayor diocesano «María, Madre de la Iglesia». Fue admitido a las sagradas órdenes el 23 de noviembre del 2020. Recibió el ministerio del lectorado en el año 2021 y el del acolitado en 2022; finalizó sus estudios en el seminario en diciembre de ese año y, actualmente, ejerce su ministerio en las parroquias Sagrada Familia y Nuestra Señora de Lourdes.
En la homilía, monseñor Zordán manifestó: “Desde el comienzo, este ministerio estuvo estrechamente emparentado con el servicio y, de hecho, la expresión ‘diaconía’ significa servicio, y el ‘diácono’ es el que ejerce la diaconía, o sea el servidor”.” Hoy el diácono realiza su servicio en la Iglesia –precisamente vinculado con el ministerio del obispo y de los presbíteros– estando cerca del altar, en la celebración eucarística y en la administración de algunos sacramentos, colaborando en el pastoreo de la comunidad cristiana y siendo una gran ayuda en la gestión de los recursos y de los bienes de la Iglesia”, continuó.
El prelado destacó que “es por eso que Jesús vuelve a invitarnos: ‘El que quiera ser grande, que se haga servidor; y el que quiera ser primero, que se haga esclavo’; y se propone Él mismo como modelo y señala un camino: ‘Como el Hijo del hombre, que no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por una multitud” (Mt 20,26-28)’”.
“Este tiempo de reflexión sinodal requiere volver a plantearnos la realidad de que somos esencialmente iguales desde el Bautismo, y también la de que, si alguno se destaca, es porque se ha hecho último y servidor… Es la dinámica de la pirámide invertida de la que habla el Papa Francisco, con la base arriba y el vértice abajo: el que tiene un título mayor está más abajo y está llamado a servir a los demás”, señaló.
Dirigiéndose al nuevo diácono, el obispo concluyó: “Dirigimos nuestra mirada y nuestra súplica a María. Ella se declaró sierva del Señor en la Anunciación (cfr. Lc 1,38), y se mostró servidora de los hermanos al salir al encuentro de Isabel, la mujer ya grande y embarazada que necesitaba de su ayuda (cfr. Lc 1,39ss.). Con ella, le pedimos al Señor por vos, Nicolás, para que modele tu corazón diaconal: que, en el ejercicio de este ministerio, el servicio se haga carne en vos, en tu vida, al estilo de Jesús y de María”.