La verdadera revolución que habilita la tecnología Blockchain no se reduce solo a las criptomonedas, aunque muevan diariamente miles de millones de dólares.
POR NÉSTOR KREIMER
La verdadera revolución que habilita la tecnología blockchain no se reduce solo a las criptomonedas, aunque muevan diariamente miles de millones de dólares.
La blockchain es una tecnología que habilitó el mayor cambio de los últimos 250 años, ya que desde la revolución industrial no sucedía un replanteo tan radical de las actividades económicas y principalmente financieras. Este fenómeno instala un nuevo campo del saber: la Criptoeconomía, y dentro de ella su principal protagonista: las Finanzas Descentralizadas (DeFi).
Podemos definir la Criptoeconomía como una nueva forma de pensar y desarrollar mecanismos económicos aplicando técnicas criptográficas y herramientas tecnológicas. Combina la teoría económica, teoría de juegos / incentivos, las matemáticas y la tecnología: de redes, ciencias de computación, de fuerza de cálculo, etc., lo cual permite crear nuevos ecosistemas de negocios y herramientas tecnológicas basadas en la blockchain.
El efecto sistémico de estas disciplinas resulta un verdadero tsunami que vino a arrasar con el status quo. El “cómo son las cosas en los sistemas establecidos” está volando en mil pedazos, ya que ahora la sociedad y sus organizaciones transitan la mayor desintermediación de la historia habilitándose nuevas relaciones económicas, con la construcción de confianza entre pares; lo cual habilita el diseño de nuevos productos de inversión en donde el límite es la creatividad.
Esta desintermediación masiva, de la mano de confianza entre pares ahora sustentada en la certeza de la matemática criptográfica (esencia de la blockchain), otorga niveles de libertad inéditos para diseñar productos financieros que ahora operan al servicio de los nuevos modelos de negocio. Y no al revés como veníamos resignadamente acostumbrados. Estos son solo algunos emergentes de esta disrupción planetaria, instaurándose una nueva filosofía que prioriza al ser humano como actor central de la economía, el que por su sola condición de ser queda habilitado para su financiarización ahora sin bancos ni autoridades centrales que rotulen o condicionen su inclusión y participación.
Para ser actores de este cambio se debe poner en crisis los modelos mentales, dado que nada será como antes. Conceptos como tokenización, NFT´s (Tokens No Fungibles), metaversos, etc. Pasan a ser valiosas materias primas para participar de nuevos mercados y formatos de negocios.
Por medio de la tokenización se pasa a representar digitalmente cualquier tipo de instrumento de inversión (token de deuda o equity) con o sin oferta pública, incrementando a niveles insospechados la posibilidad de captar inversores. Nuestro mercado potencial para nuevos proyectos deja de ser el barrio o entorno cercano, pasando a ser el mundo entero que pasa a estar a distancia de un click. Hablamos de la internet del valor, ya no solo de la información; movilizando patrimonios ahora sin barreras de intermediación.
Con los NFT´s cualquier objeto del mundo real podrá ser representado en el mundo cripto con la certeza que gracias a blockchain podamos saber quien es el titular sobre los derechos o propiedad de ese bien. Desde una obra de arte – física o virtual – una fotografía, un Tweet de un famoso o un botín de Messi podrá “titularizarse” sin posibilidad de duda alguna de quien resulta su titular.
Como producto de todo lo anterior, se nos abren impensadas oportunidades de conquistar nuevos mundos, tal como los referidos metaversos en juegos como Epic Game o Decentraland. Ellos literalmente permiten vivir de ellos (“game to earn” o jugar para ganar), dado que la habilidad para jugarlos se premia con criptomonedas que tienen valor en el mercado. Vivir de jugar es ahora una concreta opción para cualquier persona, como de hecho está sucediendo en países como Venezuela que de hecho significa una manera de subsistencia para muchos criptocreyentes.
Debemos subirnos rápidamente a este tren. De ello dependerá nuestra futura empleabilidad y capacidad de crear valor para el mundo que ya está aquí. Actores o espectadores será nuestra elección, por lo que como dicen en España, “¡a por ello!”.
FUENTE: Ámbito.com