Un testigo del procedimiento en el que se secuestró un disco externo rígido, que Fiscalía sostuvo que una imputada lo arrojó en medio de un allanamiento a una imprenta para entorpecer la investigación, objetó severamente el acta del procedimiento. Sostuvo que estuvo sólo media hora en el lugar, donde le exhibieron el elemento ya embalado, poniendo en crisis los horarios consignados en el acta. Las defensas habían cuestionado la prueba por las dudas que generaron su hallazgo y la cadena de custodia del mismo.
Redacción El Diario / coordinacion@eldiario.com.ar
El testimonio de Adrián Marcelo León Elberg puso bajo un manto de dudas una prueba considerada clave por los fiscales que llevan adelante la acusación contra el ex gobernador, Sergio Urribarri, y ex funcionarios de sus gestiones y particulares, acusados de cinco hechos contra la Administración Pública. Se trata de un disco rígido extraíble que el Tribunal admitió como prueba a pesar de las firmes oposiciones que realizaron las defensas, que en el debate y a partir de los testimonios advirtieron serias anomalías en el proceso de su hallazgo y en la posterior cadena de custodia que toda prueba informática debe tener.
Elberg, ante preguntas de las defensas que le señalaron que el acta consignó que la medida se realizó a las 13 y él expreso que terminó su actuación con la firma del documento a las 11.30, ratificó con seguridad que empezó a las 11 y negó que fue a las 13, como se consignó en el acta.
Las defensas advirtieron que se podría estar ante la posible comisión de un delito, tal el de falsedad de instrumento público, del que señalaron que debería investigarse en otra instancia. Las defensas señalaron que “hay indicio de una actividad que debería ser investigada en otro lugar, no encuentro conformidad entre lo que dice el acta y lo que dijo el testigo, sería un delito de falsedad de instrumento público, no lo afirmo, lo señalo, es muy probable que lo desarrolle en los alegatos” dijo el experimentado defensor, Raúl Barrandeguy.
Elberg exhibió situaciones que corroborarían las sospechas de las defensas respecto a que no se habría preservado la cadena de custodia. En este sentido sostuvo que quien tenía en la mano el objeto era “un oficial, el fiscal se lo pide y me lo muestra” y añadió respecto a quién lo tuvo antes, que “no sé porque me lo muestran después. En la sala de estar, que era como un living. No recuerdo donde estaba, cuando lo veo por primera vez lo tenía el oficial grandote. Había una mesa donde estaba trabajando un policía. No lo toqué, no recuerdo si abrió la bolsa para mostrármelo”. También reiteró que firmó el acta “un minuto antes de irme, lo mismo hizo la otra testigo, porque nos fuimos juntos”.
Las defensas también advirtieron que del relato del testigo y de lo que consignó el acta surgiría que hay firmas suyas que se presentaron como realizadas por el testigo, pero el acta se terminó de confeccionar varias horas después de que aquel se retiró.
Este señalamiento generó una airada reacción de los fiscales que se opusieron a la advertencia. Los fiscales dijeron que el testigo no reconoció su firma en el acta que se terminó de realizar a las 20, y precisaron que declaró: “No veo mi firma ahí, es parecida”. No obstante, ante una pregunta de las defensas respecto a que si cuando le pidieron que firme el acta, se la leyeron o se la dieron para que leyera o simplemente le requirieron la firma, dijo que no recordaba, solo que la firmó, pero no si se la leyeron.
Tan importante era el disco rígido para la acusación, que la procuradora fiscal adjunta, Cecilia Goyeneche, en los alegatos de apertura, sostuvo que la imputada Corina Cargnel lo había arrojado por la ventana de un baño de la imprenta Formato Urbano TEP SRL, cuando se estaba realizando un alongado allanamiento.
Ayer, Elberg recordó que fue testigo del acta de secuestro del elemento, que se halló en una vivienda ubicada en calle Irigoyen, de Paraná, a la vuelta de la firma Formato Urbano TEP SRL, ubicada en calle Racedo, donde se realizaba un allanamiento, de una serie que se dispusieron de manera simultánea el 1 de agosto de 2016.
El testigo recordó que fue detenido por un efectivo de la Policía Federal, que detuvo su paso cuando se retiraba de su trabajo. Así, recordó que cuando ingresó con el efectivo a la casa de la señora donde se halló el elemento, vio que había “mucha gente, policías trabajando, estaba la otra señora que era testigo” y añadió que le exhibieron “una especie de aparato rectangular, me dicen que es un disco duro portátil, me refieren que la señora lo encontró en el techo de una medianera y que había llamado a la policía, básicamente fue eso”.
Elberg aseguró que estuvo en el procedimiento entre las 11 y las 11.30, añadiendo que su labor como testigo terminó a las 11.30, luego de firmar un acta. También recordó que después de aquel procedimiento no volvió a ser convocado, hasta ayer. También dijo que dos semanas atrás estuvo en Fiscalía a pedido de los fiscales.
El testigo sostuvo que la policía iba y venía por el salón de la casa, donde un fiscal, al que identificó como “un hombre joven, se presentó y me explicó qué se estaba haciendo”. Consultado sobre si alguien se presentó como perito informático, dijo que no lo recordaba, pero añadió que “había persona con computadoras portátiles, se ve que estaban trabajando en el lugar”.
Elberg manifestó que nadie le relató cómo llegó el disco rígido al lugar en el que fue hallado, y agregó que se lo contó la dueña de casa. También dijo que no vio a Teresa Pot, la empleada que había encontrado el elemento en el techo que da al patio.
El testigo manifestó que “la policía realizó un embalaje con una bolsa, creo que el aparato estaba en una bolsa cuando me lo mostraron”. Este punto es muy importante, porque las defensas cuestionaron que no se preservó la cadena de custodia de una prueba que terminó temiendo vital importancia para la acusación, puesto que de allí se extrajo información sensible para la causa.
Otros testimonios
Ayer también declaró Luis Esteban Plugoboy, coordinador de la Secretaría General de la Contaduría General de la provincia, que declaró sobre el informe que confeccionó informando que “no obran antecedentes de observación en el Área a su cargo respecto de actos administrativos emanados de la entonces Dirección de Información Pública, luego Ministerio de Cultura y Comunicación de Entre Ríos”.
Carola Vitar, Gonzalo Fernández y Flavio Sebastián Zárate, todos empleados del Poder Judicial, declararon en relación a la extracción y resguardo de información extraída de sitios digitales que corroborarían la hipótesis de que Urribarri uso fondos públicos para sus aspiraciones políticas personales. Los tres tuvieron relatos similares respecto de la realización de la medida que llevó adelante a mediados de 2018 el bioingeniero, Guillermo Fritz, que actuó bajo las órdenes de los fiscales Gonzalo Badano y Santiago Brugo.
Los tres testigos manifestaron recordar muy poco de lo que sucedió en el Gabinete de Informática Forense del Ministerio Público Fiscal. Lo llamativo de la medida es que para su realización los fiscales no buscaron testigos que no pertenecieran a la esfera del Poder Judicial y menos que reconozcan relaciones, laborales y de cotidianeidad, con los investigadores.
Lo nodal de las declaraciones consistió en que ninguno recordó si las computadoras que manejó Fritz estaban prendidas cuando llegaron al Gabinete, si se les informó qué se iba a buscar, detectar y resguardar, ni qué métodos se utilizaron para la búsqueda de la información.