Comas extendió su vínculo con Patronato

El delantero surgido de las divisiones inferiores del Santo selló un nuevo contrato profesional que lo vincula al Rojinegro hasta diciembre de 2022. Tendrá la oportunidad de vestir la camiseta número 10, de igual manera que lo hizo en las divisiones formativas.

Sus primeros recuerdos en la institución se remontan a su infancia, cuando a los 4 años comenzó a practicar en la Escuelita de Fútbol. “Llegué a Patronato porque tenía a mi hermano Ezequiel, que a los 7 años había comenzado futbol y lo seguía para todos lados. En mi familia me cuentan que cuando él se vestía y preparaba para ir a entrenar, yo quería irme con él. Desde ahí empecé a ir a todos los entrenamientos y me terminan inscribiendo en la única categoría que había en ese momento”, cuenta Lautaro.

De esta primera época, el Gordo recuerda especialmente al gran y querido Isaac Clariá, su primer entrenador y coordinador durante muchos años de la Escuelita: “Él nos enseñó compañerismo y tomarnos este deporte como una diversión. Con él fui a uno de mis primeros torneos en el año 1999, en Sunchales, que en esa época era muy común participar de dichas competencias”.

Su paso por las inferiores tuvo la gran particularidad de no entrenar siempre en La Capillita. “Otras veces íbamos a la Escuela Comercio, al predio de la UTN, a ATM (hoy Predio Municipal “Raúl Alfonsín”), al Parque Urquiza o donde tuviéramos espacio”, remarcó el jugador. En este sentido, también remarca las actuales en donde se forman las inferiores con una particular anécdota: “Una vez, Marcelo Candia (actual entrenador de Quinta División) nos hizo llevar cuchillos para cortar y sacar los espartillos de la cancha de arriba porque era imposible entrenar. Hoy cuando veo a los pibes entrenar en el predio, con buenas canchas y estar constantemente en un nivel de AFA, me pone muy contento”.

CLUB Y AMIGOS

Patronato no sólo envolvió a Lautaro en la parte deportiva, sino en la íntima. “Los mejores momentos eran cuando salía de escuela e iba a entrenar, de chiquito siempre me llevaba Analía Rodríguez a la cual siempre le estaré agradecido. Después disfrutaba mucho las temporadas de pileta en el club con mis amigos y hermanos, sin dudas eso era felicidad pura”, recuerda.

Muchos años en la institución le han dado amistades tanto dentro como afuera de la cancha. Gracias al verde césped, el Gordo cosechó grandes lazos con quienes han escrito la historia futbolística reciente del club: Marcos Minetti, Alejandro Almada, Tomás Spinelli, Lucas Márquez, Damián Pacco y Lautaro Geminiani. Fuera del terreno de juego, tiene un grupo importante de amigos que son fanáticos del Rojinegro, con los que comparte los mismos sentimientos hacia los colores.

SUS EMOCIONES

Tantos años apoyando y jugando en el Club le han dado miles de momentos inolvidables, pero sólo unos pocos les han quedado marcadas a fuego, llevándolo a emocionarse cada vez que habla de ellos. “Me acuerdo, cuando era adolescente, haber llorado por haber ganado un torneo de Liga Paranaense. Eso significó mucho para mí, ya que había perdido poco tiempo antes a mi bisabuela a la cual le dediqué ese campeonato. También recuerdo que lloré con mi hermano desde la tribuna San Nicolás en una derrota por penales ante Rivadavia de Lincoln, en Pergamino cuando le ganamos a Douglas Haig, la final con Central Córdoba por el ascenso en 2008, la derrota en 2009 ante Boca Unidos en Corrientes y el ascenso al Nacional en 2010. En el año 2015 las lágrimas fueron felicidad pura porque tuve la posibilidad de cumplir mi gran sueño ascendiendo con Patronato a Primera División”.

HOY Y MAÑANA

Luego de este repaso desde sus pequeños inicios hasta llegar a ser un jugador afianzado en el primer equipo del club de sus amores, Lautaro reflexiona sobre su presente y la búsqueda de más objetivos por conseguir: “No recuerdo haber soñado de pequeño lo que vivo hoy.  Lo único que me importaba era jugar a la pelota y divertirme. A medida que fui creciendo, fui en busca de concretar sueños que me había propuesto. Hoy, en lo grupal, el mayor anhelo es entrar y jugar una Copa Internacional, y en lo personal, es poder algún dia emigrar y poder devolverle al club un poco de todo lo que me ha dado. En esta institución me formé como persona y eso  no tiene precio”. Además, el Gordo deja un mensaje para todos los jugadores de las inferiores que buscan imitar ese camino hacia el máximo nivel: “A los más chicos les digo que, si recién están empezando, primero se diviertan y disfruten de eso. Si tienen un sueño que vayan por todo pero que nunca pierdan la felicidad de jugar a la pelota”.



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