La lactancia materna previene enfermedades respiratorias

Es un preventivo natural contra estas enfermedades y reduce en más de un 50 por ciento el riesgo de hospitalizar a recién nacidos por infecciones como el virus sincicial respiratorio, principal causa de la bronquiolitis.

La lactancia promueve factores bioactivos -sustancias químicas que previenen enfermedades- estimula la flora bacteriana, nutrientes específicos, así como hormonas de crecimiento que implican protección en el sistema de defensas, al tiempo que constituye una base biológica única para el desarrollo del niño.

El Ministerio de Salud de Entre Ríos adhiere a las recomendaciones realizadas por entidades como la Organización Mundial de la Salud (OMS) y Unicef, que proponen sostener la leche materna como alimento exclusivo de recién nacidos hasta los 6 meses de edad. Es el único alimento que proporciona los nutrientes necesarios para crecer y desarrollar plenamente su sistema inmunológico. Es fundamental en invierno, para reforzar las defensas de los bebés, y como forma de prevenir enfermedades respiratorias.

Además, la leche materna es de fácil digestión y el organismo del bebé la aprovecha mejor que cualquier otro alimento; es higiénica, no se descompone y no tiene riesgo de contaminación. Entre sus funciones específicas, también protege los intestinos de enfermedades capaces de enfermar a los niños. Existe a su vez un elemento fundamental que los especialistas destacan: la lactancia brinda amor, protección, confianza y seguridad al estar en contacto directo con la madre.

Defensa natural

Uno de los virus que mayor incidencia tiene en menores de dos años, es el «virus sincicial respiratorio», causante de la bronquiolitis, una infección respiratoria aguda muy frecuente en la infancia. Casi el 100 por ciento de los niños puede desarrollar algún grado de infección por este tipo de virus. Estudios científicos han demostrado que la leche materna es un factor fundamental de protección frente a estas infecciones, al proveer las defensas necesarias, como las inmunoglobulinas -IgA, IgG y IgM-.

Por esta razón, los equipos interdisciplinarios de salud insisten en que la lactancia materna se mantenga de forma exclusiva los primeros meses, e incluso se sostenga hasta los dos años de vida. De esta manera, es menos probable que el bebé enferme, con el impacto social que implica para las familias afrontar meses sin trabajar para dedicarse al cuidado del enfermo, y por lo tanto, se ven afectadas económicamente.

La evidencia científica publicada en los últimos años muestra una reducción de casi un 70 por ciento en el riesgo de enfermar en niños con lactancia materna exclusiva. En estudios específicos se ha concluido que una mayor duración de la lactancia materna se asocia con caídas graduales de la morbilidad gastrointestinal y respiratoria en bebés, así como un menor riesgo de hospitalización por infecciones de las vías respiratorias durante la infancia.



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