La frase de la vicepresidenta con la que prometió «volver a ser felices» gracias a la vacunación, fue interpretada por distintos observadores como el inicio de la campaña del Frente de Todos, de cara a las elecciones legislativas.
Editorial del Domingo- www.entrerioslus.com.ar
La promesa encierra un meta mensaje, una idea inconclusa y por ahora que solo reverbera (cada día menos) en los sueños de los que interpretan que no es la meritocracia la que les permitió a los argentinos vivir un tiempo mejor. Retornar a los años dorados de los gobiernos kirchneristas es la tarea titánica que enfrenta el gobierno de coalición de cara a las próximas elecciones. Y ponerlo de nuevo en el horizonte es el primer paso.
Vacunas, salario e inflación
Si en un primer momento el discurso opositor se alineó con las corrientes negacionistas que tenían como máximos exponentes a Trump, Johnson y Bolsonaro, después del crecimiento exponencial de los decesos en todo el mundo viró hacia las críticas en la estrategia de adquisición de vacunas: pasó del «envenenamiento» y «la vacuna rusa no sirve», hasta derivar en «no llega la segunda dosis».
Todo parece indicar que, en los próximos meses, Alberto Fernández podrá anotarse otro éxito: en julio la cobertura de personas vacunadas con la primera dosis podría alcanzar al 50% de la población y un 20% con las dos. Este cronograma equipararía a la Argentina con países como Francia o Italia.
El buen manejo de la pandemia es una condición necesaria para que el oficialismo tenga un buen desempeño electoral, que le permita ratificar sus mayorías parlamentarias, necesarias para introducir los indispensables cambios estructurales que se propuso en su programa de gobierno. La imagen de los presidentes latinoamericanos y los procesos electorales recientes en la región, ejemplifican la sanción social que han recibido aquellos mandatarios que ignoraron el cuidado de la salud de su población.
Tal como sucedió con el acuerdo de la deuda, el éxito de la campaña de vacunación no alcanza a desplazar las inmediatas necesidades económicas de la población. Disminuido el miedo al Covid, la inquietud por la situación económica personal encabeza la preocupación de los argentinos.
Con un poderosísimo aparato mediático encarnizado en su campaña de desánimo, el incremento del poder adquisitivo de los salarios se constituye, entonces, en una variable fundamental. Relativamente controladas las variables macroeconómicas, y con unas paritarias que parecen tender hacia la recomposición salarial, queda pendiente el desafío inflacionario.
Hacer realidad el control de precios y, sobre todo, el acuerdo logrado con los exportadores de carne -en el que se reservan los siete cortes más populares para el mercado – debe ser un objetivo innegociable si Alberto Fernández quiere ratificar sus mayorías de cara a las próximas elecciones.
“Volver a ser felices” implica entre muchas otras cosas superar la pandemia y recuperar la capacidad de consumo de sectores mayoritarios de la población, que hace más de cinco de años vienen sufriendo. En estas condiciones, que las PASO marquen un triunfo del Frente de Todos depende de las propias acciones del gobierno. Una política de ingresos que contenga la inflación y definitivamente asuma la representación de su base social y electoral: amplios sectores de la clase media-baja donde creció la cantidad de «indecisos».
Argentina año verde
La Constitución del 49 fue sancionada para felicidad del Pueblo y grandeza de la Nación. Derogada por un bando militar, constaba de un capítulo sobre los derechos de la Ancianidad. Cuando el peronismo tiene raptos de memoria suele sorprender con medidas que hurgan en lo mejor de sus tradiciones. Huele a eso el anuncio formulado por el presidente de la primera política pública integral de hábitat en Latinoamérica destinada a personas mayores. El proyecto prevé que durante 2021-2022 se construyan 3.200 viviendas distribuidas en 100 Complejos Habitacionales que se adjudicarán en comodato a mayores de 60 años de edad; Equipamientos colectivos con áreas para realizar actividades educativas, deportivas y de recreación; y 100 Centros de Día con atención de salud primaria y terapéutica. No se descubre la pólvora, solo que son iniciativas que hace años escuchamos, pero solo se concretan en los países nórdicos o en Canadá. Si la inversión pública aumenta y toma estas direcciones, es posible reconstruir esa ola de empatía tan necesaria para superar estos momentos aciagos.
Cristina y el Sistema de Salud
A propósito de Canadá, vale sumergirse en su sistema de Salud, de pagador único, vigente desde hace 50 años, brindando cobertura a todos los ciudadanos canadienses. Este modelo tiene costos administrativos y de operación muy bajos comparado con los nuestros, y ofrece enorme facilidad para recibir la atención médica. Es un modelo efectivo y seguro, con resultados similares a los de otros países que tienen gastos per cápita mucho más altos.
El bajo costo administrativo de este modelo se debe a que los hospitales reciben la mayor parte de los fondos de los gobiernos de las provincias, los médicos cobran fácilmente, los pacientes pueden escoger cualquier proveedor, no tienen coseguros y no reciben facturas complejas después de haber sido dados de alta. Los resultados son altamente ponderados. Canadá muestra una supervivencia de 5 años en pacientes oncológicos, uno de los más altos del mundo. Por el contrario, el sistema argentino de salud presenta un alto grado de segmentación, por la coexistencia de diversos subsistemas responsables de la protección y atención de diferentes grupos poblacionales, y fragmentación, por la deficiencia de coordinación entre los distintos subsectores y niveles de atención.
Todo es relativo, y también hay que reconocer que el sistema de salud argentino muestra un grado de desarrollo elevado respecto a otros países de América Latina. Pero, considerando el nivel de gasto considerablemente mayor que muchos de ellos, esta supremacía no se ve totalmente reflejada en los resultados sanitarios nacionales. El sistema de salud en la Argentina funciona, pero podríamos estar mucho mejor. Eso es lo que subyace en el planteo de la vicepresidenta.
La intención de debatir transformaciones estructurales en el sector no es novedosa, aunque hay que remontarse varios años para atrás. Con Ramón Carrillo de ministro, Perón implementó un fuerte papel del Estado nacional, una firme centralización normativa y un importante desarrollo de la capacidad instalada del sistema público de salud. En ese período se lograron niveles de integración, equidad y coberturas inéditos en nuestra historia sanitaria.
El tránsito de un sistema universalista y centralista a un modelo de alta segmentación y fragmentación, estuvo determinado por las diversas coyunturas políticas, las correlaciones de fuerza inestables de los actores involucrados y, como un factor omnipresente, las rupturas institucionales reiteradas, con el consiguiente impacto en la continuidad de las políticas estatales.
Sin embargo, hubo intentos de revertir esta situación con propuestas que, cristalizadas en sendas leyes, sólo fueron instrumentadas de manera parcial, por lo cual no lograron imprimir al sistema de salud la impronta a la que aspiraron sus impulsores.
Es por esto que una de las primeras acciones encaradas por el gobierno del general Perón, que asumió el 12 de octubre de 1973, fue comenzar a sumar consensos, especialmente con la principal fuerza opositora, el radicalismo, para posibilitar la elaboración y la sanción de una ley que abordara la solución de la realidad sanitaria del país.
El proyecto que fue elaborado por entrerriano Domingo Liotta, con la colaboración de sanitaristas de otras tendencias políticas, entre los que se destacaban Aldo Neri, Carlos Canitrot y Mario Testa, sufrió modificaciones por las presiones del sector sindical, y fue sancionado en septiembre de 1974.
La intensidad y la conflictividad de los hechos vividos durante el período siguiente condicionó y dificultó tanto la sanción como la posterior implementación de la ley, que planteaba aspectos conceptuales novedosos respecto de la organización sanitaria del país, proponiendo la creación de un sistema nacional con fuerte papel del Estado y con cobertura universal, que integrara progresivamente a los otros subsectores, en un importante esfuerzo por superar las deficiencias que el sistema sanitario presentaba en la primera mitad de la década de 1970.
La propuesta formulada en forma reiterada por la vicepresidenta, respecto a la necesidad de repensar integralmente el sistema de salud de la Argentina, no debe adolecer de una mirada realista sobre los palos en la rueda que seguramente encontrará en su camino. Pero su visibilización forma parte de esas cosas que nos pueden permitir recuperar la idea de un futuro mejor.
Desquicio y Oposición
Vaciado de propuestas electorales, derrumbado su principal argumento centrado en el saboteo a la campaña de vacunación, imposibilitado de hablar con cierta credibilidad de economía dada su pésima gestión, y con el expresidente Macri de vuelta en el centro de la escena, la oposición se ha encerrado en una feroz batalla por las candidaturas en los principales distritos electorales.
No significa que la alianza opositora vaya a hacer una mala elección. Es posible incluso que resuelvan sus diferencias internas en unas PASO que tengan un efecto virtuoso para el espacio. La extrema polarización de la política nacional le garantiza un importante caudal de votos. Pone en juego el número de diputados electos en los comicios de 2017 donde resultó triunfante, por que lo más probable es que disminuya su representación en la Cámara de Diputados. De ahí viene el apelativo publicitario denominado “la última gota de la democracia”. En fin, un raro republicanismo que se ne frega cuantas veces se le da la gana en las normas, en la institucionalidad e incluso en las buenas costumbres, pero que aún se da el lujo de autodenominarse la reserva moral, después de haber practicado una democracia de muy baja intensidad, languideciente y de la cual, aún, y por varios años, sufriremos las consecuencias.
La Provincia
Como viene sosteniendo Entre Ríos Plus, lo más jugoso de estas elecciones pasará por el frente opositor que aún se denomina “Juntos por el Cambio”. Ese espacio opositor ya no tiene un dedo que ordene las internas, ni en Nación ni en Entre Ríos.
Adelante han de marchar
La Unión Cívica Radical cumplió ayer 130 años de existencia y para honrar su historia vive por estas horas el desafío de volver a conducir el frente opositor. El radicalismo ostenta tres de los cuatro gobernadores de la coalición y apuesta a una renovación para dejar como el pasado al PRO. Con figuras taquilleras como Martín Lousteau y Facundo Manes, los boinas blancas van por todo en Ciudad y provincia de Buenos Aires. En nuestra provincia la elección intermedia será el primer paso para posicionarse para el 2023.
El espacio quiere ampliarse y su preocupación se basa en el crecimiento que podrían tener sectores outsiders que proliferan por derecha, como ser los libertarios, y pretenden sumarlos a la coalición. En la provincia, el más interesado en sumar esos espacios es Frigerio. Rápido y audaz, pero sin territorio, suma lo que venga. Avanzó con un grupo de libertarios enrolados en las filas de López Murphy, que para debutar no tuvieron mejor idea que escrachar la vivienda familiar del gobernador Bordet. Con permanente presencia en los principales canales de TV porteños, se lo puede ver en TN y al rato visitando a un dirigente cuasimarginal del peronismo paranaense, o reuniéndose una vez más con Moine, Alasino y Martínez Garbino.
El ex ministro de Macri se vio sorprendido por una reacción en cadena de amplios sectores del radicalismo, que creen ser la fuerza mayoritaria de la Alianza y no aceptan jugar el rol de convidados de piedra. Han entendido que a Frigerio quizás poco le interesa ser candidato a gobernador en el 2023, pero si gana se convierte en el dueño y señor que decidirá quienes ingresan al Spa que funciona en la Legislatura provincial.
La semana quizás más dura para el economista porteño que quiere representar a los entrerrianos. Apuntaron contra sus intenciones no sólo radicales históricos como Raymundo Kisser, sino también salieron a luz las diferencias en el PRO. Luis Etchevehere dijo que su candidatura “es forzada”. “Una persona que no vivió y no vive en la provincia de Entre Ríos, que viene cada dos o tres semanas, da una vuelta, y hace prensa a través de medios que no son de acá, no lo veo como algo que pertenezca a la provincia”, disparó. “Solo por tener domicilio fiscal acá no puede ser que aspire a ser representante de los entrerrianos, teniendo en cuenta los muchos hombres y mujeres en la provincia que están más que calificados para ser candidatos a legisladores o gobernador”.
En tanto el ex senador por el departamento Paraná, dijo que es “una cachetada que se le está dando al radical y una afrenta a los propios entrerrianos, que venga un porteñito a pretender marcarnos la cancha, poniendo los nombres, encabezando listas y aspirando a ser gobernador de la provincia”.
“Creo que somos bastante grandecitos los entrerrianos y los radicales, tenemos una historia, tenemos una cultura, sabemos lo que los entrerrianos queremos”, agregó. “Cuando aparecen candidatos como Frigerio es como que nos quieren hacer sentir que necesitamos un tutor. A mí que no me vengan a correr con encuestas ni con imágenes –de opinión pública-, ni nada por el estilo”, afirmó Kisser.
Los radicales parecen estar decididos y se animan a dar batalla. Recuerdan el blef de María Eugenia Vidal en provincia de Buenos Aires, que con encuestas que le daban muy bien, recibió una paliza apabullante contra un ex ministro de economía golpeado (Kicillof), y ahora no quiere volver.
También desde el peronismo vinieron golpes directos al mentón de Frigerio. Desde adentro de la coalición fue Miguel Pichetto quien remarcó la falta de idiosincrasia y se sumó a los dardos nacionales que ya le habían dirigido Carrió, que lo ubicó dentro de los indeseables y Macri, quien se arrepintió de otorgarle la rosca política.
Desde el oficialismo fue el diputado Marcelo Casaretto quien recordó el pasado de funcionario menemista del economista, su diputación por Buenos Aires y su domicilio en Avenida Libertador. Para coronar una semana de golpes el propio Alberto Fernández lo incluyó entre los que rompieron todo, y le endilgó el abandono premeditado de miles de viviendas con tal que no le deban nada a CFK.
Ante la escalada de ataques, la respuesta de Frigerio fue un comunicado dirigido a Etchevehere firmado por sus brazos políticos que ofician de legisladores y una recorrida junto a Atilio Benedetti, quien por ahora es el sostén radical más importante de su precandidatura.
Peronismo Unido. Unidad en la diversidad, reloaded.
En la semana se conoció que el senador nacional Edgardo Kueider será quien llevará adelante la campaña del Frente de Todos entrerriano. El primer paso será constituir un frente amplio como lo fue el frente Creer, que permitió el 57 % de los votos para la reelección de Gustavo Bordet.
Hace bien como punto de inicio. El peronismo perdió en 2019 una banca en el senado nacional por menos de 2 mil votos. No es el único ejemplo, pero debería alcanzar para entender que la mesa debe ser amplia y la lista contenedora. En esa lógica hay quienes, como el ex vicegobernador de Buenos Aires Gabriel Mariotto, sostienen que es necesario constituir un frente y que el oficialismo otorgue la posibilidad de disputar las PASO con inclusión de minorías. Más vale darle un 5 por ciento al sector que se presente a las primarias y saque ese porcentaje, que no dejarlo participar, ningunearlo y terminar perdiendo con Macri por 1 punto.