Por Edgardo López Osuna
Podemos dividir los atractivos turísticos en naturales y realizados por el hombre, entre otras opciones.
Entre estos últimos, el planeta cuanta con gran cantidad y variedad, dentro de los cuales se pueden hacer nuevas divisiones para calificarlos. Las Pirámides Egipcias (El Cairo), el Burj Khalifa (Dubai), La Torre Eiffel (Paris), Chichen Itza (México), el Taj Mahal (Agra), el Puente de Pedro (Praga), el Golden Gate Bridge (New York), el Parlamento Británico (Londres), el Euro Túnel, la Gran Muralla China, la ciudadela Angkor (Camboya), las Torres Petronas (Kuala Lumpur), el Partenón (Atenas), la Basílica de San Pedro (Roma) son solo algunos de los más representativos, sin distinguir lugar, fecha de construcción ni su estado actual.
Pero no es la finalidad de esta humilde columna.
A lo que quiero referirme es a los atractivos turísticos naturales, siendo muy rico también el mundo en ellos como el Río Nilo (Egipto), el Gran Cañón del Río Colorado (Arizona USA), los Acantilados de Moher (Irlanda), las Cataratas del Río Iguazú (Brasil-Argentina), el Monte Fiji (Japón), los Piletones Naturales de Aguas Termales de Pamukkale (Turquía), Salto del Ángel (Venezuela), las Cuevas de Batu (Kuala Lumpur), los Fiordos en Parque Nacional de Fiordland (New Zeland), Bora Bora (Polinesia Francesa), el parque Yosemite (California), Plitvice (Croacia). Nombro los que a mi parecer son más bellos, reconocidos y visitados, seguramente olvidando algunos muy representativos.
Hay un atractivo turístico natural que a mi criterio es especial, el mejor, el más bello, el que a pesar que haberlo visitado en gran cantidad de oportunidades, no ha dejado nunca de estremecerme al verlo.
Es el Glaciar Perito Moreno (El Calafate, Argentina). Majestuoso.
Técnicamente un río de hielo que viaja a una velocidad de 1 metro por día; de 6 km de ancho y 45 km de largo con paredes de hasta 90 metros de altura. Esto nos indica que la masa de hielo que vemos en su desembocadura tiene aproximadamente 500 años.
Debe su nombre a Francisco Pascasio Moreno, un perito y explorador argentino del Siglo XIX.
El visitante puede gozar de este impresionante espectáculo a sólo unos 400 m de distancia, en instalaciones especialmente creadas para la observación, con pasarelas de avistajes de unos 8 km de recorrido, donde se puede observar desde distintos lados y alturas.
También es posible transitar sobre él, con ropa y calzado especial, con guías especialmente entrenados y con especial conocimiento de la zona, además de navegar por los laterales, Río Rico (lado sur) y sobre el canal (lado norte), siendo este último más peligroso, por lo tanto las embarcaciones no se acercan a más de 100 metros.
Personalmente he visto gran cantidad de fotografías y videos de este glaciar, y en ninguno de ellos se logra dimensionar la real magnitud del atractivo natural del complejo.
Esta increíble belleza, en la opinión de este operador de turismo, solo por encontrarse alejado de las grandes urbes del mundo, de complicado y desfavorable acceso geográfico, no se encuentra entre los atractivos más visitados del planeta.
(*) PARANA TUR / Edgardo@parana-tur.com