El dirigente peronista superó por amplia diferencia a Mario Negri. Para Alternativa Federal, buena parte del futuro del espacio está en manos del gobernador. Anoche advirtió: «Es apresurado sacar conclusiones nacionales».
A Juan Schiaretti le bastó solo esa frase perdida en su ecléctico discurso de más de 15 minutos para alimentar la esperanza del PJ no K. La categórica reelección obtenida este domingo por Hacemos por Córdoba -«la mayor diferencia histórica desde la vuelta de la democracia», resaltó- frente a Mario Negri y Ramón Mestre le da aire a Alternativa Federal, a pesar de la insistencia del gobernador en provincializar el resultado: «Es apresurado sacar conclusiones nacionales».
Schiaretti se escabulló en los últimos tiempos de los medios. No habló. No dio una sola entrevista, lo que le valió una reprimenda pública de FOPEA. «Seguiremos garantizando la libertad de expresión», remarcó en su discurso. ¿Una humorada cordobesa?
El gobernador esperaba un triunfo categórico: el combo de encuestas que desmenuzó en la previa lo posicionaban por encima de los 55 puntos con una amplia diferencia sobre Negri y Mestre. La sorpresa esta vez se la llevó el Gobierno, que, por el contrario, auguraba una brecha menor con el mandatario. A horas del inicio de los comicios esperaban una diferencia de no más de 15 puntos.
Schiaretti había votado temprano, pasadas las 9.30. Con campera roja de pluma -el sol recién empezaba a calentar en esta capital-, y rodeado por una marea de periodistas y camarógrafos, lo hizo en la mesa 2120 del instituto técnico salesiano Villada, en el Valle Escondido. Después almorzó junto a su mujer, la diputada Alejandra Vigo -también candidata- en la casona que comparten en uno de los barrios cerrados al noroeste de la ciudad, en cercanías del estadio Mario Alberto Kempes.
«Los de afuera son de palo», insistió temprano. Volvió a utilizar la misma frase en su discurso de cierre.
«‘El gringo’ toma un rol muy pero muy importante en la estructura de Alternativa Federal», aseguraba ya casi de noche uno de los dirigentes más importantes de ese espacio a Infobae, con un leve sabor amargo por la decisión del mandatario de prohibir este domingo el desembarco en la capital provincial de sus colegas del PJ. Querían ir todos. Incluso algunos habían reservado su pasaje de avión.
Schiaretti se va a tomar ahora algunos días para «que decante» su victoria. El hermetismo en torno a sus movimientos alimenta los insistentes trascendidos sobre su salud. «Juan está más firme que nunca», lo defendió la diputada Vigo para desactivar las versiones, mientras festejaba el triunfo sobre el escenario, montado en uno de los salones del hotel Quórum, en las afueras de la capital. Schiaretti fue más ambiguo: «Yo sé que siempre seré una circunstancia en la vida institucional de Córdoba». Al final, bailaron cuarteto.
No debería sorprender, sin embargo, que Manuel Calvo, el joven secretario de Comunicaciones y Conectividad de la gobernación que asumirá como el próximo vicegobernador, se muestre más activo de ahora en más. Calvo es de extrema confianza del gobernador. Conoce hasta sus aspectos más escabrosos. Durante la campaña fue denunciado por supuestas irregularidades en la gestión.
Para Alternativa Federal, buena parte del futuro del espacio está en manos de Schiaretti. Lo quieren de «ordenador». No descartan, de hecho, una reunión para las próximas semanas.
De eso hablaron el viernes Sergio Massa y Gustavo Bordet, que se encamina hacia una segura y relevante victoria el próximo 9 de junio, en vísperas de la conformación de las alianzas nacionales y los cierres de listas.
Massa conversó antes del fin de semana un rato largo por teléfono con Schiaretti. Incluso intercambiaron después mensajes de WhatsApp. La victoria aplastante del actual gobernador le dio anoche una bocanada de aire fresco al PJ federal, que hasta ahora no supo -o no pudo- encontrar su propia identidad ni quebrar la polarización entre el Gobierno y Cristina Kirchner.
«Los cordobeses queremos la moderación, no queremos la grieta que tanto daño hace a la Argentina y que algunos piensan que puede servir para ganar elecciones», dijo anoche el dirigente peronista.
Massa fue el primero en felicitarlo por teléfono, cerca de las 20. Hizo lo propio con su amigo Martín Llaryora, el nuevo intendente de la capital, la verdadera hazaña del «schiarettismo». Con el ex intendente de Tigre quedó en volver a hablar en las próximas horas, según confiaron en su entorno. Roberto Lavagna, Juan Manuel Urtubey y Miguel Ángel Pichetto se comunicaron con el correr de la noche.
Bordet es, según fuentes de Alternativa Federal, otro de los gobernadores que podría -«y debería», subrayan- tomar un rol preponderante.
Apuestan, además, a que la victoria de Schiaretti incentive a otros gobernadores como Sergio Casas, Hugo Passalacqua, Juan Manzur o Sergio Uñac que todavía vacilan con la polarización y la centralidad de Cristina Kirchner.
Este domingo había, además, empresarios de primerísima línea desencantados con Mauricio Macri y resignados con la eventual candidatura de la ex Presidente. Son los que fogonearon durante el verano la postulación de Lavagna y que vieron como el ex ministro dedicó buena parte de su tiempo a imponer condiciones y desacreditar una gran interna en el peronismo anti K.
«Este triunfo lastima también ese deseo de Roberto de imponer el dedo», decía anoche un dirigente de ese espacio. «Igual hay que cuidarlo: es un importante activo electoral», agregaba.
En los próximos días, Lavagna deberá definir su rol: si confirma su candidatura presidencial y si se somete a la interna del PJ junto a dirigentes como Massa y Urtubey. Si eso sucede, el ex ministro deberá encontrar la manera de explicarlo. Hasta ahora había sostenido lo contrario.
El triunfo de Schiaretti funciona en ese sentido como un ultimátum para el ex ministro de Néstor Kirchner.
En Córdoba, por ejemplo, el economista ya no tiene la popularidad de antes. En el 2007 fue la única provincia que le dio un triunfo en las elecciones presidenciales en las que compitió junto a Gerardo Morales y en las que se quedó con un cómodo tercer lugar. Los números provinciales que analizan en la gobernación lo ubican hoy apenas por encima de los 10 puntos, y con una muy leve ventaja sobre Massa.
El gobierno nacional tiene, por su parte, un serio problema si Schiaretti toma definitivamente el rol de ordenador e impone a algunos de los candidatos del PJ no K. Córdoba es la segunda provincia más incidente en términos electorales detrás de Buenos Aires: en 2015, Macri sacó, en el ballotage frente a Daniel Scioli, el 71,5% de los votos.
Los gestos de Cristina Kirchner –bajó a su candidato y Aníbal Fernández, que de nuevo adhiere al campamento K, deseó en los últimos días la reelección del gobernador- no logran torcer de todos modos el desprecio íntimo que el mandatario siente por ella.
El vínculo entre las administraciones del fallecido José Manuel de la Sota y del reelecto mandatario y el kirchnerismo solo sumó tropiezos en los últimos años. La huelga policial de 2013 en el distrito lo agudizó. Insalvable. El sentimiento antikirchnerista todavía es fuerte en toda la provincia.
Macri, que sintió la ruptura de Cambiemos en esta provincia, tomó nota de la elección de este domingo. La relación entre el gobernador y el Presidente estuvo siempre atravesada por una cordialidad especial, aunque hubo una serie de cortocircuitos en los últimos tiempos. El último, tras el verano: el Jefe de Estado enfureció con Schiaretti por un tema tarifario. «Está claro que los cordobeses no votan lo mismo en lo provincial que en lo nacional», explicó este domingo Marcos Peña en el reportaje que le concedió al diario Perfil.
FUENTE: Infobae