Finalmente, el FMI anunció un acuerdo con el gobierno argentino el viernes pasado. El acuerdo es por una suma de 20.000 millones de dólares con un desembolso inicial de 12.000 millones, una revisión pautada para junio de este año y que lógicamente, como todo acuerdo con el Fondo viene de la mano de una serie de condiciones sobre las cuales hay que detenerse a analizar.
Para empezar, lo más importante es que el organismo impuso una devaluación del peso a través del esquema de “bandas” de precio para el dólar oficial. El establecimiento de un piso de $ 1000 y un techo de $ 1400 significa que el dólar oficial que el viernes cerró a menos de $ 1100 tiene margen de mercado, es decir, de presión devaluatoria para crecer hasta $ 1400 lo cual supone una devaluación de la moneda nacional del orden del 30%.
Por lo tanto, la flexibilización del cepo (y no su “eliminación”, ya que sigue habiendo parámetros de control estatal) implica una medida de ajuste que se trasladará a todos los precios, los bienes y los servicios del consumo de masas, lo que se va a notar a partir de mañana.
La inflación que ya en marzo volvió a crecer al 3,7% (medida por el INDEC), seguramente pegará un nuevo salto en los próximos meses.
Además, el Banco Central anunció medidas que facilitan el acceso al dólar para importadores y se libera toda restricción para que las grandes empresas pueden remitir utilidades (es decir, fugar dólares) a sus casas matrices en el exterior. Los capitalistas exportadores festejan, ya que a partir del viernes pasan a ganar 30% en pesos a partir de estas medidas al liquidar sus dólares en el país. A los importadores se le abaratan costos en pesos al depreciarse la moneda, y las patronales orientadas al mercado interno, también reciben un beneficio, ya que se reduce drásticamente el salario como parte de sus costos de producción.
Tomadas de conjunto, las medidas implican como derivación inmediata:
● Devaluación potencial del orden del 30%
● Transferencia de recursos de los trabajadores y sectores populares a los distintos segmentos de la clase capitalista
● Un salto de calidad en la concentración de la riqueza en el 1% y proporcionalmente una profundización de la miseria de las mayorías.
Estamos frente a un nuevo saqueo social a favor de un acuerdo neo-colonial y un crecimiento del endeudamiento nacional para beneficio de la clase capitalista del país, el imperialismo y el FMI..
Fracasó el plan Milei-Caputo y ahora compran tiempo
El gobierno terminó rogando un acuerdo con el FMI porque estaba llegando a un punto de no-retorno en materia económica, lo cual equivale a decir que fracasó el plan Milei-Caputo. Repasemos:
● En diciembre de 2023 el gobierno anunció una megadevaluación del 120%
● Después definieron para mantener el dólar anclado un ritmo de devaluación menor a la inflación abaratando el acceso al dólar oficial para los especuladores.
● Los importadores lograron enormes dividendos saqueando las reservas del Banco Central y a la vez la bicicleta financiera funcionó aceitadamente.
Esa lógica, que pretendía ser sostenida sin devaluar hasta después de las elecciones por el costo político de esa medida, no se sostuvo.
Fue el cambio de tendencia de la coyuntura nacional, partir de la acción masiva del 1° de febrero, sumado al escándalo de la cripto-estafa, los reveses de Bullrich y su protocolo con los jubilados, más los golpes parlamentarios y la enorme acción del 24 de marzo, el paro nacional del 9 y 10 a desgano de la CGT pero contundente, profundizaron la inestabilidad de los “mercados”, que traducido significa desconfianza capitalista con el rumbo global del plan del gobierno y una sangría imparables de las escuálidas reservas del Central. Si algo le faltaba al combo de complicaciones, el salto en la incertidumbre internacional a partir de las medidas de Trump, sus marchas y contramarchas, terminaron por precipitar la necesidad de aplicar un nuevo mazazo devaluatorio ahora, aún con todo su potencial de inestabilidad derivada.
A la dupla Milei-Caputo no le quedó opción: con el desembolso de 12 mil millones apuesta a ganar tiempo hasta después de las elecciones procurando evitar una corrida que eventualmente hubiera estado planteada si no aparecía el acuerdo, ya que para sostener hasta el viernes el precio del dólar y evitar una disparada de la inflación superior, el gobierno empezó a dilapidar como reserva parte de los llamados encajes bancarios que no son otra cosa que el seguro monetario de los depósitos de los bancos, es decir: plata de los ahorristas.
Sobre la hora, el acuerdo con el FMI significó comprar tiempo de descuento.
La letra (no tan) chica del contrato de subordinación
El FMI estimula el endeudamiento de los países con un propósito eminentemente político, imperialista y de sometimiento. No se trata de un prestamista usurario, exclusivamente: es esencialmente un instrumento del capital financiero internacional, dominado por EEUU, para colonizar la orientación de los países
Las condiciones de este acuerdo y la estrategia del nuevo préstamo están sugeridas en el comunicado del Fondo:
● Los esfuerzos se centrarán en fortalecer la flexibilidad del mercado laboral (…) y abrir gradualmente la economía.
● Mejorar la eficiencia del Estado y la disciplina del gasto público.
● Reformas bien secuenciadas de los sistemas tributario, de coparticipación y pensiones.
● Impulsar el crecimiento del vasto potencial en energía y minería del país.
En definitiva, lo que el FMI está exigiendo y el gobierno de Milei firmó, es una hoja de ruta que incluye intentar profundizar todo lo antiobrero y antipopular que ya empezó, incluyendo más reforma laboral, más despidos y ajuste estatal, más tarifazos, reforma jubilatoria y apropiación de bienes comunes con más extractivismo.
Por eso, una vez más, estamos frente a un co-gobierno de facto del Fondo con la pandilla libertaria como asociación criminal para la entrega nacional.
Memoria indispensable: la deuda eterna como consenso estratégico de toda la política tradicional
Después de algunos años de impasse, Argentina volvió a pedir un préstamo al Fondo en 2018 y, desde entonces, se renegociaron varios acuerdos (Macri y peronismo incluidos), pero el salto de la enorme hipoteca para el país siguió. El acuerdo que se acaba de firmar tiene 10 años de alcance, que sumados a los 7 que ya llevamos desde 2018, son 17 años de auditorías del FMI y estrangulamiento social para financiar fuga de capitales y negocio de especuladores.
Pero en esto, sin ir a la historia de la deuda que arranca en la última dictadura genocida, queremos enfatizar las complicidades compartidas de todo el arco político tradicional en lo que podríamos denominar el “consenso de la deuda eterna”.
Un dato que podría ser anecdótico sino fuera una prueba reciente de lo que marcamos: el ministro de Economía Luis Caputo agradeció durante el anuncio a su equipo económico que trabajó detrás del acuerdo mencionando entre otros a Leonardo Macdur, quien fuera asesor de Sergio Massa y ahora es representante de Argentina ante el FMI.
Es verdad que fue el gobierno de Macri el que tomó una deuda enorme y la dilapidó financiando la fuga como Cavallo-De la Rúa en 2001. Pero no es menos cierto que el gobierno del Frente de Todos no cuestionó la deuda heredada, sino que la convalidó en el Congreso con un acuerdo gestionado por Martín Guzmán y que, entre otros, por ejemplo, votó con entusiasmo el ahora candidato “antiderecha” Leandro Santoro.
Y no solo convalidaron la herencia macrista, sino que además según el Centro Cifra bajo el gobierno anterior a Milei se patinaron casi 25 mil millones de dólares pagando deuda privada de pasivos de empresas que pidieron dólares baratos al Central para afrontar deuda en el exterior .
Todo esto sucedió bajo el gobierno de Alberto – CFK – Massa y no fue motivo de ninguna investigación de ningún tipo.
Digamos todo: más allá de posiciones declarativas o tuits incendiarios, todos pagan, todos admiten el sometimiento al Fondo.
Obviamente, con la sola y digna excepción de la izquierda.
No alcanza con criticar a Milei y el acuerdo con el FMI: hay que plantear el no pago
El pago de la deuda y las condiciones que impone el FMI son incompatibles con una salida para el país que supere su crisis estructural a favor de los derechos de las mayorías populares. Todo el esquema integral de la deuda, desde su origen con Martínez de Hoz, pasando por Alfonsín, el Plan Austral, el Brady, el megacanje y el blindaje con Cavallo-De La Rúa, el acuerdo con Macri y el de ahora, todo constituye una descomunal estafa al pueblo argentino. Porque nunca la deuda sirvió para mejorar la vida de los trabajadores y los sectores populares, porque jamás se consultó a la población sobre qué hacer y porque cada gobierno legitimó el desfalco del anterior pagando a costa de ajuste, atraso y dependencia o tomando incluso, más deuda.
Se trata de un estrangulamiento planificado de la economía de nuestro país a favor de una élite de banqueros, importadores y exportadores que lucran con este mecanismo. Y mientras tanto la vida de nuestro pueblo se degrada y el país es saqueado sostenidamente.
Por eso, no hay una salida más realista que terminar con este mecanismo de robo.
Se trata entonces de articular un programa de varias medidas simultáneas de emergencia:
● Declarar la moratoria unilateral de todas las deudas con organismos multilaterales y bancos privados.
● Impulsar una CONADEP de la deuda: una Comisión Investigadora Independiente que tome como base la Causa Olmos y el fallo del Juez Ballesteros del año 2000 para actualizar la situación de ilegalidad de los diversos préstamos . Posteriormente en un plazo no mayor a 90 días dar a publicidad sin secretismos los resultados de dicha investigación para eventualmente el pueblo decida qué hacer a través de una consulta popular vinculante.
● Convocar una Conferencia Internacional de los Pueblos hacia la conformación de un Bloque o Frente de Países deudores dispuestos a encarar el no pago frente a los organismos de crédito.
● Constituir un Fondo de Divisas para Reactivación Económica con esos recursos destinándolos a un plan masivo de obras públicas para generar trabajo genuino a gran escala y un aumento general de salarios, jubilaciones y programas sociales.
● En paralelo establecer la Nacionalización de la Banca y el Sistema Financiero para evitar la fuga de divisas a paraísos fiscales de los grandes capitalistas, y a la vez proteger a los pequeños ahorristas. Una banca estatal única que centralice los recursos nacionales y los oriente al crédito barato para trabajadores o sectores medios asfixiados de deudas.
● Asimismo disponer la nacionalización del comercio exterior aboliendo el control oligopólico privado que ejercen hoy un reducido grupo de corporaciones del agronegocio. Que el interés colectivo de la mayoría social define qué comprar y qué vender en función de la reconstrucción económica a favor de la clase trabajadores y el pueblo.
Lógicamente este programa alternativo para enfrentar (y afrontar) la crisis de la deuda eterna tiene que ser respaldado con un proceso extendido de debate colectivo y movilización social en apoyo a esta orientación de independencia y soberanía.
En nuestro pueblo hay una enorme reserva acumulada de fuerza social para encarar este desafío planteado. En estos 15 meses de gobierno de Milei cada vez que las centrales obreras (aunque a destiempo, sin organización ni debate democrático y sin continuidad) convocaron a parar y movilizarse, la respuesta fue contundente. Pero inclusive sin esas conducciones y de forma independiente también hubo grandes demostraciones fuerza como el 1° de febrero, con los jubilados o el 24 de marzo.
No tenemos dudas que esta es la perspectiva para salir a flote de la debacle a la que nos han llevado los sucesivos gobiernos del consenso del FMI y la deuda.
Y finalmente asumir que si la CGT o las CTA´s miran para otro lado y siguen pensando como todo el peronismo en el lejano 2027 tenemos que autoconvocarnos como pueblo desde cada fábrica o empresa, desde cada facultad o colegio, desde cada barrio y colectivo social para decir definitivamente basta a este atropello criminal.
Desde la izquierda tenemos la responsabilidad de contribuir con todas nuestras fuerzas en esa dirección.
No pagar es el camino.