Después de las culpas por el colapso económico a la oposición y a los votantes, Macri tuvo choques con sus dirigentes más cercanos y sus aliados. De allí surgieron las medidas anunciadas y el llamado al diálogo.
Mauricio Macri no solo recibió el impacto del resultado electoral del domingo y de la corrida que siguió el lunes. También tuvo una serie de choques con sus aliados políticos y hasta con su mesa chica. El discurso del perdón se empezó a gestar en una cena con las principales figuras del oficialismo, se cocinó a fuego lento con más críticas de Elisa Carrió y de los radicales. Todos le reprocharon sus expresiones del lunes, le exigieron otro tono, que tomara medidas sobre todo para la clase media y que abriera un diálogo con Alberto Fernández. Devastado, el Presidente les hizo caso en todo. De hecho, se comunicó con su adversario del Frente de Todos y tuvieron una conversación que ambos calificaron de «buena».
Macri se ocupó de difundir su postergado llamado a Alberto Fernández. El domingo cuando le preguntaron si se había comunicado interrumpió a un periodista para contestar que «no». El lunes no hizo referencia a un diálogo. Ese mismo día por la noche, discutió con su mesa chica sobre la posibilidad de llamar o no a su adversario del Frente de Todos. En la mañana del martes, Elisa Carrió no se lo recomendó. Y el mismo día por la noche los radicales se lo exigieron. Una vez que Macri dio el visto bueno para los contactos políticos, el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, fue el encargado de hacer las primeras llamadas. El Presidente ya había hablado el lunes con la mayoría de los candidatos opositores. Faltaba Fernández.
Con la llamada al candidato del Frente de Todos se completó el giro de 180 grados que hizo el Presidente en menos de 48 horas. De hablar del «autoritarismo populista» que venía a «poner fin a la Argentina», pasó a pedir que con sus adversarios no se vieran «como enemigos». De rechazar llamar a Fernández a publicitar el contacto. Por no hablar de las medidas económicas, contrarias al ideario liberal.
El Presidente moderó el tono y cambió completamente el contenido de su discurso del lunes luego de una cena que compartió con su compañero de fórmula, Miguel Angel Pichetto; con el ministro del Interior, Rogelio Frigerio; con la vicepresidenta Gabriela Michetti; el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal. Los últimos dos fueron con una posición unificada: cuestionaron en duros términos el discurso del lunes y plantearon que había que intentar ganar como fuera las elecciones. No obstante, se mostraron pesimistas con la efectividad de las medidas que se lanzaron postPASO.
En esa cena macrista, se discutió sobre la posibilidad de iniciar un diálogo político. Fue algo que también conversaron los radicales en otra comida, esta vez el martes a la noche. De allí, salió el planteo que le iban a hacer a Macri de que iniciara un diálogo con distintos sectores, incluido Alberto Fernández, aunque con algunos matices: el titular de la UCR, Alfredo Cornejo, piensa que Macri debería hacer un acuerdo con su adversario para las medidas económicas que vendrán, mientras otros radicales indicaron que eso daría a entender que ya empezó la transición. En algo coincidieron: todos están furiosos con la falta de reacción que mostró el Gobierno en los primeros días de la semana.
La otra aliada que influyó en el cambio de discurso fue Elisa Carrió. Le planteó, como ya habían hecho otros, que la conferencia del lunes había sido muy mala, con un mensaje derrotista. Y que debía contemplar la votación en contra como un llamado de atención de la sociedad antes que enojarse con los votantes. La líder de la Coalición Cívica hizo mucho hincapié en las medidas para la clase media.
En la cena radical, el diagnóstico que trazaron los correligionarios también fue que faltaron medidas para la clase media, algo que le vienen reclamando a Macri desde hace dos años. Además, se mostraron preocupados por los territorios que pueden perder en octubre (uno es Mendoza, tierra de Cornejo), así como las bancas que pueden caer en la debacle. Tanto Cornejo como el gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, fueron hoy a comunicar sus cuitas a la Rosada. Luego el diputado Mario Negri y el senador Luis Naidenoff estuvieron en Olivos para expresar su posición en la reunión de Gabinete. Allí insistieron en que hay que mejorar el porcentaje en las elecciones de octubre, aunque sea para tener un bloque digno en el Congreso como oposición.
En el cónclave en Olivos, Macri contó la charla con Fernández. Luego debatieron sobre cómo recuperar votos para octubre (están cuatro millones de votos abajo de su adversario). El ministro de Hacienda, Nicolás Dujovne, presentó un oscuro análisis financiero. Todos tienen en claro que llegar al ballottage es casi imposible. Pero hay intención de intentarlo de todas formas.
FUENTE: Página12