El imperativo de un Estado presente

Los primeros 100 días de la Administración Biden constituyen un poderoso proyecto de expansión y redefinición del papel del Gobierno y del Estado como respuesta a la pandemia. Se trata probablemente del mayor experimento desde el New Deal, de Franklin D. Roosevelt, y la Gran Sociedad, de Lyndon B. Johnson.

Algo puede sonar paradójico el presidente de mayor edad en asumir el cargo impulsa una vorágine de cambios sorprendentes para este país.

Muchos esperaban que este político de 78 años, exponente de la vieja guardia demócrata, buscara «bajar la pelota al piso» como presidente luego del caótico y divisivo mandato de Donald Trump.

Después de todo, el propio Biden asumió llamando al país a la «unidad», palabra que repitió ocho veces en su discurso de toma de posesión el 20 de enero.

En el discurso que pronunció frente al Parlamento al cumplir sus primeros 100 días al frente de la Casa Blanca, criticó las políticas neoliberales que llevaron al colapso financiero y la crisis de 2008. Llamó a cambiar el modelo económico estadounidense por uno más justo, inclusivo y solidario.

Criticó la teoría del derrame y dijo que es tiempo de hacer crecer la economía desde abajo y desde el medio. “Fue la clase media la que hizo grande el país, y los sindicatos la herramienta para ser clase media. Nadie que trabaje 40 horas a la semana debería vivir por abajo del umbral de la pobreza”. Keynesianismo puro y duro promete Biden, al mejor estilo de su competidor en la interna demócrata, Bernie Sanders.

El plan de Biden cuenta con una impresionante movilización de dinero público canalizado en un igualmente impresionante abanico de acciones. La suba de impuestos a los que más tienen será la clave de la nave insignia de un proyecto socialdemócrata. Tiene un significado que trasciende las fronteras de la primera potencia mundial y muestra un horizonte a seguir que desafía a todos, en este tiempo de rotura social.

Un común denominador de las reformas propuestas por Biden es que colocan al gobierno federal en el centro de la respuesta a los desafíos del país, ampliando su cometido en diversas áreas.

¡En que te has convertido Joe!

Para estimular la recuperación económica, el 46º presidente de EEUU prometió la creación de “millones de empleos” en la industria.

Propuso financiar esos planes de «Empleo» y «Familias», con un costo de US$ 4 billones, con aumentos de impuestos a las corporaciones y al 1% más rico del país.

Esas iniciativas se añaden a un «Plan de Rescate» por US$ 1,9 billones aprobado en marzo, con pagos directos a los estadounidenses y beneficios adicionales de desempleo ante la pandemia.

El mandatario defiende estas propuestas como parte de una lucha por la democracia. “Actuamos para restaurar la fe de la gente en que nuestra democracia cumple», dijo Biden. “Esa es la democracia en acción».

Biden mencionó allí a Roosevelt y su llamado a actuar, «en otra era en la que nuestra democracia fue puesta a prueba», y aludió a una historia de «inversiones que sólo el gobierno estaba en condiciones de realizar» para impulsar el país. El programa, para el que pidió también un aumento del salario mínimo a US$ 15, también aboga para que los estadounidenses compren productos locales y que las empresas que produzcan bienes lo hagan en EE.UU.

El crecimiento de la aporofobia en Argentina

La verdadera política es la política internacional, dijo quién fue el único argentino electo presidente en tres oportunidades. El hombre, en aquellos tiempos de un mundo bipolar, plantó la bandera de la tercera posición y desarrolló una doctrina que fue el alimento ideológico del mayor movimiento político de América Latina. El peronismo sigue vigente y hoy ha vuelto a gobernar el país. Así como muchos partidos y líderes del mundo han estudiado su obra para enfrentar distintas etapas, el presidente Alberto Fernández tiene la responsabilidad de que dicha fuerza salga triunfante de uno de los desafíos más complicados de su historia.

Ayer, en el Día de los Trabajadores, recordamos que hace 5 años viene cayendo el poder adquisitivo de los salarios, y aumentando la desigualdad. Lo que significa que los empleadores y los más ricos se vienen apropiando de una parte cada vez mayor de nuestro trabajo. El fifty fifty es un reconocimiento que los trabajadores por ahora solo pueden agradecer a Perón. El proceso de transferencia regresiva de ingresos, impuesto de manera brutal por las políticas neoliberales, fue acompañado por transformaciones estructurales que son bien difíciles de revertir.

Las autoridades que el viernes pasado asumieron la conducción de la UTEP (Unión de Trabajadores de la Economía Popular) no tienen margen para hacer la plancha ni burocratizarse. Vienen de la calle y saben bastante más que varios funcionarios, que la organización de la economía popular es clave en un contexto de aumento escandaloso de la pobreza.

La economía popular está integrada por excluidos de la sociedad y por el descarte del sistema que se reinventaron en sus trabajos y ya representa el 30% de la población económicamente activa.

Esta exclusión incluye la APOROFOBIA, término reconocido por la Real Academia y que en criollo significa “odio hacia los pobres o desfavorecidos”. El discurso racista, meritocrático y de odio ha calado profundo en sectores sociales que identifican al pobre, humilde, desfavorecido o Nac&Pop con parásitos. En términos generales la riqueza de este país fue producida por la fuerza del trabajo, con apalancamiento estatal. Las élites asumieron para sí la difícil tarea de apropiarse de esa riqueza y cada vez que pudieron, la fugaron.

La pandemia vuelve a servir de ejemplo. Mientras sectores acomodados intentan violar las normas y se desgañitan profiriendo discursos opositores a toda decisión del gobierno, que cuida la vida de todos los ciudadanos, quienes cumplen sin quejarse de las restricciones son los sectores más humildes.

El odio es potenciado por una superestructura mediática y cultural que hace de claque a los sectores conservadores, que no están dispuestos a ceder nada, y por el contrario pretenden maximizar ganancias.

Más allá de personalismos y personajes, la realidad de la economía popular es un desafío que los sindicatos tradicionales han aceptado e incorporado a su agenda de trabajo. Los distintos niveles de gobierno deberían rápidamente tomar nota. La alarmante situación social exige políticas públicas consecuentes con aquello de que “nadie se realiza en una comunidad que no lo hace”.

Si el gobierno avanza en ese sentido, el conservadurismo puede quedar sin agenda, porque las dos pestes dan un marco ideal para que el Estado implemente políticas de inclusión como nunca antes y se haga cargo de lo que el mercado deja a un lado y también explota.

Francisco lo plantea desde su asunción: la sociedad del descarte. Ahora promueve la necesidad de un salario universal para combatir los escandalosos niveles de pobreza.

El Renatep (Registro Nacional de Trabajadores de la Economía Popular) presentará el próximo lunes la inscripción de más de 2,5 millones de compatriotas. El Renabap (Registro Nacional de Barrios Populares), aprobado por unanimidad en el Congreso, registró más de 4.300 barrios populares con 5 millones de personas, donde las mujeres representan el 66 % de la población.

La precariedad campea y una de las aristas más crudas del retroceso lo constituyen los más de 12 mil comedores comunitarios. Es bueno recordar que esos comedores y merenderos son tanto una extraordinaria muestra de solidaridad y compromiso como también ofrecen nuevamente un sendero al clientelismo, que años atrás había desaparecido como política al calor de la universalización de los planes sociales.

En aquellos años hubo que enseñar a más de una generación a cocinar. Su vida había transcurrido en comedores o yendo a buscar la comida en algún recipiente. Volver a la mesa familiar en el hogar urge, y urgen medidas estatales extraordinarias.

La historia demuestra que no hay gobierno conservador que pueda vencer la capacidad de resiliencia que en el pueblo beneficiado tienen políticas de inclusión, como lo fueron las jornadas de ocho horas, las vacaciones, el salario anual complementario, la AUH y tantas más.

Se torna cada vez más imperioso debatir el rol del Estado frente a las empresas de servicios públicos privadas, tanto como tornar cada vez más eficiente el rol en las empresas públicas esenciales, como la administración del Fondo de Jubilaciones y Pensiones, Aysa, YPF, Aerolíneas. La soberanía energética, el control de los ríos, el salario universal, la conectividad, son asignaturas que cualquier gobierno o frente político que se autodenomine progresista deberá encarar sin demoras.

En la provincia

Tal como desarrollamos la pasada semana, en la tercera entrega de las notas relacionadas con la Hidrovía, el gobierno provincial plantó bandera en relación a los aspectos que el gobierno nacional debe considerar en la formulación de los pliegos de licitación para una nueva concesión de la vía navegable troncal. Sin estridencias, pero de manera firme y clara dijo «esta boca es mía» y avisٚó que pretende para nuestros puertos igualdad de condiciones con el poderoso complejo portuario privado de Rosario y alrededores. La provincia formula así un verdadero plan de desarrollo que debería ser música a los oídos de los productores entrerrianos, ya que en criollo, Bordet está peleando para abaratar sus costos de flete, con lo cual ganan en competitividad, ya sea que exporten granos, pollos o madera. En paralelo el reclamo provincial lleva implícita la posibilidad de un fuerte incremento de la actividad económica, con la consiguiente necesidad de empresas que brinden los servicios portuarios. En esta situación es la resolución virtuosa del estancamiento en la generación de puestos de trabajo que informan las centrales empresarias.

Mientras tanto la situación sanitaria no da tregua y la necesidad de contar con mayor infraestructura es notable. La crítica de la oposición por el no funcionamiento del hospital modular de Colón no deja de recordar la desidia de abandonar la realización de dos hospitales modelos en los cuatro años de gestión amarilla. La pirotecnia política contrasta con el esfuerzo de todo el personal sanitario provincial, como así también el esfuerzo de la ministra Sonia Velázquez, que no parece ser acompañado por el resto de la dirigencia. Es la única funcionaria de los tres poderes del Estado que se sometió a ir a Legislatura y esta semana volvió a recibir al bloque opositor.

La política interna partidaria también debería dejar de ser un nicho de disputa política. El caso de la renuncia de Martín Roberto Piaggio en Gualeguaychú tampoco se pude dejar pasar por alto. Así como los presidente municipales de Cambiemos que aprovecharon la pandemia para diferenciarse del gobierno provincial.

La disputa política se ha vuelto irracional y en caso de no lograrse el consenso para aprobar el retraso de las PASO hasta podría ser de un gran daño a la sociedad, porque de seguir con este nivel de absurdos se ha vuelto muy peligroso.

En el frente oficial, la novedad política de la semana la trajo el encuentro realizado por La Corriente Nacional de la militancia. El espacio se mostró como un espacio de acumulación política, ante la nula acción política por parte del oficialismo. Agustín Rossi, Cristina Álvarez Rodríguez y Daniel Filmus se encontraron vía zoom con más de 200 militantes entrerrianos. El número superó las expectativas iniciales del grupo de organizadores, donde ejerció un claro rol activo de coordinación la diputada nacional Blanca Osuna. También hicieron uso de la palabra, su par Carolina Gaillard, quien suena como una de las más firmes candidatas para las elecciones de este año, y las legisladoras provinciales Paola Rubattino y Claudia Gieco.

Entre los legisladores asistieron los diputados Ángel Giano y Silvia Moreno, los senadores Jorge Maradey y Amilcar Genre Bert, intendentes en ejercicio como Martín Oliva y Gustavo Bastián y con mandatos cumplidos como Daniel Irigoyen y Juan Javier García, sindicalistas, concejales y dirigentes de todos los departamentos de la provincia. Varios de los que dieron presentes, aunque no lo reconozcan en público, ya trabajan para alguno de los candidatos para suceder a Bordet, pero nada de eso se habló en el encuentro.

En el mismo se analizó la complejidad del escenario actual y los desafíos por venir de la coalición, prevalecieron conceptos de apoyo, de mantener la unidad y lograr los consensos necesarios que el frente oficial necesita para enfrentar una oposición feroz.

Se resaltó que la corriente no es una “orga” y que deja que los espacios se organicen provincialmente. Lo que dejó el encuentro en clave política fue que existen en la provincia muchos cuadros del kirchnerismo sin liderazgo provincial, que no se referencia en La Cámpora y que se quedaron a mitad de camino con el proyecto fallido de Unidad Ciudadana, que tenía como máximos exponentes al actual diputado Julio Solanas y al embajador en Israel, Sergio Urribarri.

El gobierno provincial enfrenta el desafío de encarar una elección intermedia con un gabinete con poco peso político. Las campañas encaradas por el bordetismo siempre tuvieron a Edgardo Kueider como máximo responsable, pero hasta ahora no se sabe que pasará. Tampoco hay noticias de una convocatoria a la vista del Consejo Provincial Justicialista y menos aún a los partidos que integran el Frente de Todos.

La última elección intermedia tuvo siete boletas en las primarias, pero luego la totalidad de votos obtenidos no se plasmó en la elección general. La decisión fue dejar participar a todos, pese que se sabía de antemano que sólo tres listas cumplimentaban los requisitos legales.

El único dato que se conoció en la semana, desde fuentes del oficialismo, es que sostienen que el gobernador mantiene su buena imagen y que ha bajado la de la fórmula presidencial, pero que la situación es mejor que la del 2017. Si bien la fecha sigue en duda, aún no se sabe cuál será la estrategia y el perfil de candidatos que llevará el oficialismo provincial.

Vamos Juntos

En la oposición existen movimientos de los distintos sectores con el fin de lograr un gran frente opositor. El norte a seguir es la exitosa experiencia de la ciudad de Buenos Aires, el frente “Vamos Juntos”, que conduce Horacio Rodríguez Larreta, tiene adentro desde el partido que conduce el libertario José Luis Espert hasta el socialista Roy Cortina. Lo que no está claro y resta por definir es el mecanismo electoral para elegir los candidatos del frente.

Juntos por el Cambio en la provincia permitió la competencia de los candidatos a senadores departamentales en las provinciales de 2019, pero no permitió pegar boleta en las elecciones nacionales nada más ni nada menos que a Emanuel Gainza y María Alejandra Viola. Allí prevaleció el dedo interno que consagró a Gustavo Hein y Gabriela Lena como diputados nacionales.

Un nuevo problema en el frente opositor es la aparición de un grupo que se referencia en la figura de Ricardo López Murphy. Republicanos Unidos (RU), que une a Recrear con tres agrupaciones: Partido Libertario, Mejorar y Unidos. También habrá que hacer lugar a los peronistas disidentes que tienen como figura más representativa al ex gobernador Mario Moine.

Con tres lugares expectantes para el ganador, la unidad sin competencia interna se volverá una difícil tarea. Mientras tanto Rogelio Frigerio envío un saludo a los trabajadores mostrándose con su socio radical Atilio Benedetti, destacando la tarea de quienes están frente a la pandemia y a las pymes y emprendedores que luchan contra las trabas burocráticas e impositivas.

La pelota lo tienen los gobiernos que conducen el Estado. Idear políticas para llegar a todos será la tarea. Biden desde el norte ya marca un camino, tomando acciones que ni siquiera se atrevió a prometer en campaña. En la región, los gobiernos más transformadores sufrieron reveses, principalmente por la aparición de casos de corrupción y de no avanzar en transformaciones. Las conquistas son parte del pasado, los gobiernos deben ir por más. La pandemia es la oportunidad de hacer un Estado eficaz. La pandemia desnudó el estado de situación y el grado atroz de la desigualdad. Es futuro llegó hace rato. La oportunidad es ahora.



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