Hace 50 años Perón anticipaba en la Cumbre de Estocolmo la gravedad de la crisis ambiental y llamaba a tomar conciencia de la marcha suicida de la humanidad ante la destrucción de los ecosistemas.
POR JUAN PABLO OLSSON (*)
En el marco de la Cumbre Climática Mundial de Glasgow, Escocia (COP26) convocada por la ONU -un encuentro que define el futuro del planeta en relación a las graves consecuencias del calentamiento global- es imprescindible garantizar el compromiso de los principales líderes mundiales para hacer efectivo el Acuerdo de París, y llevar adelante una urgente transición hacia energías renovables, ya que la explotación de los combustibles fósiles (gas, petróleo y carbón) son la principal causa de la crisis climática y ecológica que amenaza actualmente a la humanidad.
Ya en el contexto de la Cumbre de Estocolmo del año 1972, en su “Mensaje Ambiental a los pueblos y gobiernos del mundo”, Juan Domingo Perón alertaba sobre este grave peligro, con capacidad de afectar a toda la humanidad y poner en peligro su supervivencia, relacionado a la contaminación del medio ambiente y la biosfera, y la dilapidación de los recursos naturales. Planteaba a su vez, la necesidad de un esfuerzo internacional mancomunado, para revertir este proceso de destrucción del equilibrio planetario.
De Estocolmo a Glasgow: 50 años de debate sobre la cuestión ambiental
La problemática del cuidado del ambiente y los ecosistemas se convirtió en una cuestión de importancia internacional a partir del año 1972, cuando se celebró en Suecia, Estocolmo, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano. Este encuentro significo un punto de inflexión en la agenda mundial, ya que fue la primera gran conferencia organizada específicamente para trabajar cuestiones medio ambientales.
La Conferencia de Estocolmo tuvo una gran repercusión internacional y contó con la asistencia de los representantes de 113 países, 19 organismos intergubernamentales, y más de 400 organizaciones intergubernamentales y no gubernamentales. Fue dirigida por el Primer Ministro sueco, Olof Palme y el Secretario General de las Naciones Unidas, Kurt Waldheim, con el objetivo de discutir el estado del medio ambiente mundial y elaborar una Declaración de Principios. Particularmente la Declaración enfatizaba que los recursos naturales de la Tierra -incluidos el aire, el agua, la tierra, la flora y la fauna- debían preservarse en beneficio de las generaciones presentes y futuras mediante cuidadosa planificación u ordenación; y que el hombre tenía la responsabilidad de preservar y administrar juiciosamente el patrimonio de la flora y fauna silvestres y su hábitat, que ya se encontraban en grave peligro por una combinación de factores nocivos.
Dicha Cumbre fue el comienzo de una toma de conciencia política y pública de los problemas ambientales globales. Sin embrago después de 50 años, en el marco de la actual Cumbre de Glasgow (COP26), queda demostrado que dichos problemas se han agravado a una magnitud tal que la actual crisis climática y ecológica, efectivamente está poniendo en riesgo la supervivencia misma de la especie humana sobre el planeta, si es que no actuamos de manera urgente, realizando cambios estructurales sin precedentes a nivel social y global, tal y como lo han señalado los científicos nucleados en el Panel Intergubernamental de Expertos en Cambio Climático (IPCC).
El aporte de Juan Domingo Perón a la Cumbre de Estocolmo: El Mensaje Ambiental a los pueblos y gobiernos del mundo
Tres veces Presidente de la Argentina, Perón fue un líder político excepcional, 50 años adelantado a su época. La fuerza revolucionaria del peronismo, impulsada por su líder, a mediados de la década del cuarenta en nuestro país, representó un impacto en América Latina como no tuvo ningún otro proceso político, social y cultural, desde la gran Revolución Mexicana, impulsada entre otros por Francisco Madero, Emiliano Zapata, Francisco Villa y Lázaro Cárdenas.
La propuesta política de Perón surge en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, con más de 50 millones de muertos y cuando los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki inauguraban la era del terror nuclear. Lejos de consolidar un futuro de paz y un modelo planetario inclusivo, sostenible y democrático, las conferencias de Yalta y Postdam significaban el comienzo de un nuevo reparto del mundo. Los recursos de América Latina, África y Asia quedaban a merced del modelo neocolonial de las corporaciones euro-americanas y de las potencias dominantes.
En una época donde la propuesta de la Tercera Posición implicaba una gran novedad geopolítica, diferenciada de la influencia de los dos grandes bloques de poder mundial, Perón planeta en el año 1953, una de sus frases más conocidas, y de mayor trascendencia en relación a la necesidad de la unidad latinoamericana:
“La integración continental de la América Latina es indispensable: el año 2000 nos encontrará unidos o dominados, pero esa integración ha de ser obra de nuestros países, sin intervenciones extrañas de ninguna clase, para crear, gracias a un mercado ampliado, sin fronteras, las condiciones más favorables para la utilización del progreso técnico y la expansión económica; para evitar divisiones que puedan ser explotadas; para mejorar el nivel de vida de nuestros habitantes; para dar a Latinoamérica el puesto que debe corresponderle en los asuntos mundiales”
Dos décadas más tarde, Perón se aboca al estudio de la problemática ambiental y publica desde Madrid, difundido el 21 de febrero de 1972, el “Mensaje Ambiental a los pueblos y gobiernos del mundo”. Allí plantea un diagnóstico que presenta una impactante vigencia:
“Creemos que ha llegado la hora en que todos los pueblos y gobiernos del mundo cobren conciencia de la marcha suicida que la humanidad ha emprendido a través de la contaminación del medio ambiente y la biosfera, la dilapidación de los recursos naturales, el crecimiento sin freno de la población y la sobre-estimación de la tecnología y la necesidad de invertir de inmediato la dirección de esta marcha, a través de una acción mancomunada internacional”.
Se dice que Perón conocía el pensamiento del filósofo Rodolfo Kusch -como lo conocía su maestro Leopoldo Marechal- y posiblemente haya tomado algunos de sus elementos de análisis, quien desarrolla la idea de “Natura”, tomada del conocimiento ancestral de los pueblos originarios, como base del pensamiento latinoamericano, contrario al pensamiento racionalista europeo. La idea de Natura exige cuidar la Naturaleza, considerando que somos parte de ella, mientras el racionalismo occidental plantea todo lo contario, considera a la Naturaleza como una cosa, como un objeto a ser utilizado, depredado y descartado.
Pero además de la lectura científica, que hace referencia a la destrucción de la Naturaleza y de los ecosistemas, Perón aportó su visión de estadista y de cuál debiera ser el grado de compromiso de la dirigencia política y de los líderes mundiales, en relación al escenario de colapso que enfrentamos como humanidad:
“La concientización debe originarse en los hombres de ciencia, pero sólo puede transformarse en la acción a través de los dirigentes políticos. Por eso abordo el tema como dirigente político, con la autoridad que me da el haber sido precursor de la posición actual del Tercer Mundo y con el aval que me dan las últimas investigaciones de los científicos en la materia”.
En su mensaje cuestionó además las mal llamadas “Sociedades de Consumo”, afirmando que son en realidad sistemas sociales de despilfarro masivo; alerta también sobre el exterminio de especies animales terrestres y especies marinas; y sobre la creciente toxicidad del aire de las grandes ciudades.
Entre sus recomendaciones para la búsqueda de soluciones, Perón señaló: “Necesitamos nuevos modelos de producción, consumo, organización y desarrollo tecnológico que, al mismo tiempo que den prioridad a la satisfacción de las necesidades esenciales del ser humano, racionar el consumo de recursos naturales y disminuyan al mínimo posible la contaminación ambiental”.
Finalmente, respecto de los ámbitos de acción y responsabilidades, Perón indicó: “La lucha contra la contaminación del ambiente y de la biosfera, contra el despilfarro de los recursos naturales, el ruido y el hacinamiento de las ciudades, debe iniciarse ya a nivel municipal, nacional e internacional. Estos problemas, en el orden internacional, deben pasar a la agenda de las negociaciones entre las grandes potencias y a la vida permanente de la Naciones Unidas con carácter de primera prioridad. Este, en su conjunto, no es un problema más de la humanidad; es el problema.”
El futuro del planeta se define en la Cumbre Climática de Glasgow (COP-26)
Ante el presente panorama de un posible colapso civilizatorio, y un modelo de mundo cada vez más concentrado y que profundiza la injusticias sociales y económicas, la actualización doctrinaria del peronismo significa comprender que además de promover las causas de justicia social, independencia económica y soberanía política, hace falta promover de manera urgente la causa de la justicia ambiental y climática. Como planteó Perón: “Debemos cuidar nuestros recursos naturales con uñas y dientes de la voracidad de los monopolios internacionales, que los buscan para alimentar un tipo absurdo de industrialización y desarrollo en los centros de alta tecnología a donde rige la economía de mercado”.
El cuidado de la Naturaleza y la mitigación del cambio climático requieren fundamentalmente de una transformación en la producción y consumo de energía. Quienes más lo entienden así son los movimientos de jóvenes en todo el mundo, los pueblos originarios y los movimientos populares campesinos a nivel global. Las juventudes representan la idea de cambio, de adaptación de las realidades del mundo a sus necesidades vitales, al sentir profundo de lucha por la transformación de condiciones adversas; y fundamentalmente a la pulsión vital expresada por el instinto de prolongar el tiempo y garantizar la vida. Dicho de otra forma, sin cuidado del ambiente no va a ser posible garantizar la vida para las presentes, y menos para las futuras generaciones.
En un mundo cada vez más desigual, donde aumenta la concentración de la riqueza, predomina la falta de empleo y crece la pobreza y la miseria para las mayorías sociales; en un mundo que avanza hacia el colapso climático y ecológico como resultado de la acción humana en los últimos siglos, fundamentalmente a partir dela Revolución Industrial y la profundización de la matriz fósil que utiliza gas, petróleo y carbón para producir energía; en un mundo en el que 100 empresas multinacionales generan el 70% de dióxido de carbono generado en la atmósfera; donde un millón de especies está en peligro de extinción, las nuevas generaciones -que se ven desilusionadas por la falta de representación y la indiferencia de los principales líderes mundiales- son portadoras de una nueva conciencia social y ambiental, que prioriza el valor de la vida por sobre el valor del dinero, la ganancia y las mercancías.
Es por ello que movimientos de jóvenes nos están alertando sobre el hecho de que, de cara a la Cumbre de Glasgow, la humanidad no está consiguiendo detener la crisis climática. Greta Thunberg (Suecia), Vanessa Nakate (Uganda), Dominika Lasota (Polonia), Mitzi Tan (Filipinas) lanzaron una carta viral en nombre de millones de jóvenes de todo el mundo, en la cual definen como una «traición» el fracaso de los gobiernos en la reducción de las emisiones de carbono: “Esto no es ningún simulacro. Es una alerta roja para la Tierra. Millones de personas sufrirán mientras nuestro planeta se destruye -un futuro aterrador que podría concretarse, o evitarse, en función de sus decisiones. En sus manos está el poder de decidir”, afirmaron.
En Argentina, estas demandas fueron expresadas este año en la multitudinaria movilización por la Emergencia Climática, convocada por diversas organizaciones como Fridays For Future Argentina, Alianza por el Clima, Jóvenes por el Clima, Eco House, Sustentabilidad Sin Fronteras; acompañados por diferentes movimientos sociales -como el MTE, la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR), Barrios de Pie y el Movimiento Evita, entre otros- junto a los movimientos feministas, con una mirada profundamente anticapitalista. La consigna que encabeza sus demandas se sintetiza en la afirmación de “Justicia Ambiental es Justicia Social”. Tanto en nuestro país, como en toda América Latina, África y las regiones que conforman el Sur Global, queda claro que entre los problemas acuciantes, además de la grave problemática del calentamiento global, están el colonialismo de nuestros recursos y los procesos de endeudamiento de nuestras economías, ante los organismos financieros internacionales, como el FMI.
Es por ello que el desafío actual nos convoca a articular las luchas de los movimientos ambientales, con los movimientos sociales y eco-feministas, que incorporan la reivindicación de soberanía de los cuerpos y los territorios ante el avance del modelo extractivo y la predominancia del sistema capitalista, racista, patriarcal y depredador de los recursos naturales. Es imprescindible incorporar a los valores de justicia social, soberanía política e independencia económica de nuestras naciones, las causas de justicia ambiental y justicia climática, en el marco de una agenda de cooperación y solidaridad internacional, de manera tal de articular un empoderamiento colectivo lo suficientemente fuerte y organizado para protagonizar un proceso de lucha que esté a la altura de los desafíos civilizatorios que nuestra época nos presenta.
Necesidad de unidad latinoamericana y del Sur Global para promover un modelo alternativo al capitalismo, ante los nuevos procesos de recolonización o “colonialismo del carbono”
En su discurso para la apertura de la Cumbre COP26 en Glasgow, el presidente del Estado Plurinacional de Bolivia, Luis Arce, llamó a que los países desarrollados asuman su responsabilidad en la crisis climática. Enfatizando su preocupación por la gravedad del diagnóstico respecto del calentamiento global y la inacción de los líderes mundiales, señaló que «percibimos que los países desarrollados están simplemente ganando tiempo, sin ningún sentido de responsabilidad con la humanidad y la Madre Tierra. Su credibilidad está en riesgo».
El presidente boliviano sostuvo que los discursos donde los líderes de los países desarrollados se muestran como los campeones de la lucha contra la crisis climática están «lejos de la verdad»; y sostuvo que la estructura que están promoviendo los Estados más ricos es en realidad «un nuevo proceso de recolonización mundial» al que denominó «colonialismo del carbono». Arce denunció que los países poderosos «están tratando de imponer sus propias reglas de juego en las negociaciones climáticas, para seguir alimentando el nuevo sistema capitalista verde y promoviendo que los países en desarrollo tengamos que asumir esas reglas de juego sin opción alguna».
El mandatario boliviano subrayó la necesidad de impulsar la transferencia de recursos financieros y medios técnicos a los países en desarrollo. Afirmó que «si los países desarrollados quieren liderar la lucha contra la crisis climática tienen que promover una distribución del espacio atmosférico basada en la equidad, con responsabilidades comunes, pero diferenciadas» y que tenga en cuenta las responsabilidades históricas de cada país.
Es por ello que América Latina tiene que promover –como pretendía Perón hace más de 50 años- una unidad regional con una agenda común, junto a África y otras regiones del Sur Global –las mayores víctimas del sistemático saqueo colonial y quienes más gravemente van a padecer las consecuencias del calentamiento global- para construir una alternativa que promueva un cambio del actual modelo civilizatorio. Ya que la solución a la profunda crisis climática no se resuelve con una propuesta de “capitalismo verde” o promoviendo mercados globales de carbono; sino con una profunda conciencia de la instancia definitoria que enfrentamos como especie, a partir de la cual podamos impulsar un modelo alternativo al capitalismo depredador, que nos permita como seres humanos vivir en armonía con el resto de las especies y con nuestra Madre Tierra.
En una de sus últimas intervenciones como embajador de la UNESCO en septiembre de 2020, el referente Pino Solanas participó del Foro “del Derecho al Agua al Derecho a la Esperanza”, organizado por el Instituto para el Diálogo Global y la Cultura del Encuentro, coordinado por Gabriela Sacco, Luis Liberman y el cardenal Claudio Hummes, que contó además con la participación de Noam Chomsky, Saskia Sassen, Carlos Nobre y Loïc Fauchon, entre otros. En esa intervención Pino Solanas señaló que el calentamiento global “es uno de los mayores problemas al que el hombre se ha enfrentado a lo largo de su historia. Hay una humanidad sorda que no quiere escuchar, que tiene complacencia o abierta y cínica complicidad con el cambio climático. Estamos perdiendo el agua potable del planeta por apostar a un modelo económico y civilizatorio que es absolutamente responsable del calentamiento global; y que como señala el gran intelectual Chomsky, estamos jugando con la desaparición de la especie humana”.
Por su parte, el Papa Francisco, un referente central en el liderazgo global hacia la búsqueda de soluciones ante la profunda crisis climática y ecológica -quien ha tenido gran incidencia en el avance del Acuerdo de París, en la COP 21 de 2015, y ha publicado las Encíclicas “Laudato Si” (uno de los documentos de época más sólidos y contundentes, desde la perspectiva ambiental, sobre la actual crisis global) y Frattelli Tutti, sobre las problemáticas sociales- envió un mensaje a la COP26, leído en Glasgow por el Secretario de Estado del Vaticano, el cardenal Pietro Parolin, en donde señala que el mundo debe responder al cambio climático como si fuera una guerra global. Francisco agregó también que “las heridas infligidas a nuestra familia humana por la pandemia del COVID-19 y el fenómeno del cambio climático son comparables a las resultantes de un conflicto mundial”; subrayando que los países ricos tienen una “deuda ecológica” pendiente con los países más pobres debido al “uso desproporcionado de los recursos naturales propios y de otros países”.
En su mensaje, Francisco enfatizó la idea acerca de que “ahora es el momento de actuar, de forma urgente, valiente y responsable”, afirmando que “los jóvenes, que en los últimos años nos han instado con fuerza a actuar, sólo heredarán el planeta que decidamos dejarles, en función de las decisiones concretas que tomemos hoy. Ahora es el momento de tomar decisiones que puedan darles motivos de esperanza y confianza en el futuro”.
De la misma forma lo señaló en su intervención en la COP26 Walelasoetxeige Paiter Bandeira Suruí, una joven de la tribu de los Paiter Suruí de la Amazonía brasileña, quien habló hacia los líderes mundiales en representación de los 30 mil jóvenes que marcharon por las calles de Glasgow y de millones de ciudadanos y ciudadanas que nos movilizamos en todo el mundo, reclamando un cambio de modelo ante la mayor crisis climática de nuestra historia: “La Tierra nos está hablando, y nos está diciendo que ya no queda tiempo. Necesitamos otro camino. No en 2030, no en 2050, sino ahora. Tenemos ideas para aplazar el fin del mundo. Acabemos con las mentiras. Lo que decidan cambiará el rumbo de la humanidad”.
(*) SOCIÓLOGO, AMBIENTALISTA, COORDINADOR EN AMÉRICA LATINA DE LA INTERNACIONAL PROGRESISTA.
FUENTE: Ámbito